“Ningún país europeo toleraría la escala de Botnia”

- Aquí nos da toda la impresión de que Europa, al fomentar este tipo de inversiones en esta parte del mundo, se está sacando de encima las industrias sucias. ¿Qué opina?- Bueno. Esta es una pregunta fundamental que hay que hacerse. El caso del conflicto por Botnia no puede entenderse aisladamente. Hay que entenderlo en el contexto de las transformaciones globales que vienen teniendo lugar desde hace por lo menos 40 años. Desde los '70. Es un proceso incremental que se viene radicalizando. Podemos ubicar algunos puntos. Primero la conciencia de una emergencia ambiental en Europa. A partir de que movimientos sociales empiezan a plantear el agotamiento de los recursos naturales a fines de los '60 y principio de los '70. - Es decir, es un alerta que proviene de la sociedad civil y no de los poderes del Estado. - Exactamente. Viene desde la base. Luego esto comienza a traducirse en un montón de estrategias políticas, de políticas públicas, de convenciones internacionales. Pero originalmente es una preocupación que viene de la mano de la toma de conciencia de la crisis ambiental en el seno de la sociedad civil. En Estados Unidos también ocurre algo parecido. La cuestión ecológica se instala con fuerza. Por otra parte, la ciencia empieza a proveer elementos conceptuales para pensar el fenómeno y para discutir el modelo de desarrollo. - Usted sugiere que a raíz de la sensibilidad ambiental que reina en la opinión pública europea, se decide exportar industrias contaminantes al mundo periférico...- De algún modo. Digamos que no es una decisión que se haya tomado de un día para el otro. Es un proceso que se viene gestando lentamente. Primero los movimientos sociales plantean la cuestión en la agenda. Y esto se traduce en una serie de políticas nacionales, como por ejemplo en el endurecimiento de los estándares y las exigencias que se le plantean a las industrias. Paralelamente, el fenómeno viene acompañado de un movimiento de globalización, de trasnacionalización de los capitales. Entonces se hacen inversiones en América Latina. También esto viene de la mano de los expertos que trabajan para organismos de crédito o para organizaciones internacionales como la FAO, entre otras. Ya en los años '50-'60-'70 se fueron haciendo estudios en Uruguay y en distintos países de Latinoamérica sobre la posibilidad de extender el modelo de desarrollo de la industria papelera. En Uruguay, por ejemplo, el estudio de la FAO y luego de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA), presentan una serie de estudios técnicos que convencen a la esfera política del interés que existe en favorecer el modelo forestal. Esto se inscribe en una dinámica de largo aliento. Más tarde aparece el Banco Mundial proveyendo los fondos para esto. Digamos que es un proceso de muy largo aliento, que es la construcción de un Uruguay forestal. - La instalación de Botnia en la cuenca del río Uruguay ha sido posible por la aplicación de la política de los hechos consumados.- La cuestión de los hechos consumados es central. La sociedad globalizada contemporánea funciona mucho por una lógica de hechos consumados. Se introduce en la sociedad una serie de innovaciones o de grandes industrias. Por ejemplo, en Europa la cuestión está ahora en torno a las biotecnologías. Es una cuestión que aquí no nos preocupa, pero en Europa es central. El tema es que la biotecnología ya está ahí, instalada. Y el debate sobre su conveniencia, por tanto, llega tarde. Ahora en Europa se aprendió que hay que adelantarse a la irrupción de estos fenómenos. Se trata de salir de la lógica de los hechos consumados. Pero bueno, es lo que domina nuestra sociedad. Primero se introduce la innovación, el proyecto industrial o tecnológico. Luego vienen los efectos no deseados, como la contaminación por ejemplo. Cuando aparecen las víctimas recién ahí se empieza a actuar. Esa lógica se está tratando de revertir. - Lo concreto es que, con este tipo de inversiones como la de Botnia, Europa se saca de encima un problema.