Se fue Fabián Tomasi pero nos dejó un mensaje: “Cuando putees, pensá en mi”
Padeció durante años los efectos de los agroquímicos en su cuerpo. El diagnóstico: polineuropatía tóxica severa, que se despertó luego de trabajar como banderillero y peón rural mientras se realizaban fumigaciones aéreas. Ayer falleció y sus palabras toman más fuerza que nunca.Mónica FarabelloSu cuerpo, sus huesos, su cara de dolor fueron el símbolo más cruel de la lucha contra un sistema de producción nefasto que prioriza los rindes por sobre la salud de los seres humanos.Fabián Tomasi le ponía nombre y apellido a quienes no temían en arrojar veneno sobre las cabezas de las personas: Monsanto era una de las empresas a las que siempre apuntó, junto a la complicidad "de todos y cada uno de los gobiernos", decía con absoluto dolor.Conocí a Fabián Tomasi en su casa; viajamos para entrevistarlo en medio de la polémica por la aprobación de la ordenanza "Glifosato Cero" en Gualeguaychú. Fuimos junto a su amiga Estela Lemes, la docente fumigada que también padece el hecho de haber sido envenenada en una fumigación. Nota relacionada: Las 9 mejores frases de Fabián Tomasi Con ella se entendían con sólo mirarse y se entendían como víctimas del mismo sistema al que repudiaban.Me pidió que le avise con tiempo qué día íbamos a viajar, "para no tomar tantos calmantes y poder hablar". Me impresionó ese pedido. Había visto muchas fotos suyas y hasta lo había visto por televisión, pero nunca pensé en su día a día; en la cotidianeidad de alguien que tiene veneno en sus venas. El dolor era monstruoso. Caminaba con dificultad y su piel estaba muy deteriorada. Su mamá lo cuidaba como si fuera un niño de 5 años y hasta le ofrecía prepararle el mate para recibir a la visita. Nota relacionada: El dolor por la muerte de Fabián Tomasi marcó un record en Twitter El contenido de la charla fue más que enriquecedor, pero me llevé de Fabián el inmenso dolor, bronca, ira, y profundo rechazo que guardaba contra el sistema de "los agronegocios" y de los cómplices que no ponían un freno al envenenamiento de los campos, de los ríos, de los alimentos.La sabiduría desde el dolorPuteamos cuando se corta internet, cuando no podés ver un partido de fútbol porque te toca trabajar. Puteamos en un semáforo, por una nota de la facultad que te pareció injusta. Fabián puteaba porque nada ni nadie le iba a dar ni justicia, ni lo que él necesitaba para volver a ser feliz.Me contó que no le interesaba hacerle juicio a ningún terrateniente ni a ninguna empresa, porque él no necesitaba plata. ¡Necesitaba vida! Así de fuerte y así de simple pero profundo describía la situación que atravesaba. Nota relacionada: Fabian Tomasi: "Vos quedate quietito donde estés que el veneno te va a llegar" También recordaba que cuando llegaba de trabajar en el campo, abrazaba a su hija con esa ropa llena de veneno. Eso le preocupaba y lo enojaba.Pero toda esa bronca y esa indignación fue resignificándose el día que decidió convertirse en la voz de los envenenados.Salir al mundo, mostrar tu cuerpo maltrecho no fue algo menor. Eso sólo lo hacen los valientes, y los que ya no tienen nada que perder. Su testimonio recorrió el país y muchos otros países, hasta convertirse en la imagen misma del terror. Nota relacionada: FABIÁN Y ESTELA: Condenados a vivir envenenados Su enfermedad lo llevó a perder masivamente su musculatura y su preocupación era llegar a no poder caminar. "Cuando putees pensá en mi", me dijo Fabián, y así extendió un mensaje de vida a miles y miles que puedan leer y sentirse interpelados por él. ¡Valorá tu vida, tu salud, tu día a día libre de dolores! Eso quería decir Fabián Tomasi.Ayer murió el hombre, pero la lucha continuará a través de todas y cada una de sus palabras.
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