UN DESAFÍO QUE INTERPELA A LA SOCIEDAD
Preocupa el aumento del consumo problemático de drogas en adolescentes y jóvenes de la ciudad
Referentes de instituciones locales que trabajan en su prevención y tratamiento advierten sobre la baja edad de inicio y el crecimiento sostenido y exponencial en Gualeguaychú. Asimismo, aseguran que el abordaje debe ser integral y que la clave está en fortalecer los vínculos familiares, escolares y comunitarios para evitar que recurran a las sustancias como una salida.
La problemática de las drogas volvió a quedar en evidencia en Gualeguaychú tras la detención de un jefe narco en el barrio Prados de la Adelina el fin de semana pasado. El caso no sólo revela la presencia de redes de venta de estupefacientes en la ciudad, sino también sus consecuencias sociales más profundas: el crecimiento del consumo problemático, una preocupación cada vez más visible entre los vecinos.
En una encuesta realizada en www.eldiaonline.com, más del 51% de los ciudadanos de Gualeguaychú señalaron a las adicciones y el consumo de drogas como uno de los problemas que más los preocupan en la actualidad. Esta cifra, más que un dato estadístico, refleja una realidad alarmante que atraviesa a toda la comunidad sin distinción de clase social o contexto.
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Frente a este panorama, Ahora ElDía dialogó con Juan Pablo Massaferro, director de UNIR, una institución comprometida con el acompañamiento y tratamiento integral de personas que padecen consumos problemáticos: “Más allá de las particularidades de cada persona, cuando hay adicciones aparecen ciertos factores que son una alarma, ya sea antes o mientras está consumiendo: el aislamiento, la falta de confianza, el incumplimiento de responsabilidades y la poca capacidad de verbalizar sentimientos, entre muchos otros. La droga por la que más consultan para empezar un tratamiento es, por amplia diferencia, la cocaína y tiene que ver con lo que genera y cómo encaja eso con lo que la sociedad actual necesita. Lamentablemente, en la era de la inmediatez, la cocaína se ha vuelto un recurso importante”.
Por su parte, Francisco Sobral, del Hogar de Cristo (una organización que asiste ante situaciones de vulnerabilidad social y/o consumos problemáticos), aseguró: “El consumo es cada vez más temprano y esta circunstancia está ligada a una cuestión social: hoy, las familias se encuentran en una situación donde no existen valores, donde falta la educación, donde de alguna manera hay un anclaje previo que decanta en un consumo. Es una problemática creciente y transversal y está presente en todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, en algunos de ellos, se hace aún más conflictivo. La carencia de contención y de recursos económicos hacen que la situación sea todavía más compleja y más difícil de abordarla, por lo cual requiere del esfuerzo de muchos actores”.
Massaferro, en la misma línea, fue contundente: “El consumo de drogas viene creciendo año a año a pasos agigantados. Vivimos en una sociedad impaciente, intolerante y desacostumbrada a conversar, lo que genera no sólo que muchos jóvenes recurran al consumo tradicional que existe desde hace muchos años, sino que mute a otras opciones a las que se recurre para tapar las angustias y las frustraciones diarias. Por eso es fundamental aggiornarse y capacitarse permanentemente para poder acompañar las nuevas realidades de los consumidores”. Asimismo, habló sobre el rol que debe cumplir el Estado: “Existen políticas públicas que son necesarias volver a revisar desde una mirada humanista y no partidaria porque hablamos de salud pública. Los tratamientos para la adicción a las drogas necesitan un orden a nivel nacional, pero sobre todo requiere de un sistema con sus reglas que se ocupe de acompañar, supervisar y profesionalizar las instituciones que reciben personas con esta enfermedad. El Estado debe responsabilizarse de asistir a las personas que tienen la voluntad de estar en tratamiento y no cuentan con los recursos suficientes para costearlo en el ámbito privado”.
En cuanto a las consecuencias, el referente de UNIR aseguró: “Mientras más tiempo se le dedique al consumo, más se pierde de todo lo demás: estudios, trabajos, vínculos y hasta la familia en el peor de los casos. A la hora de intervenir, uno de los mayores obstáculos es la falta de voluntad del paciente, pero eso se trabaja cuando la persona concurre día a día al tratamiento. Otro gran obstáculo social es la falta de recursos para contar con profesionales capacitados y experimentados en el tema”.
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En la ciudad existen espacios de escucha para familias y personas con adicciones, en los cuales participan psicólogos sociales, terapistas ocupacionales y preventores en adicciones, entre otros. En la actualidad, el Plan de Asistencia y Acompañamiento en Adicciones Municipal cuenta con diez espacios en funcionamiento (Anhelado Sueño, Zuppichini, Curita Gaucho, Suburbio Sur, San Francisco, La Cuchilla, Los Espinillos, Toto Irigoyen, Che Guevara y Molinari) y pronto se sumarán siete más (Pitter, 200 viviendas, barrio Terminal de Ómnibus, Pueblo Nuevo, Munilla, Don Pablo y Obrero). Así lo confirmó Marcos Henchoz, el director de Desarrollo Social: “Las adicciones son diversas y están atravesadas sin miramientos de grupos etarios ni sociales. No obstante, buscamos abarcar todos los puntos cardinales de la ciudad. Los familiares, grupos de afectos o personas que transitan consumo problemático se pueden acercar a esos encuentros, los cuales se desarrollan en días y horarios diferentes como modo de facilitar la participación”.
El consumo atraviesa a toda la comunidad y exige un compromiso conjunto del Estado, de las instituciones y de cada uno. Reconocer esta problemática es apenas el comienzo.