COSTOS FIJOS ELEVADOS Y MENOS CONSUMO
Recesión económica: las ventas de los comerciantes de la ciudad cayeron un 35% los últimos cuatro meses
En un contexto creciente de despidos, tarifazos, salarios congelados y pérdida del poder adquisitivo, los dueños que administran locales gastronómicos y venta de alimentos vieron caer su capacidad de recaudación de forma significativa. Alegan que la situación, entre otros factores, es producto de la falta de dinero en las economías domésticas.
Después de un alza de precios voraz que tuvo su punto álgido a fines de diciembre, los comerciantes observan una pequeña desaceleración en ciertos productos debido a la falta de consumo. Sin embargo, los salarios fueron tan golpeados que, a pesar de que existe cierta estabilidad, no pudieron reponerse del cimbronazo inicial.
Según el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra), el salario real promedio registrado perdió el 21,3% de su capacidad de compra entre noviembre de 2023 y enero de este año. En tanto, según el índice Ripte que mide el Gobierno sobre las remuneraciones “estables”, la caída en el poder de compra de los salarios fue del 20% en solo dos meses.
En este sentido, en uno de los rubros que más sintió la baja adquisitiva de los gualeguaychuenses fue el alimenticio y esto se refleja en las diferentes capas sociales de la ciudad.
Con motivo la recesión que se evidencia en este sector, Ahora ElDía consultó a referentes de distintas categorías, pero que tienen como denominador común la comida.
Salir a comer, un lujo
El empresario gastronómico Agustín Rosado, propietario del restaurante “El Cuchillo Entre Los Dientes” contó cómo vive la crisis económica: "Esto es una minipandemia, es un impacto fenomenal el que se está sintiendo en todo el país", describió el dueño de dos restaurantes ubicados en la Costanera. “Todavía le estamos agradeciendo a los pocos uruguayos que siguen viniendo, el argentino hoy no está pudiendo salir a comer afuera”, expresó.
Rosado lamentó que tuvo que cerrar uno de sus restaurantes hasta el próximo verano y achicar el otro, por lo cual quedaron sin trabajo 17 personas: “En marzo quemé ahorros y ahora en abril vuelvo a hacerlo. En Semana Santa esperábamos que fuera otra cosa, pero vino muy poca gente y el impulso que esperábamos no lo tuvimos”, aseguró.
Acerca de lo que viene, fue muy pesimista: “La veo muy oscura para este sector, que es el último en las prioridades de un hogar”, sentenció, y marcó que “se está tornando todo inviable”.
En lo que va del año, Rosado señaló que la facturación cayó un 35%, y que la conducta de consumo cambió mucho: “Las personas piden para compartir”.
Comprar la porción justa
A la baja del consumo, también se le suma el aumento en las tarifas de las economías familiares y de los comercios. Un ejemplo claro de esto, es el de María Rosa Peretti, una de las dueñas de “Pasta y Resto”, quien está haciendo grandes esfuerzos para mantener su negocio y a sus empleados.
Al respecto, la comerciante señaló que hay un incremento exponencial del servicio de electricidad, por lo que pasó de pagar una boleta de luz de $680.000 a $1.600.000 en febrero, mientras que en marzo, cuando estuvo dos semanas cerrado por vacaciones, el costo por energía fue de $1.200.000. En tanto, estiman que la facturación en abril podría superar los 2 millones de pesos.
A esta situación, se le agrega la baja de consumo que cayó en un 35%, según manifestó Peretti, lo que se observa en la conducta de compra de los clientes que cambió significativamente.
“La gente antes iba y te decía ‘Tengo dos hijos, uno quiere milanesa, el otro quiere ravioles pero el papá quiere carne con ensalada, y llevaba platos distintos, pero ahora no, te piden una bandeja de pasta para cinco con porciones ajustadas”, detalló.
Además, la comerciante marcó que nota que sus clientes tuvieron que incrementar su jornada laboral para mantener su nivel de vida.
