“No somos muy amigos del árbol”
En el casco urbano hay un déficit de árboles. Se necesitaría un 50% más. La tasa de forestación está por debajo de lo recomendable. A los gualeguaychuenses, ¿les interesa el tema? ¿Cómo tratan a las plantas? ¿Qué árbol prefieren? El DIA conversó con el ingeniero Emilio Montefinale, titular de Espacios Verdes municipal.Marcelo Lorenzo - ¿Cuántos árboles tiene Gualeguaychú?Emilio Montefinale:- Hicimos un censo hace algunos años, que fue bastante abarcativo, ya que relevó 1.000 manzanas. De acuerdo a nuestras proyecciones, estimamos que hay alrededor de 30.000 árboles. Esto contemplando todos los barrios nuevos, las nuevas calles y avenidas. No incluimos ahí al Parque Unzué y algunas plazas. Cuando hablamos del arbolado urbano hablamos del arbolado de alineación, del de vereda, que nos ofrece algún servicio. Esto es importante: el arbolado urbano es un servicio. El árbol nos está brindando un servicio. A este concepto no se lo suele entender.- ¿Cuál es la especie dominante del arbolado urbano de la ciudad?- El 67 % son fresnos. El 37 % son fresnos masculinos, y el 30 % son fresnos femeninos. A alguna gente le suele molestar el fresno femenino, porque tiene esa semillita que a veces tapa las canaletas. Con respecto a esta especie, suele haber cierta ambivalencia; es como que despierta amor y odio (...) El fresno no es de esta geografía. El fraxinus pennsylvanica es originario del sur de Estados Unidos. Su cultivo se ha difundido en todo el Río de la Plata, por sus características similares a su tierra de origen. Tiene un gran margen de propagación. Crece a distintas altitudes. Eso es lo que le da plasticidad a la especie.- La del fresno es una hegemonía importante. ¿Es una elección de los vecinos?- Siempre ha sido un árbol accesible. Creo que esto ha incidido. Muchas veces se iba a Ñandubaysal a buscar fresnos. Crece espontáneamente en distintos lugares. Es fácil conseguirlo. Por otro lado, es un árbol que gusta y cumple varias funciones positivas. El follaje tiene rápido crecimiento. Provee una excelente sombra; es el mejor, tiene el follaje bien denso. Es noble porque no lo ataca casi ninguna enfermedad. Es resistente a los vientos. Sus ramas son muy flexibles. Voltea las hojas rápido. Eso es importante. Permite el sol en el invierno. Es una especie de hoja caduca. Tiene ventajas en cuanto al porte estructural: uno lo puede manejar muy bien con las podas. En suma, tiene muchas cualidades.- ¿Tiene aspectos negativos?- Están ligados a su crecimiento, aunque a veces esto tiene que ver con la especie que se plantó. La objeción más importante, por tanto, es el levantamiento de las veredas. Y como dije, lo que tiene en contra es que la semilla de la planta femenina es molesta. Es la que más perjudica los desagües y canaletas.- ¿Por qué especies está compuesto el resto del arbolado urbano?- Le sigue el ligustro disciplinado con un 15%. Se lo elige porque es lindo y chiquito, y no levanta las veredas. Después hay variedades con porcentajes pequeños. El paraíso y la espumilla andan en un 5% cada uno. El limpiatubos representa el 3%, y el ligustro común un 2%. Después vemos paraíso sombrilla, laurel de jardín, jacarandá, plátano, ceibo, lapacho, pata de vaca, acer negundo, suspiros, ciruelo rojo, rus. Todo esto configura un 3% del total. Pero por lejos, quien domina es el fresno.- El ligustro disciplinado, no obstante, es un 15%...- Es cierto. Se lo ve en calle 25 de Mayo (desde el Hospital) y calles Urquiza y Rocamora. Tengo entendido que este árbol fue patrocinado en un momento por el municipio, quien compró ejemplares, los repartió y los plantó. Y a la gente le gusta, porque es una variedad que se puede manejar como topiario. Es decir se puede amoldar de acuerdo a una forma geométrica. Además, se puede mantener relativamente bajo. La contra que tiene es que degenera porque es de injerto. A veces forma una semillita violácea que mancha los vehículos y eso molesta a alguna gente.El déficit del arbolado- Usted habló de 30 mil ejemplares. ¿Estamos bien o se necesitan más?- Hoy no llegamos a 5 árboles por cuadra. Lo óptimo sería andar entre los 8 y los 10. Estimo que necesitaríamos un 50% más de árboles. Pero también todo depende de las cuadras. Algunas están totalmente peladas, y otras están muy bien arboladas. Es difícil determinar lo óptimo. Visto desde esta perspectiva, nosotros compensamos por la cantidad de espacios verdes, como el Parque Unzué y otros lugares que nos dan muchos metros. Hay estimaciones en función del oxígeno. Es decir, cuantos árboles se necesitan para producir la cantidad de oxigeno que consume un humano...- ¿Cuál es la actual tasa de forestación en la ciudad? ¿Es la ideal?