“Ninguna política de inclusión puede darse degradando la educación”
El estado de la educación argentina y los desafíos que enfrenta. El país y la agenda del futuro. Aquí la visión de Héctor Sauret, rector de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU). El académico conversó días atrás con EL DIA y Radio Cero.Por Gustavo Carbone y Marcelo Lorenzo - El centro regional Gualeguaychú de la Universidad de Concepción del Uruguay, del cual usted es rector, cumple 21 años. ¿Qué le sugiere este evento?Héctor Sauret:- Antes que nada, si me permiten, quisiera decir que soy discípulo de una gran figura de Gualeguaychú, el doctor Ricardo "Patín" Irigoyen. Cuando lo conocí había una gran diferencia de edades entre nosotros. Él estaba con su vida culminada y era gobernador electo de Entre Ríos en 1962. Muchas ideas suyas fueron incorporadas a mi visión. La primera era el sentido estratégico con que concebía al Río Uruguay. Sin dudas era un hombre que comprendía la importancia territorial del departamento Gualeguaychú. Sin embargo, él sabía que Entre Ríos heredaba un problema crucial, que era la fractura de su mercado interno. Fue el primer dirigente importante de Entre Ríos a quien yo le escuché plantear la necesidad de integrar las costas. En realidad integrar las 3 costas. Porque Entre Ríos tiene una costa interna que es la costa del Gualeguay, que es tal vez el área más deprimida en término de desarrollo comparado respecto de las otras dos cuencas: el río Uruguay y el río Paraná. Entonces, hago mi introducción recordando con afecto al maestro, al político, al hombre que jugó un rol muy importante. Y creo que esa es la función también de la universidad. La universidad es un territorio de ideas, no el territorio del pensamiento único. Es el análisis, la reflexión sobre cómo una sociedad debe de asumir sus exigencias de desarrollo en términos de la diversidad. Precisamente, la universidad de Concepción del Uruguay es esa creación de lo diverso. Una iniciativa no gubernamental en término de una antigua sociedad educativa laica, generada por los vecinos de Concepción del Uruguay, con 134 años de vida en un país de 200 años de vida política. Con una vertiente central en la frontera oriental de Argentina, cual es el río Uruguay, que tiene que mirar naturalmente a los desafíos de integración nacional y regional. Pero como universidad tiene que también mirar al mundo. Y estamos en Gualeguaychú formando recursos humanos. Primero para cada una de las personas, pero fundamentalmente sabiendo que nuestros profesionales, van a cumplir un rol importante hacia el interior y el exterior del país. En este contexto, estamos muy satisfechos de estar cumpliendo un nuevo aniversario de nuestro Centro Regional. - ¿Cómo describiría la situación de la universidad dentro del marco educativo general?- Comencemos por hacer una breve referencia a la pirámide educacional argentina de los ciclos no universitarios. Es decir lo que podríamos llamar el acceso al mundo de las letras y del pensamiento de un niño, cómo está comparativamente, cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Hay que decir que el país había heredado en la última década una situación de deterioro muy extremo del sistema educativo preuniversitario. No tanto en lo que podríamos llamar el nivel primario y preescolar, pero sí en los niveles intermedios, en las diversidades de lo que popularmente se llama el secundario. Es decir la etapa que lleva a definir las vocaciones. La etapa en que sería importante que en el edificio psicológico y educativo de un estudiante se incorporen las metodologías de análisis. El lugar donde se define la lecto comprensión, la lecto escritura; tanto de la escritura formal como de la escritura informática. Allí el país tiene un problema serio de debilidad, de deficiencia, que no se va a resolver simplemente por una mayor asignación de presupuesto. Las encuestas Pisa (Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos) enseñan serenamente que si bien es importante asignar el 6 % del producto bruto al sistema educativo en términos generales, éste no es un tema solo de asignación monetaria. Este es un tema más complejo que implica por un lado un estudiante que aprenda y por el otro un maestro que enseñe. Esta cuestión de aprender y de enseñar requiere perseverancia y es importante que el país asuma que no se ha hecho bien esta relación de enseñar y de aprender. En general tenemos una universidad mejor hoy que 10 años atrás. Esta universidad tanto pública, como privada, está sometida a rendir cuentas. Y eso es bueno. Las universidades tiene que rendir cuentas de lo qué hacen, cómo lo hacen. Tienen que asumir aquellas cosas que hacen bien y tiene que admitir que hay cosas que no hacen bien. - Control de calidad, que le dicen.