
Este año, nadie se presentó en la guardia por lesiones de cohetes. Sin embargo, en la primera hora de 2019 se respetó menos la ordenanza "Pirotecnia Cero" con respecto a las fiestas 2018. Aun así, reconocen que el uso de fuegos artificiales sigue siendo mucho menor desde que se sancionó la norma.
La Guardia del Hospital de Gualeguaychú no pasó mayores sobresaltos en los últimos minutos de 2018 y los primeros de 2019. A diferencia de lo que ha ocurrido años atrás, donde la cantidad de personas que resultaban lesionadas por la manipulación de pirotecnia llegaban a contabilizarse por docenas, en este año nuevo no hubo personas afectadas.
La nula presencia de heridos por pirotecnia en el hospital se debió seguramente a la gran baja de su utilización a partir de la sanción de la ordenanza que prohíbe la tenencia, transporte, venta y uso de pirotecnia dentro del ejido de Gualeguaychú.
Sin embargo, desde el grupo TGD Padres TEA (Trastornos del Espectro Autista) afirmaron que durante los festejos para recibir el 2019 aumentó el uso de fuegos artificiales con respecto al año anterior.
Tanto en las zonas céntricas de la ciudad como en la periferia, se pudo escuchar varias explosiones y se pudieron apreciar demasiadas luces en el cielo, a pesar de la prohibición que rige en la ciudad a partir de la sanción de la ordenanza conocida como "Pirotecnia Cero".
Según las asociaciones en contra de los fuegos artificiales, esto marca un pequeño retroceso con lo conseguido en el fin de año 2017/2018, cuando el uso de cohetes y cañitas voladoras fue casi nulo durante las dos festividades.
"Nosotros sabemos que este es un camino largo de recorrer porque es un punto más entre nosotros el tema de la pirotecnia. Se está trabajando en todo el país en el tema de la concientización porque realmente hay chicos que la pasan muy mal durante las fiestas", reflexionó ante ElDía Carina Leonardi, quien además de ser parte del grupo también es mamá de Magno, un niño que fue diagnosticado con Trastorno General del Desarrollo (TGD) no especificado.
"La tolerancia a veces es una de las cosas que más faltan, y no reconocer que hay gente que la pasa realmente mal y que uno puede ayudar con poquito muchas veces no se tiene en cuenta. La verdad que la Navidad fue fantástica, fue muy poquito lo que se tiró, y en Año nuevo fue bastante más", manifestó.
Sin embargo, Leonardi enfatizó un hecho que no es poco significativo: aunque durante la primera hora del 1 de enero se tiraron más fuegos artificiales que hace un año atrás, el uso actual de la pirotecnia sigue siendo muchísimo menos que la que se tiró en las fiestas de 2016, las últimas antes de la sanción de la ordenanza "Pirotecnia Cero".
"Si bien este Año Nuevo hubo más en comparación a un año atrás, la diferencia sigue siendo notable con respecto a las fiestas que vivíamos antes de la ordenanza. Creo que con reforzar las campañas de concientización durante este año y luego en el futuro, con el tiempo lograremos que las personas se solidaricen y terminen con esta práctica", concluyó de manera esperanzadora.
Los que más sufren las fiestas
Los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) y Trastornos del Espectro Autista (TEA) son un grupo de trastornos que afectan básicamente la posibilidad de comunicarse y de interactuar de las personas. Lógicamente, alteran también la interacción con su entorno inmediato y, al no ser considerado una enfermedad - "es una condición", repiten una y otra vez quienes asumen el dificultoso camino de la concientización- no tiene cura. Aunque sí existen diversas herramientas para mejorar las limitaciones que en un principio plantean estos trastornos. Estas personas son las que más sufren con los fuegos artificiales.
El sufrimiento que producen los cohetes en los niños con alguno de estos trastornos son terribles: hubo caso de chicos que se han perforado los tímpanos metiéndose los dedos en los oídos, asustados por los ruidos; personas que se alteran y salen corriendo y que se desorientan.