BÁSQUET
Opinión: Claves para entender el Torneo Federal y no morir en el intento
La tercera categoría del baloncesto profesional en Argentina pasó a ser un torneo inviable, extremadamente caro, largo, con apenas dos ascensos y sin plazas fijas. Un torneo sin igual, un claro reflejo de lo que atraviesa el básquet argentino en este momento. Habrá que encontrarle algún atractivo más de manera urgente.
Por Daniel Serorena
Resulta muy difícil de explicar un torneo con 100 equipos, repartidos por casi todo el país, donde ninguno de los inscriptos tiene asegurada una plaza en la tercera categoría del baloncesto argentino y solamente dos de ese centenar, podrán acceder mediante un ascenso deportivo a la Liga Argentina.
Dentro de un torneo ilógico por donde se lo quiera ver, la regionalización del mismo y el formato de disputa se ajusta a sea ilógica. La Conferencia Litoral tiene 16 equipos, pero no se dividieron en dos zonas de 8 elencos como hubiera sido normal. Por cuestiones de regionalización, 7 equipos de Entre Ríos (Central Entrerriano, Neptunia y Racing de Gualeguaychú, Atlético Tala, Bancario de Gualeguay, San José y Ferro de Concordia) juegan en una zona y en la restante se ubican tres equipos de Paraná (Olimpia, Paracao y Sionista), Santa Paula de Gálvez, Almagro de Esperanza y cuatro elencos rosarinos (El Tala, Provincial, CAOVA y Sportsmen Unidos).
Al no haber podido armar dos zonas con la misma cantidad de equipos, en la previa se esperaba que al menos, todos jueguen la misma cantidad de partidos en fase regular, con la simple razón de que todos los equipos accedan a la postemporada con los mismos juegos disputados. Pero no, en el inefable mundo de CAB todo puede suceder, por eso en la Zona B de 7 equipos, se juegan solamente 12 juegos de fase regular y en la Zona A que cuenta con 9 elencos, la fase regular tendrá 16 partidos.
Otro detalle es la programación y la forma en que se juegan los partidos, que resulta antojadiza desde el vamos, con días y horarios de partido que impone la CAB sin consultarle a los clubes, que muchas veces tienen que jugar un día entre semana a las 22 horas, perdiendo convocatoria. Otro dato que se nota al observar la fixturación, es que los equipos pasan semanas enteras sin competencia y en otros casos juegan dos y hasta tres partidos en lapsos de 10 días. La explicación es sencilla: la fase regular dura la misma cantidad de días (de febrero a mayo) para todos, sin importar la cantidad de equipos por zona. Al que le gusta que juegue y al que no le gusta, que juegue igual.
Si la fase regular es “irregular” por la cantidad de partidos programados, la postemporada, con la inclusión de los PlayIn a un solo juego y la forma en que se cruzarán los equipos de la Conferencia Litoral, ya resulta un cachivache. Repasando: los dos primeros de cada zona esperarán rivales y pasarán casi dos semanas sin jugar, terceros y cuartos aguardan una instancia para conocer sus rivales y el resto se cruzará en una mescolanza complicada de explicar. Series a un solo partido, con ventaja para quienes obtengan mejor ubicación en fase regular, aunque al no tener los mismos equipos en las zonas, de la Zona 2 solamente el quinto será local en PlayIn, el resto lo hará como visitante.
Todo demasiado raro, demasiado intrincado y en un torneo en el que los equipos de la Región Litoral Zona 2 que no avancen más allá de la primera instancia de reclasificación, terminarán su participación habiendo jugado apenas 13 partidos, 14 en caso de avanzar una instancia. Demasiado poco para la inversión económica que realizó cada club para poder participar de un torneo que, de alguna forma, tendrá que encontrarle la vuelta para que resulte más atractivo para las instituciones que deseen participar del mismo.