- Exactamente. Pero esto que podría ser lo natural, no lo ha sido. Voy a dar una referencia: 1995, presidencia del Dr. Carlos Menem, el Congreso de la Nación sanciona la Ley de Educación Superior. Esa ley ha generado efectos muy importantes en la universidad argentina. A saber: hay que tener un debate sobre la calidad. El debate de la calidad se ha encomendado a las universidades que fijan los estándares de calidad en el Consejo de Universidades, que es un órgano importante en donde coexiste todo el sistema universitario. Allí está el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) que agrupa a los rectores de las universidades públicas, y el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), que tengo el honor de presidir. Es en ese seno donde desde 1995-1996 se han fijado estándares que las instituciones tienen que cumplir para acreditar calidad en el grado y en el postgrado. En el grado, en las llamadas carreras de interés público, se han fijado estándares para la medicina, para las ingenierías, para la veterinaria, para el derecho, para los contadores. Esos estándares luego se tienen que acreditar ante la agencia federal que evalúa las acreditaciones. - ¿Se acreditan esos estándares, en un país que suele ser remiso a las evaluaciones?- Efectivamente. Creo que es importante que se atienda a las resoluciones de la comisión nacional de evaluación y acreditación universitaria para todo el sistema. Esas resoluciones, aún otorgando la acreditación, contienen recomendaciones de mejoramiento. Este proceso implica que se ha observado a las instituciones, evaluando sus debilidades y aconsejando las rectificaciones que tienen que asumir. Pocos graduados universitarios
- ¿La cantidad de egresados universitarios es compatible con el desarrollo del país, con su potencialidad?- No, no es compatible. Tenemos un grave déficit que es la tasa de expulsión. Si tomamos la cantidad de estudiantes que ingresan a la universidad con la cantidad de estudiantes que se gradúan, se va a encontrar que la tasa de deserción entre el segundo y el tercer año para la pública está en el 70 % y para la privada en el 30 %. Lo cual revela que el sistema no retiene ni gradúa en tiempo óptimo. Y esto es una ineficiencia grosera, grave, que hay que asumir y rectificar. No sólo existe la baja graduación de nuestros estudiantes. El otro problema es que existe en algunos casos divorcio entre la formación y lo que el mercado necesita. En algunas áreas hay vacancias. - De hecho algunas empresas se quejan de que no encuentran, en algunas áreas, mano de obra calificada... - Eso nos lleva a otro problema no menor y es la articulación entre el mundo de la educación y el mercado. Entre cómo formamos los recursos humanos y qué visión tiene el mundo de las corporaciones. Pero el mundo de las corporaciones también debe hacer una autocrítica. Ese mundo es el de la plusvalía. Eso debe ser así porque si una empresa no opera en término de cubrir sus costos esa empresa queda fuera del sistema. Pero hay que comprender que la universidad tiene otras finalidades que son humanísticas, que son de investigación y que son de transferencia. Dicho esto, la universidad tiene que asumir que debe mejorar su currículum, los tiempos en que forma a los profesionales y la revalidación de calidad con que los forma. Este proceso en la última década ha hecho un paso importante. Hoy las universidades no desconocen la importancia de someterse a evaluadores externos que marquen fortalezas, debilidades, rectificaciones y planes de mejora. Éste es un capítulo importante que Argentina ha asumido y cumplido. Y creería que es muy valioso que ustedes chequeen esta cuestión con rectores, con directores, con protagonistas de la vida universitaria de la región. Y que esto se entienda como una aporte a la protección del consumidor. La garantía constitucional en este aspecto indica que cuando alguien va a decidir dónde estudiar y cómo, lo haga en programas acreditados, lo cual tiene que ser publicitado por la institución educativa. Tiene que indicar como acreditó su programa de grado y de