CASO ABIERTO HACE 20 AÑOS
Nueva excavación para buscar a la familia Gill: ¿Qué resultados arrojó?

A veinte años de la desaparición de la familia Gill –Rubén “Mecho” Gill y Margarita Gallegos, los padres, y María Ofelia, Osvaldo José, Sofía Margarita y Carlos Daniel, los hijos– el misterio se agiganta y ninguna pista de las muchas que se han seguido permiten avizorar cuál fue su destino final.
Este miércoles se realizó una nueva excavación en la zona de la estancia La Candelaria, en Crucesitas Séptima (departamento Nogoyá), donde “Mencho” Gill realizaba trabajos para el dueño del campo, Alfonso Francisco Goette, muerto en un accidente de tránsito la noche del jueves 16 de junio de 2016. Otra vez, el resultado fue negativo.
Respecto a si dan por cerrada la búsqueda en el campo, el juez Gustavo Acosta, titular del Juzgado de Garantías de Nogoyá, a cargo de la causa desde 2015, afirmó que “no. Seguimos en busca de testimonios y de otras pistas o hipótesis. Se agotó este sector a partir de los datos que aportó un testigo, pero la investigación sigue”.
La búsqueda
El 5 de febrero de 2018 el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, desde 2015 a cargo de la causa por averiguación de paradero, encabezó un procedimiento en La Candelaria: a partir de los datos aportado por Armando Nanni, un testigo que apareció tras la muerte del dueño del campo, Francisco Goette, en 2016, y que está convencido de que los Gill están muertos y enterados en el mismo lugar adonde vivieron, la estancia de Crucesitas Séptima.
En octubre de 2017 hubo un allanamiento a la estancia y Nanni marcó dos lugares posibles. La Justicia contrató a una empresa especializada en excavaciones, que después de una ardua tarea de días en jornadas de intenso calor no encontró nada.
La última vez que se los vio con vida a los Gill fue el 13 de enero de 2002, en Viale, a treinta kilómetros de La Candelaria, el campo en el que vivían y donde el hombre trabajaba como peón.
Al día de hoy, nadie sabe nada de “Mencho” Gill, de 56 años en ese momento, su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, ni de sus hijos María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2.
No aparecen en registros oficiales ni migratorios, nunca tuvieron trabajos registrados ni los chicos nunca fueron inscriptos en ninguna escuela. Ninguno de ellos fue detenido ni se presentaron a votar.
La investigación comenzó tarde, tuvo mucho de negligencia e impericia y no ha arrojado ninguna pista que permita desentrañar el misterio.
El expediente todavía conserva la carátula de “averiguación de paradero”, sin imputados ni responsables.
Llegar tarde
Los parientes se enteraron de la desaparición de la familia recién después de tres meses. Fue el patrón, Alfonso Goette, quien les avisó. Se presentó el 3 de abril en la casa de Luisa, una hermana de Mencho, preguntando por ellos. Les dijo que habían salido de vacaciones y que no regresaron; sugirió que podrían estar en la casa de unos parientes en Santa Fe o que tal vez habían viajado a buscar otro empleo en el norte.
La familia siempre lo apuntó como sospechoso y nunca creyó que se hubieran ido por su cuenta; no conciben que nunca más se comunicaran con ellos.
María Adelia Gallegos, la madre de Margarita, aseguró que “el error es buscarlos vivos, porque ellos ya están muertos y enterrados” y volvió a apuntarle al dueño del campo: “Para mí tienen que buscar donde vivían, que es el campo de Alfonso Goette”.
En la casa, un galpón dentro de la estancia, nada hacía presumir que se hubieran marchado: allí quedaron sus muebles, electrodomésticos, documentos, ropas. Margarita dejó sueldos sin cobrar en la escuela donde trabajaba como cocinera.
Pero el juez de Instrucción de Nogoyá, Jorge Sebastián Gallino, se inclinó por la hipótesis que apuntaba a que la familia se había ido de vacaciones, que tal vez habían conseguido otro trabajo y por eso no habían regresado.
Recién en julio de 2003, es decir, 18 meses después de la desaparición, el juez ordenó la primera inspección en la estancia La Candelaria. Sin resultados. En los años posteriores se hicieron relevamientos, rastrillajes, excavaciones, controles de fronteras, se tomaron testimonios. Tampoco surgieron datos.
En 2019 se incorporó a la búsqueda el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Desde entonces han estado casi una decena de veces en Entre Ríos para dar con alguna pista de la familia Gill. De momento, nada.
Fuente: Entre Ríos Ahora