- Nosotros estamos por debajo de 600 árboles al año. Tendríamos que estar plantando 1.000 unidades. Por tanto, la tasa de forestación no es la ideal. Hay toda una cuestión con la pérdida de árboles de alineación, que hay que ir reponiendo. Nosotros autorizamos extracciones, y después hay que replantar. Hay árboles que alguna vez estuvieron en pie en las veredas y desaparecieron con el tiempo. Por tanto hay que avanzar con el reemplazo de árboles.- ¿La gente acompaña con esta política de reposición necesaria?- Hay varios factores en juego. Depende también de la zona de la que estemos hablando. Por ejemplo, si hablamos del microcentro y algunas avenidas, tenemos el problema con el comerciante que por ahí prioriza lo que es la publicidad. Es decir, privilegia los carteles. Ahí entramos en colisión, entonces. En ocasiones tratamos de persuadir al comerciante de que no saque el árbol. Demostrarle que el ejemplar no es el culpable de que no venda.- ¿Están lo que sacan el árbol de la vereda sin avisar?- Sí claro. Aunque nosotros tenemos varias vías para enterarnos. Podemos identificar a esa persona y demostrar lo que hizo. También nos damos cuenta cuando se envenena deliberadamente un árbol. Tenemos casos de este tipo. Antes de sacar un árbol hay que avisar. La mayoría de la gente es respetuosa de esta regla. Nos llama, nos pide autorización y nosotros le mandamos un inspector. Se trata de ver cuál es el problema que está originando el árbol. Hay distintas situaciones. La más común es cuando el árbol llegó a su diámetro máximo. Por otro lado tenemos los ejemplares que están con algún tipo de riesgo inminente de caída, por ejemplo por pudrición. Después tenemos los casos de árboles que han generado daños irreversibles. Por ejemplo los que están plantados arriba de una cloaca. En otros casos, el ejemplar obstruye una puerta de ingreso, y se impone hacer una reforma edilicia importante. A veces se viene por un árbol o por cinco para sacar.Sacar, para reponer después- ¿Cuál es la política que siguen en estos casos?- Hay que tratar de compensar. Autorizamos la extracción, por lo general, mientras se logre reponer la vegetación perdida. Es importante recordar que en las zonas donde hay red de gas natural, no sólo hay que hacer trámites ante el municipio, sino ante Gas Nea, cuyos inspectores tienen que estar el día en que se saca el árbol. Son cuestiones a tener en cuenta (...) Primero, reitero, tratamos de salvar el árbol a toda costa. Si no queda más remedio, autorizamos la extracción. En esto somos burocráticos. Lo hacemos a propósito, porque queremos que la gente lo piense. La política que seguimos emana de la ordenanza N°10.432, del año 2000, que protege el arbolado urbano. Esa norma establece la responsabilidad de cada uno, y especifica el régimen de sanciones. Allí se dice que las extracciones deben estar autorizadas. El frentista tiene que hacerse cargo de la operación, el costo que ello conlleva, más el traslado de las ramas. El municipio lo que hace es retirar el tronco, el cual después se usa en la carpintería. Si el vecino nos convence de que hay que extraer, en ese caso nosotros lo obligamos a reponer ejemplares. Todo depende de la situación.- La idea, entonces, es que el que saca, repone.- Eso lo establecemos de común acuerdo. Lo tenemos especificado en la ordenanza. Cuando planteamos a algunos vecinos que necesitamos cinco ejemplares, porque dos plantamos en su vereda, pero el resto en otra parte de la ciudad, ahí patalean todos. Nadie quiere comprar. Y se generan algunos problemas.- ¿Qué precio tienen los árboles?- Depende la especie. Un fresno por ahí vale 15 pesos a raíz desnuda. Y si hablamos de un lapacho amarillo, un tilo, tenemos que hablar de arriba de los 100 pesos. Depende también del porte y si el árbol es de injerto o no.- ¿Desde la municipalidad están propiciando alguna especie?- En su momento se compraron ejemplares. Uno de nuestros roles es dar el puntapié inicial. Insistimos bastante con el lapacho amarillo. Gusta mucho, y es un ejemplar rústico que tolera bien la poda. Cuando hablo de poda, me refiero a la conductiva, no al tronchado. Conductiva para manejar un árbol con un buen fuste, con una copa esbelta, armada arriba de los cables. Después está la poda de "escamonda", por la cual se busca eliminar ramas para mantener libre los cables, por arriba de la luminaria, asegurando que el árbol siga brindando un buen servicio de sombra. Otra especie que estamos propiciando son las patas de vaca; la blanca o la rosada. La blanca es la mejor, anda bien. Después el ciruelo rojo, lo mismo el ligustro. Hay otras variedades de fresno que andan muy bien. Como el fraxinus ornus, que es el fresno de flor, que hemos plantado en la zona de Avenida Parque. A las especies que plantamos las tenemos bajo observación. Para ver si resultan hay que esperar años.