postgrado. - ¿Cuáles son las causas que están detrás de este desfase que hay entre la matrícula de los primeros años y el nivel de egreso? - Hay factores que tienen que ver con la sociedad, hay factores que tienen que ver con las personas. Entre los factores sociales cabe mencionar el tiempo universitario de una carrera de grado, por ejemplo, Ingeniería, Medicina o Abogacía, que están diseñadas para ser carreras de 5 o más años. Esa carrera de largo aliento tiene un conflicto con la condición humana, que está requerida de tener acceso a un trabajo con salario. Entre la tensión que genera alcanzar un trabajo para adquirir un salario y no perderlo y la exigencia del estándar de la universidad, hay un componente que a veces deriva en el abandono de los estudios. Hay otros componentes: la inmadurez o la falta de una detección de las vocaciones en el momento clave. La cultura de copiar y pegar
- Estas últimas deficiencias son achacables a la secundaria. ¿Es así?- En un punto sí, pero no sólo la secundaria. Hay lo que yo llamaría un conflicto entre el estilo de vivir y la necesidad de la cultura del esfuerzo. Las tecnologías informáticas han producido una nueva manera de ingresar en la cultura y esto es muy importante y positivo. Pero hay derivaciones que no siempre son positivas, como el copiar y pegar. El copiar y pegar no puede sustituir al método clásico de sentarse a leer. La lectura y el análisis, no son incompatibles con la informática. Y nadie puede suponer que va a ingresar al mundo del conocimiento científico, técnico o humanístico, copiando y pegando. Y este es un llamado de atención para los jóvenes y para los no tan jóvenes. - ¿Coincide con los que piensan que el desafío de Argentina es la educación? - Ésa no es una novedad. Esa es la Revolución de Mayo y el conflicto entre Sarmiento y Rivadavia. Vayamos a 1826: presidencia de Bernardino Rivadavia, becas del Colegio de Buenos Aires a las 13 provincias que conformaban aquella nación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, antes de que nos llamáramos Confederación, hacia 1833. Las becas de Bernardino Rivadavia cuando llegan a San Juan excluyen al joven Domingo Faustino Sarmiento. Y en carta amarga que éste último después reproduce en Recuerdos de Provincia, dice: "y la beca de Rivadavia tampoco la pude alcanzar por mi extrema pobreza". (...) Es decir, educación-exclusión, inteligencia-pobreza, son conflictos centrales que la revolución planteo, pero que no pudo resolver. Pero tampoco lo pudo resolver la república. Admitamos que la educación no es inclusiva, la educación es excluyente. Porque las evaluaciones deben ser severas y en consecuencias la cuestión no es bajar la exigencia sino aumentar la capacidad. - Sin embargo, hay cierta tendencia de época a poner énfasis en la inclusión, aun a costa de la calidad.- Examinemos. La exclusión en la educación no es una cuestión económica. Aclaro que estoy de acuerdo con que el Poder Ejecutivo Nacional otorgue la Asignación Universal por Hijo, frente a la pobreza. Aclaro que estoy de acuerdo con el principio de a cada cual según su necesidad y estoy de acuerdo con las convenciones colectivas de trabajo. Y aclaro que no hay contraste en tener un mercado interno solvente con salarios en alza y plena ocupación con el hecho de que tanto el trabajo como el estudio sean exigentes. Los estándares de calidad son fundamentales. Y ninguna política de inclusión puede darse degradando el estándar de calidad, porque sería un engaño. En el engaño no viene la inclusión, no viene el desarrollo ni tampoco la justicia social. En el engaño viene una situación de conflictividad superior. En Argentina hay un millón de jóvenes de entre 14 y 23 años que ni estudian ni trabajan. Y eso involucra a las altas clases sociales y a las bajas. Esa situación de marginalidad no es consecuencia de que la economía impide el acceso a la cultura, sino que es un problema más complejo, como lo ha enseñado con mucha claridad Monseñor (Jorge) Casaretto, quien ha hecho un llamado de atención en este sentido y el ministro (Alberto) Sileoni lo ha aceptado. Se discrepa si es un millón o quinientos mil. El ministro dice que son quinientos mil y monseñor dice que es un millón. Pero esto no es un problema cuantitativo, es cualitativo. Este es un problema cualitativo. Como es cualitativo el problema que sufren los niños entre el nacimiento y el segundo año de vida en la periferia de Gualeguaychú, respecto de sus proteínas y respecto de su nivel de salud neurológica. Esos chicos son irrescatables. Lo que hay que consolidar y las asignaturas pendientes - ¿No cree que la clase dirigente argentina tiene una visión provinciana de las cosas, en el sentido de que es remisa a considerar los cambios globales? Héctor Sauret:- Fue el problema de Osvaldo Magnasco. ¿Por qué deja el Ministerio de Educación en la presidencia de Roca a los 33 años? Él tenía una visión global. Había planteado la necesidad de relacionar industria y educación y una comunidad agroindustrial. Pero su menaje era superior a lo que toleraba aquella sociedad. Lo sancionaron. Es distinta la cuestión hoy. Incurriríamos en un error si hablásemos de la dirigencia en general. Las generalizaciones son riesgosas, porque generalmente son injustas. Lo que tal vez hay que decir, si me permiten, es que la sociedad argentina hoy tiene importantes conquistas que preservar e importante cantidad de asignaturas pendientes que resolver. Coincidiríamos en la necesidad de defender la institucionalidad, el Estado de Derecho, la vida republicana. Esta es una cuestión importante a partir de la restauración de la democracia en 1983. También creo que es importante admitir que el país tiene hoy mejores indicadores que respecto de la crisis de 2000-2001, y que se ha restablecido el principio virtuoso de la producción, del salario y del consumo. Y que las tasas de crecimiento del producto a niveles de un 7%, un 8% o más, constituyen un elemento importante para la bonanza de la Nación y su integridad. Dicho todo esto, conviene señalar que tenemos algunas asignaturas pendientes. En primer término hay que restablecer el principio de la credibilidad pública de las estadísticas. En segundo lugar, no es bueno que la república mantenga subsidios ilimitados que encubren los déficits energético, del transporte y de las comunicaciones. La república está perdiendo su autoabastecimiento petrolífero y gasífero (...) Desearía incorporar una tercera asignatura pendiente. El país tiene fortaleza en su potencial agropecuario, agroindustrial y de tecnologías mecánicas aplicadas al agro. En este sentido, no es mediante la interrupción de las exportaciones de productos básicos alimentarios como se va a contener el precio de la canasta familiar. Es un grave y peligroso error el de aquellas políticas que han llevado a interrumpir nuestros compromisos de exportación. Argentina tiene que potenciar sus capacidades alimentarias en un mundo que quiere comer. El ingreso de la República Popular China y de la India a una dieta alimentaria, por la cual millones de seres humanos comen todos los días cada día más y mejor, es un componente central de cambio en las relaciones internacionales. Y ahí sí es clave tener siempre una perspectiva global internacional. Argentina no va a reducir el costo de la canasta familiar dejando de exportar carnes rojas u otros productos. Por el contrario, la verdadera divisa fuerte de la economía argentina son las carnes rojas. Sin embargo hace 50 años que tenemos un stock vacuno congelado en 50 millones de cabezas, por debajo de lo que habían sido mercados tradicionales nuestros como el del Brasil, que pasó de 30 a 150 millones de cabezas. Nosotros tenemos que potenciar esa capacidad de exportación y tenemos que igualmente proteger la capacidad adquisitiva de nuestros salarios. Dos comentarios muy breves. Estuve visitando Roma, en la conmemoración del 150 aniversario de la unidad italiana, y los 200 años de la independencia Argentina, en el marco de la delegación de universidades públicas y privadas que concurrió al evento. Lo que yo aprendí es lo siguiente: la paridad monetaria del euro es una ficción. Una economía para tener una moneda que cotice por arriba del dólar, tiene que tener una economía con productividad superior a la economía del dólar o el yuan. Y la crisis griega, la debilidad de la economía italiana, la crisis española, la situación portuguesa e irlandesa, marcan que la pobreza existe en Europa. Y que esa pobreza se edulcora con planes de ajuste que no resolverán absolutamente nada. Pero lo más grave del edificio de la Unión Europea es el bloqueo proteccionista a las producciones básicas alimentarias, que es de un costo que no pueden cubrir con los recursos nacionales. Se apartaron de la economía clásica y no admiten que nuestra economía es más eficiente para producir alimentos en términos competitivos.