- Pero hay que distinguir. Cuando hablemos de "allá" y de Europa tratemos de evitar algunas estigmatizaciones. No todos los europeos piensan igual. Allá hay mucha gente que tiene conciencia de lo que significa llevar las industrias contaminantes a América Latina y se oponen abiertamente a eso. Es gente que está en las ciencias sociales o milita en movimientos, en ONGs y tiene una conciencia crítica de la globalización. - ¿Cree conveniente llevar el reclamo de Gualeguaychú al parlamento europeo?- Ha habido algunas tentativas. Tengo entendido que en un momento alguien en el parlamento europeo habló y eso tuvo repercusiones. No recuerdo muy bien el caso. Sí sé que hubo planteos acerca de la localización de industrias contaminantes y de los estándares que se utilizan. - Finlandia aparece como modelo de cuidado del medio ambiente. ¿Qué hay de cierto en esto?- Los finlandeses en general ven las cosas distinto porque no están acá. Hay que tener en cuenta, además, las diferencias culturales. Ellos tienen otra visión de las cosas. Se produce un choque cultural importante ahí. Por ejemplo, cuando uno habla con un finlandés medio, es probable que se sorprenda y que tilde a este conflicto de irracional. Y que diga: 'pero bueno, le estamos llevando trabajo, es calidad, y tiene las mejores tecnologías disponibles'. Ése es uno de los argumentos centrales. Volvamos a la anterior pregunta de por qué Europa se alineó con Finlandia. No quiero entrar en la lógica del complot mundial. La localización de una industria es resultado de un proceso complejo. Es algo que se va dando de la mano de muchos factores, uno de los cuales es la liberación del comercio. Europa se alineó porque ella defiende los mismos estándares tecnológicos y por tanto no van a condenar a Botnia. Es decir, Botnia está utilizando una tecnología que entra dentro de los estándares europeos. Ahora, ¿qué pasa con estos estándares europeos? Es como un libro de cocina que te dice: 'poné un poco de esto, un poco de esto otro'. Ese recetario es muy manipulable y es difícil de evaluar. El debate tecnológico
- El problema es cuando esos estándares, que son teóricos, se aplican sin más a geografías diversas.- Exactamente. Y ahí entonces vienen a tallar los expertos que, a través de modelizaciones computarizadas y mediante estudios proyectivos, dan su opinión sobre la base de la información que les provee la propia industria. Hay que comprender esto. Quien tiene las cartas a favor es la industria, porque es ella la que produce la información y al mismo tiempo -y este es un punto importante- tiene un peso determinante en la creación de los estándares. ¿De dónde vienen los famosos estándares BAT (Best Available Techniques), que en español se conoce como las Mejores Técnicas Disponibles? Estos estándares, estos criterios, son un conjunto de recomendaciones que están dentro de la directiva europea IPPC, sobre prevención y control de la contaminación procedentes de actividades industriales (cemento, minería, y demás) y que entró en vigor en 1997. Allí se habla claramente de "mejores estándares de reducción de la contaminación pero que no perjudiquen la competitividad europea". Entonces hay que tener muy en cuenta qué quiere decir "mejor técnica disponible". Disponible quiere decir que no perjudique la competitividad al mismo tiempo que reduce el impacto ambiental. Disponible quiere decir que no es una técnica emergente sino que está bien consolidada. No puede ser una técnica en experimentación. El concepto 'técnica' es más claro: son los distintos procedimientos. Los cuales son muchos y muy complejos, y a la vez se pueden combinar. ¿Cómo se deciden estos estándares? Es un proceso de concertación en el que participan los Estados miembro europeos, participan las ONGs europeas y participan los industriales. En este proceso se intercambia información, por ejemplo, sobre las plantas de celulosa existentes en Europa. Hay una variedad infinita de plantas de celulosa con distintas tecnologías. Unos tratan la pasta de celulosa de una manera y otras de otra. Es muy difícil poner esa información en común. Muchos no quieren compartir esa información por el secreto industrial. En fin, la cuestión es que en este proceso de intercambio de información hay muchas controversias y muchos debates que zanjar. Uno de ellos tuvo que ver con cuál es la mejor tecnología de blanqueo. La industria papelera ha sido muy cuestionada cuando se instaló el