Primarias: una caricia para Cristina y fuerte chirlo para la oposición
Apareció la realidad, tan fuerte como pura. La Presidenta obtuvo un caudal de votos que la dejó a las puertas de la reelección. Con eso, y hasta con menos, estará 4 años más y le seguirá dando vida al proyecto kirchnerista.Por Jorge Barroetaveña Los números que escupían las pantallas dejaron petrificados a unos y a otros. El kirchnerismo se ilusionaba con ganar obviamente, superando el 40%. Ese piso mágico y real, dejaría a la Presidenta en inmejorables condiciones para el 23 de octubre. Pero las cifras superaron ampliamente las expectativas. Ese número redondo, 50%, se clavó en el corazón de la oposición y desató la alegría en el búnker oficial. Cristina ganó de punta a punta, incluso en aquellos distritos que podrían considerarse más reacios a votarla o que habían dado muestras en las últimas semanas de cierto enojo con su figura. Ganó en Santa Fe donde su candidato salió tercero. Incluso por encima de Binner, que también pelea por el mismo cargo. Ganó en Córdoba donde De la Sota tomó distancia de la Nación. Ganó en Capital donde hace un par de semanas Macri sacó el 65% de los votos. Ganó en la Provincia de Buenos Aires. Por muerte claro, despejando los fantasmas de corte de boleta que podrían propiciar los enojados intendentes del Conurbano y hasta en los pueblos donde en el 2009 le pasaron factura a ella y a su marido por el conflicto del campo. Ese núcleo duro del PJ, que le permite estar por arriba del 35% se vio engrosado por sectores de clase media que tampoco encontraron alternativa en la oposición. Scioli, que volvió a ratificar su liderazgo incluso dentro de las propias filas del kirchnerismo, entregó en bandeja la victoria nacional y la puso al margen de cualquier susto en el interior del país.¿Por qué ganó Cristina? Lo de Hugo Biolcatti fue un exabrupto lamentable, casi comparable al de Fito Páez. Los triunfos no se cuestionan y menos lo que vota la gente. La comparación con el '95 es fácil. Decir que si a Menem lo votaron por las cuotas, a Cristina la reeligieron por Tinelli es bastante parecido. Pero ignora los contextos de cada época y otras motivaciones en el voto ciudadano. La Argentina crece desde 2003 y a la sociedad poco le importa si Duhalde sentó las bases de ese despegue o hizo el trabajo sucio. Kirchner se quedó con todos los méritos y profundizó los cambios. En 2007 Cristina heredó otro país. Decisiones desafortunadas desembocaron en el conflicto de 2008 que le costó caro al kirchnerismo. Pero aprendió, hizo los deberes y contra viento y marea no se resquebrajó. Contó por supuesto con la complicidad de una oposición dividida, desperdigada y egoísta que no supo entender el mensaje de las urnas. El destino hizo que, la muerte del ex presidente, terminara por cerrar ese proceso que arrancó en 2009. El kirchnerismo se recreó entonces a partir del fallecimiento de Néstor Kirchner y Cristina vio potenciada su figura. El país quedó paralizado, igual que la oposición. En el Congreso se vio la muestra más acabada. Horas y horas de negociaciones y desgastes para no terminar consensuando nada. La Presidenta no fue tonta. Operó hasta dónde pudo y después los dejó solos. Y terminaron en una ensalada que ni los propios dirigentes opositores deben entender.¿Alguien imaginaba a Alfonsín yendo por separado con Binner? ¿O de Stolbizer? ¿Era viable una alianza con De Narváez y elegir a Fraga como su vice? ¿No fue un papelón la pelea entre Duhalde y Rodríguez Saá que terminó con una interna en el Peronismo Federal que tampoco nadie entendió? En Córdoba De la Sota atendió su juego y se desentendió de la Nación. Reutemann ha quedado resumido a un oráculo que habla de vez en cuando pero no se quiere embarrar las manos en el fango de la realidad. El esfuerzo opositor pues, por allanarle el camino a la reelección a la Presidenta ha sido encomiable. A la postre, el asesor de Macri, Durán Barba, tuvo razón cuando le aconsejó a su jefe bajarse de la pelea nacional. El ecuatoriano veía venir la guadaña y quiso salvar la cabeza del Jefe de Gobierno.¿Cuánto se desgañitaron Duhalde y Terragno recorriendo el país y promoviendo los diez puntos básicos de un acuerdo nacional? Salvo un puñado nadie los escuchó. Desde el gobierno obviamente miraron para otro lado, pero sus propios pares opositores conspiraron contra la iniciativa. Ninguno ha estado hasta ahora a la altura de las circunstancias y la sociedad les pasó la factura el domingo pasado. El escenario es el peor posible: pocos votos y poca diferencia entre los tres mejores posicionados. Ni siquiera eso les dejó la sociedad. Ni un resquicio para colar al menos alguna expectativa de segunda vuelta, aunque sea remota.Cristina seguirá en lo suyo. Moderará su discurso en estas semanas, contará jocosamente cómo Macri la llamó en bermudas desde un crucero de la costa italiana para felicitarla y remarcará, justicieramente, que los votos no son de nadie ni nadie puede adjudicárselos como propios. Enojarse como han hecho algunos dirigentes opositores es lo más fácil. Deben hacer autocrítica y pensar porque la sociedad aún no los considera una opción válida. La Argentina es presidencialista y le gusta que sus autoridades ejerzan el poder. Cristina, con aciertos y errores lo ha hecho, despejó los fantasmas del doble comando y forjó en este tiempo una personalidad propia. Mientras la economía siga empujando no hay porqué cambiar. Ahí está el mensaje de las urnas.
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