- ¿La cantidad de egresados universitarios es compatible con el desarrollo del país, con su potencialidad?- No, no es compatible. Tenemos un grave déficit que es la tasa de expulsión. Si tomamos la cantidad de estudiantes que ingresan a la universidad con la cantidad de estudiantes que se gradúan, se va a encontrar que la tasa de deserción entre el segundo y el tercer año para la pública está en el 70 % y para la privada en el 30 %. Lo cual revela que el sistema no retiene ni gradúa en tiempo óptimo. Y esto es una ineficiencia grosera, grave, que hay que asumir y rectificar. No sólo existe la baja graduación de nuestros estudiantes. El otro problema es que existe en algunos casos divorcio entre la formación y lo que el mercado necesita. En algunas áreas hay vacancias. - De hecho algunas empresas se quejan de que no encuentran, en algunas áreas, mano de obra calificada... - Eso nos lleva a otro problema no menor y es la articulación entre el mundo de la educación y el mercado. Entre cómo formamos los recursos humanos y qué visión tiene el mundo de las corporaciones. Pero el mundo de las corporaciones también debe hacer una autocrítica. Ese mundo es el de la plusvalía. Eso debe ser así porque si una empresa no opera en término de cubrir sus costos esa empresa queda fuera del sistema. Pero hay que comprender que la universidad tiene otras finalidades que son humanísticas, que son de investigación y que son de transferencia. Dicho esto, la universidad tiene que asumir que debe mejorar su currículum, los tiempos en que forma a los profesionales y la revalidación de calidad con que los forma. Este proceso en la última década ha hecho un paso importante. Hoy las universidades no desconocen la importancia de someterse a evaluadores externos que marquen fortalezas, debilidades, rectificaciones y planes de mejora. Éste es un capítulo importante que Argentina ha asumido y cumplido. Y creería que es muy valioso que ustedes chequeen esta cuestión con rectores, con directores, con protagonistas de la vida universitaria de la región. Y que esto se entienda como una aporte a la protección del consumidor. La garantía constitucional en este aspecto indica que cuando alguien va a decidir dónde estudiar y cómo, lo haga en programas acreditados, lo cual tiene que ser publicitado por la institución educativa. Tiene que indicar como acreditó su programa de grado y de postgrado. - ¿Cuáles son las causas que están detrás de este desfase que hay entre la matrícula de los primeros años y el nivel de egreso? - Hay factores que tienen que ver con la sociedad, hay factores que tienen que ver con las personas. Entre los factores sociales cabe mencionar el tiempo universitario de una carrera de grado, por ejemplo, Ingeniería, Medicina o Abogacía, que están diseñadas para ser carreras de 5 o más años. Esa carrera de largo aliento tiene un conflicto con la condición humana, que está requerida de tener acceso a un trabajo con salario. Entre la tensión que genera alcanzar un trabajo para adquirir un salario y no perderlo y la exigencia del estándar de la universidad, hay un componente que a veces deriva en el abandono de los estudios. Hay otros componentes: la inmadurez o la falta de una detección de las vocaciones en el momento clave. La cultura de copiar y pegar