método Kraft, que es el método químico de cocción, de fabricación de la pasta. Y esto porque existe el otro método: el método mecánico. Con el método Kraft vino el tratamiento químico de la pasta. El problema que había antes era que la pasta salía muy oscura y no se hallaba la manera de blanquearla. Esto se solucionó con el método Kraft, que blanquea la pulpa de celulosa utilizando cloro elemental. Pero el cloro es muy contaminante y los lagos de Finlandia fueron destruidos. En el Golfo de Botnia murieron todos los peces y de ahí surge la preocupación europea por el medio ambiente. El Mar del Norte, el golfo de Botnia y toda esa zona, esa región es clave en la toma de conciencia ambiental. Alemania entra en el ambientalismo de la mano de la muerte del mar del Norte y del mar Báltico. En fin, lo que quiero decir con esto es que en 1990 las empresas de fabricación de celulosa tienen que innovar por la transformación de los estándares. Los Estados las obligan a transformar sus técnicas. Y ahí introducen la famosa técnica ECF (Elementary Chlorine Free) y TCF (Totally Chlorine Free), sin ningún elemento clorado. Ahí se produce una especie de competencia tecnológica entre el sistema ECF, que sustituye el cloro elemental por el dióxido de cloro, y es más rentable económicamente y produce mejor papel, y el sistema TCF, totalmente libre de cloro, pero más caro, de menor rendimiento, y menos impacto ambiental. ¿Cómo se resolvió la cuestión? Las dos técnicas se instalaron porque había un hueco en el mercado que prefería comprar la pasta más ambiental (TCF). Pero la que terminó dominando en el mercado fue la tecnología ECF, que es la que tiene Botnia, porque le resulta más rentable. - Esta tecnología, ¿contamina o no?- Los expertos de la universidad de Helsinki -en Finlandia, país papelero, la universidad está muy vinculada a la industria y al comercio exterior- dijeron al principio que la ECF tenía más impacto. Entonces las industrias invirtieron en ella, que era más rentable, y dominaba el mercado, para reducir los márgenes de impacto ambiental. Y ahora lo que dicen los estudios es que la ECF iguala a la TCF. ¿Qué quiero decir con todo esto? Las tecnologías varían, se van innovando. Se las trata de hacer más o menos sustentables pero siguen siendo tecnologías industriales. Lo que hay que ver acá es el argumento que presenta Elías Matta, respecto de que en la cuenca del río Uruguay hay un problema de escala. Lo que ocurre es que en Europa no se pueden tener industrias de esta escala. Se las puede tener en América, por una cuestión de flexibilidad de la normativa. - Pensemos que Botnia-UPM produce 1.000.000 de toneladas/año de pasta de celulosa...- Con esta escala no podría existir en Europa. Aparte no hay con qué alimentarla. Ningún país europeo toleraría una planta de esa dimensión. La cuestión es el modelo de desarrollo
- Es decir, allá no tendría licencia social.- Ése es el punto clave. Porque lo que yo creo es que no importan tanto entrar en el detalle tecnológico, alrededor de qué sistema es mejor, si el TCF o el ECF. Ése es un callejón sin salida. Porque la normativa europea ya zanjó eso. Para la normativa europea las dos son las mejores técnicas disponibles. Aquí la cuestión es qué modelo de desarrollo queremos para América Latina y para la región del litoral del río Uruguay. Entonces ahí aparece el sentido de la lucha de Gualeguaychú diciendo que no quiere este modelo de desarrollo hipercapitalista que no emplea gente. Las plantas de celulosa funcionan con 300 empleados. Y los empleados que están trabajando en Botnia no son en su mayoría gente de Fray Bentos. - ¿En Europa las poblaciones se resisten a determinados emprendimientos?- Pasa todo el tiempo. Las cuestiones sensibles son la energía nuclear, los desechos nucleares, la nanotecnología, las biotecnologías, las antenas de telefonía celular. La cuestión de la telefonía celular está en el centro de la agenda. La gente no quiere tener antenas de telefonía celular al lado de sus casas. Y empieza a transformar este tópico en un problema político central. Y hay en juego, por cierto, muchos intereses económicos. Lo nuclear en Francia tiene más de 50 años de preocupación.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios