HISTORIA VIVA
Roque Piccini, testigo y protagonista de un siglo en la ciudad
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Nacido en 1925 en Urdinarrain y radicado desde joven en Gualeguaychú, “Tata Roque” atravesó una vida marcada por el servicio, primero en el Ejército y luego en la gestión pública y comunitaria. Participó en instituciones barriales, religiosas y sociales, y fue pieza clave en la Corporación del Desarrollo y en el impulso del Parque Industrial. Hoy ya celebra un siglo de vida con lucidez y memoria prodigiosa, recordando los cambios que transformaron a la ciudad y transmitiendo un mensaje de fe, esperanza y compromiso a las nuevas generaciones.
Hacia 1925, el mundo todavía no conocía la penicilina —que Alexander Fleming descubriría recién en 1928—, sólo había pasado una Guerra Mundial y faltaban cinco años para que se dispute la primera Copa del Mundo en Uruguay. En la Argentina, la radio ya llevaba un lustro creciendo como fuente popular de entretenimiento e información tras aquellas primeras transmisiones de 1920, y todavía no se hablaba de un joven oficial llamado Juan Domingo Perón, que por entonces tenía apenas 30 años y ningún peso en la vida pública.
Fue en ese año que Roque Piccini nació en Urdinarrain, que en ese entonces era un pequeño pueblo. “Cuando nací el 16 de agosto de 1925, no había ninguna calle asfaltada. Era todo tierra y la principal estaba llena de carros rusos. Los autos se contaban con los dedos de una mano”, recordó como si hubiera sido ayer. Conoció Gualeguaychú en un viaje para ingresar a la escuela pública, sin saber todo lo que viviría en la ciudad.
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A los 18, fue invitado a ingresar a la Escuela de Suboficiales del Ejército “Sargento Cabral”. Allí, tras un exigente examen físico y teórico en Paraná, fue seleccionado para un curso acelerado que le permitió egresar en diciembre de 1944, con un año menos de estudios que la mayoría de sus compañeros. Integró una promoción de 106 suboficiales, donde ocupó el puesto 34 en el orden de mérito.
Su primer destino fue el Regimiento 3 de Caballería “Brigadier General Martín Rodríguez”, con asiento en Gualeguay. En diciembre de 1945, integró una comisión que lo trajo a Gualeguaychú para recibir materiales. “Esa fue la segunda vez que pisé la ciudad y desde entonces, gracias a Dios, no me fui nunca más”, contó.
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Como suboficial, desarrolló una carrera de casi 29 años. Paralelamente, comenzó a integrarse a la vida comunitaria: formó parte de la comisión barrial El Puerto, colaboró en la recolección de acciones para la Cooperativa Eléctrica, participó en el Círculo Social Cristiano y en la Comisión de la Capilla de Fátima, entre muchas otras actividades.
En 1970, ya retirado, el entonces intendente Guillermo Ricardo José Cardozo le ofreció la Secretaría General de la Municipalidad (hoy Secretaría de Gobierno). Permaneció en el cargo hasta marzo de 1971, cuando una orden del Gobernador lo enfrentó a un conflicto político que derivó en la renuncia de Cardozo y de todo su gabinete. Años después, regresó al cargo durante la intendencia de Isidoro “Balucho” Etchebarne, en 1976.
Fue en 1974 cuando su camino se cruzó con el de la Corporación del Desarrollo, institución clave en el impulso económico de Gualeguaychú. Se incorporó cuando ni siquiera estaban aprobados los estatutos. Desde allí trabajó en proyectos de infraestructura, obras públicas y desarrollo industrial a lo largo de 43 años, hasta 2017. Allí fue secretario ejecutivo del Parque Industrial desde que “no había más que un terreno cubierto de pastizales” hasta la llegada de decenas de empresas.
Roque recordó con precisión los tiempos de la promoción industrial impulsada por Enrique Castiglioni, gracias a la cual 84 empresas de Buenos Aires reservaron lotes en el Parque Industrial, de las cuales 49 concretaron la compra. También mencionó la incidencia de obras como el puente Colón–Paysandú, Puerto Unzué y la represa de Salto Grande, que posicionaron a Gualeguaychú como ciudad de paso y polo industrial.
Con una lucidez y memoria prodigiosa, Roque describió con detalle la Gualeguaychú que conoció y la que vio transformarse: calles de piedra rústica que luego se molieron para pavimentar (la única asfaltada era 25 de Mayo), el entubamiento del arroyo Gaitán y la apertura de la calle Clavarino. “Para pasar, había que atravesar manzanas enteras porque el arroyo cortaba el paso. Conseguimos máquinas de la Provincia y del Ejército de Concepción del Uruguay para llevar el Gaitán hasta Plaza de Agua”, rememoró.
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Asimismo, entre recuerdo y recuerdo, destacó personajes que marcaron el destino de nuestra ciudad: el ingeniero Bértora, “Balucho” Etchebarne, Enrique Castiglioni y el Padre Jeannot: “Merecen un lugar especial en la memoria colectiva, por su integridad y visión de futuro”.
En cuanto a su vida personal, estuvo marcada por un matrimonio de décadas y seis nietos —cinco ya profesionales—. Hace 24 años perdió a su esposa “de un día para el otro, sin estar enferma”. Desde entonces, se apoya en su fe cristiana y en su familia.
Roque no dejó de aconsejarnos a quienes, con mucha menos experiencia, seguimos haciendo crecer Gualeguaychú: “Que tengan fe y esperanza, y que recuerden que esta vida es pasajera. Gracias a Dios he llegado a los cien con lucidez, salud física y mental”.
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Sin haber fumado a lo largo de su vida (más que para “hacer pinta”), confiesa que su única relación con el alcohol es “medio vaso de vino con soda” y que sólo fue operado una vez: “Practiqué deporte de joven: jugué al pato, aunque las caídas no favorecieron a las rodillas y la espalda”, confesó entre risas.
Este 16 de agosto, “Tata Roque”, como le dicen sus nietos y bisnietos, cumplió cien años: un siglo de cambios profundos y crecimiento en nuestra comunidad, en la que don Piccini, sin dudas, dejó huellas.
Un merecido festejo
En la mañana del sábado, el brindis no faltó: Roque recibió la visita de allegados, familia y funcionarios municipales. Con torta incluida, los familiares prepararon una mesa para el festejo, a calle cortada.
Entre los invitados, el jefe del Regimiento local, Juan Cruz Bermúdez Ávila recordó con orgullo su paso por el Ejército Argentino, como Suboficial. La celebración contó con la participación de la Banda Militar “Teniente Coronel Saturnino Filomeno Verón” del Batallón de Ingenieros Blindados 2 de Concepción del Uruguay, que interpretó el “Feliz Cumpleaños” y diversas canciones patrias, sumando emoción a la jornada.
“No creo ser merecedor de semejantes atenciones. No tengo más palabras que ‘gracias’”, declaró Roque, con humildad, ante sus invitados.
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