- Estas últimas deficiencias son achacables a la secundaria. ¿Es así?- En un punto sí, pero no sólo la secundaria. Hay lo que yo llamaría un conflicto entre el estilo de vivir y la necesidad de la cultura del esfuerzo. Las tecnologías informáticas han producido una nueva manera de ingresar en la cultura y esto es muy importante y positivo. Pero hay derivaciones que no siempre son positivas, como el copiar y pegar. El copiar y pegar no puede sustituir al método clásico de sentarse a leer. La lectura y el análisis, no son incompatibles con la informática. Y nadie puede suponer que va a ingresar al mundo del conocimiento científico, técnico o humanístico, copiando y pegando. Y este es un llamado de atención para los jóvenes y para los no tan jóvenes. - ¿Coincide con los que piensan que el desafío de Argentina es la educación? - Ésa no es una novedad. Esa es la Revolución de Mayo y el conflicto entre Sarmiento y Rivadavia. Vayamos a 1826: presidencia de Bernardino Rivadavia, becas del Colegio de Buenos Aires a las 13 provincias que conformaban aquella nación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, antes de que nos llamáramos Confederación, hacia 1833. Las becas de Bernardino Rivadavia cuando llegan a San Juan excluyen al joven Domingo Faustino Sarmiento. Y en carta amarga que éste último después reproduce en Recuerdos de Provincia, dice: "y la beca de Rivadavia tampoco la pude alcanzar por mi extrema pobreza". (...) Es decir, educación-exclusión, inteligencia-pobreza, son conflictos centrales que la revolución planteo, pero que no pudo resolver. Pero tampoco lo pudo resolver la república. Admitamos que la educación no es inclusiva, la educación es excluyente. Porque las evaluaciones deben ser severas y en consecuencias la cuestión no es bajar la exigencia sino aumentar la capacidad. - Sin embargo, hay cierta tendencia de época a poner énfasis en la inclusión, aun a costa de la calidad.- Examinemos. La exclusión en la educación no es una cuestión económica. Aclaro que estoy de acuerdo con que el Poder Ejecutivo Nacional otorgue la Asignación Universal por Hijo, frente a la pobreza. Aclaro que estoy de acuerdo con el principio de a cada cual según su necesidad y estoy de acuerdo con las convenciones colectivas de trabajo. Y aclaro que no hay contraste en tener un mercado interno solvente con salarios en alza y plena ocupación con el hecho de que tanto el trabajo como el estudio sean exigentes. Los estándares de calidad son fundamentales. Y ninguna política de inclusión puede darse degradando el estándar de calidad, porque sería un engaño. En el engaño no viene la inclusión, no viene el desarrollo ni tampoco la justicia social. En el engaño viene una situación de conflictividad superior. En Argentina hay un millón de jóvenes de entre 14 y 23 años que ni estudian ni trabajan. Y eso involucra a las altas clases sociales y a las bajas. Esa situación de marginalidad no es consecuencia de que la economía impide el acceso a la cultura, sino que es un problema más complejo, como lo ha enseñado con mucha claridad Monseñor (Jorge) Casaretto, quien ha hecho un llamado de atención en este sentido y el ministro (Alberto) Sileoni lo ha aceptado. Se discrepa si es un millón o quinientos mil. El ministro dice que son quinientos mil y monseñor dice que es un millón. Pero esto no es un problema cuantitativo, es cualitativo. Este es un problema cualitativo. Como es cualitativo el problema que sufren los niños entre el nacimiento y el segundo año de vida en la periferia de Gualeguaychú, respecto de sus proteínas y respecto de su nivel de salud neurológica. Esos chicos son irrescatables. Lo que hay que consolidar y las asignaturas pendientes - ¿No cree que la clase dirigente argentina tiene una visión provinciana de las cosas, en el sentido de que es remisa a considerar los cambios globales? Héctor Sauret:- Fue el problema de Osvaldo Magnasco. ¿Por qué deja el Ministerio de Educación en la presidencia de Roca a los 33 años? Él tenía una visión global. Había planteado la necesidad de relacionar industria y educación y una comunidad agroindustrial. Pero su menaje era superior a lo que toleraba aquella sociedad. Lo sancionaron. Es distinta la cuestión hoy. Incurriríamos en un error si hablásemos