Sin alternancia no existe la democracia
Tras el recordado triunfo del "No" que lideró en 2006 el obispo Joaquín Piña contra la re-reelección de Carlos Rovira en Misiones, el entonces Presidente Néstor Kirchner ordenó desactivar los proyectos re-reeleccionistas del resto de sus gobernadores. Patricio Giusto*Ante la inesperada derrota, Kirchner archivó prudentemente la idea de transpolar a nivel nacional la re-reelección, uno de los grandes pilares del modelo de poder que cimentó durante sus tres mandatos como gobernador en Santa Cruz.La Argentina de hoy es muy distinta a la de hace seis años. Con altibajos, el kirchnerismo logró consolidarse en el poder de manera abrumadora, alcanzando un histórico 54% de los votos en las últimas elecciones presidenciales.Ante una desesperante ausencia de alternativas superadoras, los argentinos demostramos con crudeza que, por ahora, somos capaces de digerir prácticamente cualquier cosa: inéditos escándalos de corrupción, la tercer mayor tasa de inflación del mundo, un vergonzoso aumento de la pobreza en la década de mayor crecimiento de la historia del país, o ciertos cercenamientos a las libertades colectivas e individuales propios de una dictadura; mientras presidiarios asisten alegremente a actos políticos.Es así que Cristina Kirchner se encuentra ante un camino promisoriamente allanado para avanzar en una modificación de la Constitución Nacional que habilite la re-reelección. Se trata del viejo pero siempre latente sueño que caracterizó a los grandes tiranos a lo largo de la historia de la humanidad: la perpetuidad en el poder, hoy reflejada en las banderas que se agitan por una "Cristina eterna".Según la matemática electoral, para lograr los dos tercios que se necesitan de ambas cámaras legislativas para promover la reforma, el kirchnerismo debería lograr en las elecciones del año que viene una performance similar a la de 2011. Es poco probable, pero no imposible. Menos imposible y más probable es que el oficialismo obtenga un porcentaje de votos menor -alrededor del 45%-, que de todas formas lo dejaría en excelentes condiciones de sumar nuevos aliados para consensuar la modificación.En principio, la Presidenta ya cuenta con el apoyo de varios gobernadores que sin pudor comenzaron a avalar la posible re-reelección presidencial, con la esperanza de subirse a la ola y competir por un tercer mandato en sus distritos. Tal es el caso de nuestro gobernador, Sergio Uribarri. Pero hay varios más que ya se anotaron preventivamente en la carrera re-reeleccionista, lista que seguramente irá en ascenso y a la que también se irán sumando centenares de intendentes.Sin embargo, focalizarse en las proyecciones electorales o los posibles esquemas de alianzas para estimar las chances del kirchnerismo de llegar a los dos tercios que necesita en ambas cámaras del Congreso sería, a mí humilde entender, una torpe ingenuidad.El kirchnerismo demostró en sobradas oportunidades que representa un modelo de acumulación ilimitada de poder, dispuesto a conseguir todos y cada uno de los objetivos que se propone; si es posible dentro de los canales institucionales o de lo contrario, por fuera de ellos. Las instituciones rara vez fueron un obstáculo para el kirchnerismo, cuyo norte está determinado en función de la totalitaria premisa de "vamos por todo", enunciada por Cristina Kirchner en persona el pasado 27 de febrero, en Rosario.Para colmo, por el lado del calamitoso arco opositor, todo es incertidumbre. Si gran parte de esta oposición fue capaz de aprobar la confiscación de los fondos jubilatorios para financiar el "Fútbol Para Todos"; o de votar casi por aclamación la expropiación de YPF para entregarle el dominio absoluto de la política energética nacional a Axel Kicillof, puede esperarse cualquier cosa. Inclusive, un eventual aval a la re-reelección.Como sucedió en Misiones en 2006, lo único que considero puede llegar a contrarrestar el ímpetu re-reeleccionista es el rechazo masivo y manifiesto de la ciudadanía. Si decidimos también digerir la re-reelección, nuestro cada vez más desvirtuado sistema democrático podría terminar de derrumbarse.No debemos olvidar que el principio de la alternancia constituye la esencia de la democracia. Un sistema político sin alternancia podrá ser rotulado de miles de maneras, pero nunca podrá denominarse legítimamente como democrático. Sin alternancia no existe la democracia. * Lic. En Ciencias Políticas
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