Homenaje a los hacedores de un alimento de la cultura universal
¿Por qué se celebra el Día Nacional del Obrero Panadero?

El 4 de agosto de 1887, gracias a la iniciativa del anarquista Ettore Mattei, se funda oficialmente en Buenos Aires la “Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos” y, paralela a ella, una asociación de apoyo mutuo. Fue la primera sociedad de resistencia obrera de la Argentina. El también anarquista Errico Malatesta, radicado en el país en una estancia que se extendió por muy pocos años (entre 1885 y 1889), redactó sus estatutos que luego sirvieron de modelo para otras sociedades de resistencia, como las de los zapateros, los zingueros, los mecánicos o los carpinteros.
Eran épocas en que la mayoría de los sindicatos apuntaban a la formación de sus trabajadores y a la difusión de sus ideas. En ese marco, esta sociedad de resistencia editó el periódico El Obrero Panadero, del que fue su primer redactor jefe el propio Mattei.
Las condiciones de trabajo de los panaderos eran verdaderamente duras: se trataba de pequeñas empresas y para grupos de dos a cinco trabajadores (maestro de pala, amasador, uno o dos ayudantes, estibador y encargado de maquinaria), a los que se añadía uno o dos repartidores, uno o dos dependientes y un peón de patio.
El horario de trabajo nocturno marcaba y singularizaba a los panaderos del resto de los oficios, los aislaba y los dotaba de una gran libertad de expresión. Formaban pequeñas comunidades laborales y en muchos casos dormían o vivían en el mismo lugar de trabajo.
En muchas panaderías, el propietario (un obrero que se había independizado) convivía con sus empleados, lo que provocaba muchas fricciones. Los abusos patronales comprendían largas jornadas de hasta 11 horas, sueldos bajos, comida de poca calidad, falta de condiciones higiénicas y actitudes paternalistas de control.
En Buenos Aires, a mediados de 1901, hubo una gran huelga de panaderos en reclamo por un peso diario –en lugar de la comida en el establecimiento– y por el aumento de un hombre por cuadrilla. Durante el conflicto, a través del boicot y el sabotaje, lograron sus objetivos e impusieron en la sociedad una serie de términos irónicos que quedaron vigentes hasta nuestros días. Es que, dentro de las cuadras, las masas crudas de factura fueron tomando formas caprichosas a las que le daban nombres chistosos, una broma dirigida hacia los sectores oligárquicos y conservadores del país. Así nacieron los cañoncitos y las bombas de crema como respuesta al ejército; los vigilantes que emulan a la figura policial y los controversiales sacramentos y bolas de fraile como burla a la Iglesia. Al concluir la huelga, las nuevas facturas siguieron formando parte del surtido que ofrecen las panaderías. Actualmente esos términos siguen usándose para designarlas, aunque ya de manera inconsciente.
Fue recién en 1957, cuando el Congreso de la Nación reconoció oficialmente el 4 de agosto como el Día Nacional del Obrero Panadero. Desde entonces, la conmemoración de esta fecha es una celebración clásica dentro del calendario de efemérides nacionales.