de la dirigencia en general. Las generalizaciones son riesgosas, porque generalmente son injustas. Lo que tal vez hay que decir, si me permiten, es que la sociedad argentina hoy tiene importantes conquistas que preservar e importante cantidad de asignaturas pendientes que resolver. Coincidiríamos en la necesidad de defender la institucionalidad, el Estado de Derecho, la vida republicana. Esta es una cuestión importante a partir de la restauración de la democracia en 1983. También creo que es importante admitir que el país tiene hoy mejores indicadores que respecto de la crisis de 2000-2001, y que se ha restablecido el principio virtuoso de la producción, del salario y del consumo. Y que las tasas de crecimiento del producto a niveles de un 7%, un 8% o más, constituyen un elemento importante para la bonanza de la Nación y su integridad. Dicho todo esto, conviene señalar que tenemos algunas asignaturas pendientes. En primer término hay que restablecer el principio de la credibilidad pública de las estadísticas. En segundo lugar, no es bueno que la república mantenga subsidios ilimitados que encubren los déficits energético, del transporte y de las comunicaciones. La república está perdiendo su autoabastecimiento petrolífero y gasífero (...) Desearía incorporar una tercera asignatura pendiente. El país tiene fortaleza en su potencial agropecuario, agroindustrial y de tecnologías mecánicas aplicadas al agro. En este sentido, no es mediante la interrupción de las exportaciones de productos básicos alimentarios como se va a contener el precio de la canasta familiar. Es un grave y peligroso error el de aquellas políticas que han llevado a interrumpir nuestros compromisos de exportación. Argentina tiene que potenciar sus capacidades alimentarias en un mundo que quiere comer. El ingreso de la República Popular China y de la India a una dieta alimentaria, por la cual millones de seres humanos comen todos los días cada día más y mejor, es un componente central de cambio en las relaciones internacionales. Y ahí sí es clave tener siempre una perspectiva global internacional. Argentina no va a reducir el costo de la canasta familiar dejando de exportar carnes rojas u otros productos. Por el contrario, la verdadera divisa fuerte de la economía argentina son las carnes rojas. Sin embargo hace 50 años que tenemos un stock vacuno congelado en 50 millones de cabezas, por debajo de lo que habían sido mercados tradicionales nuestros como el del Brasil, que pasó de 30 a 150 millones de cabezas. Nosotros tenemos que potenciar esa capacidad de exportación y tenemos que igualmente proteger la capacidad adquisitiva de nuestros salarios. Dos comentarios muy breves. Estuve visitando Roma, en la conmemoración del 150 aniversario de la unidad italiana, y los 200 años de la independencia Argentina, en el marco de la delegación de universidades públicas y privadas que concurrió al evento. Lo que yo aprendí es lo siguiente: la paridad monetaria del euro es una ficción. Una economía para tener una moneda que cotice por arriba del dólar, tiene que tener una economía con productividad superior a la economía del dólar o el yuan. Y la crisis griega, la debilidad de la economía italiana, la crisis española, la situación portuguesa e irlandesa, marcan que la pobreza existe en Europa. Y que esa pobreza se edulcora con planes de ajuste que no resolverán absolutamente nada. Pero lo más grave del edificio de la Unión Europea es el bloqueo proteccionista a las producciones básicas alimentarias, que es de un costo que no pueden cubrir con los recursos nacionales. Se apartaron de la economía clásica y no admiten que nuestra economía es más eficiente para producir alimentos en términos competitivos.
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