- Con respecto a la forestación, ¿ustedes reparten ejemplares a algunos barrios?- A veces implementamos un sistema de compra de árboles para llevarlos a algunos barrios. En este caso llevamos la especie y la gente tiene que plantarlo. Hemos hecho más plantaciones en lugares públicos, cerca de escuelas o avenidas. No hemos hecho compras masivas de árboles. No tenemos vivero por una cuestión de costos. Y un emprendimiento de ese tipo lleva años para que entre en producción. Hemos hecho campaña con Medio Ambiente para que la gente plante. Si no en la vereda, al menos en el patio de la casa. El objetivo es que plante. Afortunadamente hay gente que dona y eso nos permite llevar ejemplares, por ejemplo, a alguna escuela de barrio"No somos muy amigos"- ¿Cuál es la idiosincrasia del gualeguaychuense respecto de los árboles?- Es difícil generalizar. Pero creo que colectivamente no nos damos cuenta de la importancia del árbol. La verdad es que no somos muy amigos de él. Y esto lo digo, comparando la conducta nuestra con la de vecinos de otras ciudades. A veces, vemos los árboles como una molestia. No lo visualizamos como un ser vivo que cumple una función vital para nosotros. Nos acordamos de él en el verano, cuando necesitamos sombra. Hay mucha gente que cree que esto es un asunto de la municipalidad. No asume la responsabilidad que le cabe. Se desentiende de la vereda. No piensa que el árbol es la extensión de su casa. Hay quienes tienen plata para muchas cosas, pero no quieren gastar nada para el árbol. Pienso que lo ideal no es regalar ejemplares. Porque tenemos una tendencia a cuidar aquello que algo nos costó. Cuando a uno le regalan algo, no lo cuida. Eso nos pasa muchísimo. A veces hacemos un gran esfuerzo desde el municipio para conseguir las especies. Pero después es como que todo cae en saco roto. Hay gente que no quiere saber nada con el árbol. No quiere que la rompan la vereda que armó, y donde no dejó espacio para la vegetación. Uno trata de concientizar por las buenas. Si nos ajustáramos totalmente a la ordenanza, tendríamos que andar con cara de perro y cobrar muchas más multas de las que cobramos. Pero no hay que renunciar a explicar (...) A esto lo analizo bastante y me pregunto como funcionario qué estoy haciendo mal. Me planteo si he hecho lo suficiente. Tengo que hacer autocrítica, obviamente. No sé. Pero también sé que hemos llevado árboles a muchos barrios, y a los vecinos no les ha interesado. Puedo tener mucha voluntad, incluso dinero, pero si la gente no acompaña, la cosa no avanza.- ¿Contra qué práctica negativa tienen que lidiar desde Espacios Verdes?- Contra la poda indiscriminada. Hay gente que se pone a podar porque no tiene otra cosa que hacer. Otros se apuran a actuar, porque la municipalidad no llega con la celeridad que ellos pretenden. Hay gente con tolerancia cero. Es cierto, nosotros tenemos falencias. La ciudad creció mucho, y nuestra capacidad de respuesta no es inmediata. Nosotros hacemos campañas para educar sobre la existencia de un ciclo de poda. Además hemos propiciado la creación de pequeñas empresas que se dediquen a la poda racional. Ocurre que este tipo de actividad lo realiza por lo general un changarín -contratado por el vecino-, que no tiene la preparación necesaria (...) Nosotros hacemos campañas más intensas para promover la plantación, entre el 29 de agosto -día del Árbol- y el 30 de septiembre.Las virtudes del árbol
Los árboles tienen un papel importante en la disminución de la polución. Su función ecológica es clave, y hoy más que nunca, precisó Montefinale. No sólo dan la reparadora sombra en verano."Todo el polvo que está suspendido en el aire es absorbido por el árbol, quien tiene una gran capacidad de retención. También el árbol atempera los ruidos, en una ciudad con cada vez más vehículos. Y por supuesto, proporciona oxígeno, purifica el aire", destacó al respecto.Además aquí, en la provincia de todos los verdes, los árboles cumplen una función estética notable, muy demandada por los turistas y visitantes, que suelen vivir en el cemento de las grandes ciudades.Por otro lado, indicó, que al árbol cada vez "se le descubren más propiedades. Algunas se pueden cuantificar. Pero otras no, son intangibles. Por ejemplo, ¿cuánto vale la sombra? Sabemos, sí, cuánto dióxido de carbono puede fijar un árbol y cuánto oxígeno puede emitir. Eso se puede medir. Y de hecho, en virtud de estas cualidades, se puede fijar un precio económico. Pero hay cosas que no se pueden calcular. ¿Cuántos animales alberga un árbol? ¿Cuánto vale su floración? ¿Cuánta vida concentra?"El otro aspecto clave es el cultural. "El árbol también nos da identidad. Identidad como pueblo, determina una calle, determina un lugar", resaltó el entrevistado.Está la importancia de las especies autóctonas. "Si uno va al Parque Unzué se topa con una especie autóctona, el espinillo, que nos identifica. Si ve el ceibo también".Los límites del damero español
