Secuestros virtuales: Las "bandas de gitanos" ya actúan en 11 provincias

En los últimos dos años, esta modalidad de intento de extorsión se multiplicó en por lo menos 11 provincias -incluida Entre Ríos-, con la particularidad de que los autores son integrantes de distintas comunidades gitanas.Una falsa promotora pedía en la puerta del cine Village de Neuquén datos personales a los espectadores. La credulidad los convertía inmediatamente en potenciales víctimas de un secuestro virtual. Porque la información que esa joven obtenía con una sonrisa, sin despertar sospechas, servía para que durante la madrugada actuara la "banda de los gitanos", que en un año recaudó más de 1,2 millones de pesos tras concretar 20 secuestros virtuales.En los últimos dos años, esta modalidad de intento de extorsión se multiplicó en por lo menos 11 provincias -incluida Entre Ríos-, con la particularidad de que los autores son integrantes de distintas comunidades gitanas. Aunque no está escrito ni existe un manual, estas bandas -que entre ellos hablan en romaní, por lo que dificulta las investigaciones- usan el mismo método y guión.Desde La Quiaca hasta Comodoro Rivadavia explotan un viejo recurso: la simulación. Hacen los llamados de madrugada para generar mayor desconcierto en la víctima, que generalmente está durmiendo, y en pocos segundos ensayan el drama. Mientras un hombre explica de forma tranquila pero segura que un familiar está cautivo, se empiezan escuchar llantos y gritos desesperados: son las denominadas "lloronas"."Mamá, entregales la plata, por favor, porque me van a arrancar la cabeza", se escucha en la grabación de un caso en Rosario. Es sólo un instante; si la persona que está del otro lado de la línea de teléfono descree, cortan la comunicación. Y hacen otro intento hasta dar con alguien que primero dude y después crea. En Mar del Plata, en la zona norte de Buenos Aires o en Rosario, estas bandas llegaron a realizar entre 150 y 200 llamadas por noche.La efectividad de la extorsión es baja, pero si solo una persona cae en la trampa representa 50.000 dólares o joyas, a cambio de una mínima logística: teléfonos celulares con chips descartables para entablar las comunicaciones y un auto o una moto para ir a buscar el botín, que la víctima dejará en la calle, entre la basura o detrás de un árbol, según ordenen los falsos captores.
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