La comida del día
La situación lejos de la costanera y el centro no es muy diferente, en los barrios la recesión económica se agudiza y así lo reflejó Susana Terreni, comerciante de hace 20 años de la zona de la Terminal.
La dueña de un almacén de la ciudad explicó que se nota mucho la baja del poder adquisitivo de las personas y que, si bien el aumento de los productos no es como a fin del año pasado, los sueldos son tan bajos que las personas ya no pueden darse algunos “gustos básicos”.
“Los clientes han suprimido un montón de productos, esto se ve en que ya no llevan el queso cascara colorada o el cremoso, las mermeladas o el yogurt”, enumeró Terreni sobre la realidad que se ve en el barrio.
Otro de los rubros que experimentó un gran freno es el de la limpieza, que pasó a un segundo plano. Las personas optan por comprar productos sueltos y las toallitas húmedas para bebes que antes vendían mucho, ahora se vencen en la góndola.
“Hay algunas excepciones y todavía existen aquellos que compran la marca, pero son los menos. A la hora de cocinar, la mayoría lleva una cebolla y busca el fideo más barato”, expresó sobre la conducta de su clientela.
“Desde el año pasado vienen bajas las ventas, pero ahora se nota un poco más. Algunos precios están estacionados, el tema es que no hay consumo y las cosas se vencen. A mí me pasa con los yogures, sobre todo, y con los quesos untables que quedan en las heladeras sin que nadie los lleve. A veces, les bajamos un poco el precio cuando se están por vencer, algunos tienen cambios y otros los terminamos consumiendo nosotros”.
Para el desayuno, las personas se limitan a comprar la leche para los chicos y la yerba para el mate de los adultos que acompañan con pan, ya que las galletitas y todo lo que sea para untar casi no se consume.
Dentro de su negocio, Susana también tiene artículos de regalería, un rubro que daba sus réditos los fines de semana con motivo de los cumpleaños, pero que desde fines del año pasado experimenta un gran “planchazo”.
Por otro lugar, la comerciante puntualizó que notó una merma en la compra para las peñas, que antes eran habituales los viernes en el barrio: “La gente viene y te compra un vino, pero no como lo hacía antes que vendías 3 o 4 para una juntada”, apuntó.
Pocas ganancias y costos fijos altos
Terreni también mencionó el esfuerzo que debe hacer con su esposo para mantener el negocio dado el aumento de las tarifas y los impuestos que tienen que pagar por tener el almacén en regla.
“Hay que trabajar mucho para mantener todo, y la rotación de la mercadería es lenta, y los gastos están, los días pasan y llega fin de mes y tenés que pagar la luz y los impuestos. No derrocho nada, los gastos personales que se hacen son los necesarios para poder mantener el negocio, porque si lo hacés y no vendés, te fundís. Hace 20 años que tengo negocio, pero estos últimos tres han sido muy malos. Cuando arranqué, las cosas no subían tanto, y te quedaba la ganancia, pero ahora vendés un producto y cuando lo vas a comprar de nuevo no te queda toda la ganancia porque ya viene con suba. La situación de hoy no es nada linda, y las ganancias son muy pocas”, relató la vendedora.
Además, la capacidad de aumentar el stock es cada vez menor: “Cuando abrí el negocio, compraba 10 packs de las principales marcas de gaseosas y de cervezas, pero en la actualidad, estoy comprando solamente dos bultos. Lo que es el tema de gaseosas está todo muy tranquilo. A mí me bajó un 50% el consumo y vendo porque tengo muchos talleres alrededor que los muchachos se juntan cuando terminan de trabajar y toman una o una cerveza”.
Terreni espera que la situación se estabilice. No obstante, apuntó que para el consumo que repunte, no sólo deben normalizarse el precio de la mercadería, sino también subir los sueldos.
Por último, apuntó que uno de los ítems de consumo que más se redujo fue el de las golosinas, que se desplomó en un 70%.