La ciudad de Gualeguaychú no fue diseñada para tener árboles. El típico modelo español del siglo XVIII, dotado de veredas angostas, no tenía previsto el arbolado.Eso explicó Emilio Montefinale, quien reconoció lo difícil que resulta de entrada la forestación en un contexto urbano tan estrecho. Con calles de 15 metros y veredas de poco más de 2 metros, la ciudad pone un límite al desarrollo de las especies arbóreas."Esto está ligado a la matriz del casco original", sostuvo. En efecto, el modelo urbanístico que siguieron los conquistadores españoles en estas tierras respondió al dibujo del "damero".Emulando el tablero de damas o ajedrez, las villas españolas eran peatonales, que estaban diagramadas para que la gente pudiera movilizarse a pie. El centro del espacio, sin embargo, estaba formado por un cuadrado más grande ocupado por la plaza mayor."Alrededor la plaza se distribuían las manzanas; los solares como le decían. Es decir, originariamente no había veredas", afirmó el entrevistado, quien aclaró que en los barrios nuevos que se están construyendo se destina más superficie a los espacios verdes."A Urdinarrain, por ejemplo, uno le envidia las veredas que tiene. Lo mismo Mendoza, Capital Federal o La Plata. Es decir, el diseño nuestro es una limitante importante para el arbolado", apuntó.
Los árboles tienen un papel importante en la disminución de la polución. Su función ecológica es clave, y hoy más que nunca, precisó Montefinale. No sólo dan la reparadora sombra en verano."Todo el polvo que está suspendido en el aire es absorbido por el árbol, quien tiene una gran capacidad de retención. También el árbol atempera los ruidos, en una ciudad con cada vez más vehículos. Y por supuesto, proporciona oxígeno, purifica el aire", destacó al respecto.Además aquí, en la provincia de todos los verdes, los árboles cumplen una función estética notable, muy demandada por los turistas y visitantes, que suelen vivir en el cemento de las grandes ciudades.Por otro lado, indicó, que al árbol cada vez "se le descubren más propiedades. Algunas se pueden cuantificar. Pero otras no, son intangibles. Por ejemplo, ¿cuánto vale la sombra? Sabemos, sí, cuánto dióxido de carbono puede fijar un árbol y cuánto oxígeno puede emitir. Eso se puede medir. Y de hecho, en virtud de estas cualidades, se puede fijar un precio económico. Pero hay cosas que no se pueden calcular. ¿Cuántos animales alberga un árbol? ¿Cuánto vale su floración? ¿Cuánta vida concentra?"El otro aspecto clave es el cultural. "El árbol también nos da identidad. Identidad como pueblo, determina una calle, determina un lugar", resaltó el entrevistado.Está la importancia de las especies autóctonas. "Si uno va al Parque Unzué se topa con una especie autóctona, el espinillo, que nos identifica. Si ve el ceibo también".Los límites del damero español
La ciudad de Gualeguaychú no fue diseñada para tener árboles. El típico modelo español del siglo XVIII, dotado de veredas angostas, no tenía previsto el arbolado.Eso explicó Emilio Montefinale, quien reconoció lo difícil que resulta de entrada la forestación en un contexto urbano tan estrecho. Con calles de 15 metros y veredas de poco más de 2 metros, la ciudad pone un límite al desarrollo de las especies arbóreas."Esto está ligado a la matriz del casco original", sostuvo. En efecto, el modelo urbanístico que siguieron los conquistadores españoles en estas tierras respondió al dibujo del "damero".Emulando el tablero de damas o ajedrez, las villas españolas eran peatonales, que estaban diagramadas para que la gente pudiera movilizarse a pie. El centro del espacio, sin embargo, estaba formado por un cuadrado más grande ocupado por la plaza mayor."Alrededor la plaza se distribuían las manzanas; los solares como le decían. Es decir, originariamente no había veredas", afirmó el entrevistado, quien aclaró que en los barrios nuevos que se están construyendo se destina más superficie a los espacios verdes."A Urdinarrain, por ejemplo, uno le envidia las veredas que tiene. Lo mismo Mendoza, Capital Federal o La Plata. Es decir, el diseño nuestro es una limitante importante para el arbolado", apuntó.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios