MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
Tatiana, la primera nieta recuperada: “El amor se construye desde la verdad”
Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos tiene 48 años, todavía busca a sus padres y, en el marco del Mes de la Memoria estuvo en Gualeguaychú. Su palabra es testimonio vivo del horror, pero también de la apuesta a la vida. “El amor se construye desde la verdad y desde los lazos de confianza, no desde la mentira”, dice.
Luciano Peralta
Habían pasado las 11 de la mañana del 31 de octubre de 1977 cuando un comando del Ejército Argentino llegó a la plaza en donde estaba con su mamá. Los militares secuestraron a la mujer a plena luz del día. Tatiana y su hermana Laura quedaron solas en esa plaza de Villa Ballester, en la provincia de Buenos Aires. Ella tenía 4 años y la bebé poco más de tres meses.
Tatiana es hija biológica de Mirta Britos y Oscar Ruarte. Nació en Córdoba y al tiempo sus padres se separaron. Mirta formó pareja con Javier Jotar, con quién se mudó a Buenos Aires y tuvieron a Laura. Ese mediodía de la primavera del 77 ambos fueron secuestrados y desaparecidos, Oscar Ruarte ya había sido secuestrado un año antes, en Córdoba.
En 1980, las Abuelas de Plaza de Mayo identificaron a Tatiana, fue la primera nieta recuperada en territorio argentino, cuando vivía, junto a su hermana menor, en la casa de Carlos e Inés Sfiligoy, su familia adoptiva. La diferencia entre adopción y apropiación no es menor, ni mucho menos. Consultada sobre ello, Tatiana -quien es psicóloga y trabaja en el Archivo Nacional de la Memoria- dice con tono pedagógico: “En las escuelas, cuando voy a dar charlas, trato de ser muy precisa con esto, para que no haya confusiones. Hubo un terrorismo de Estado que, a partir del año 76, puso en marcha el robo sistemático de niños. Pero eso se conoció recién en los 90, en los primeros años no se sabía de esta lógica de apropiación. En mi caso fue una adopción de buena fe, por parte de Inés y Carlos Sfiligoy, mis padres adoptivos. En ese momento no había ningún dato que indique que yo podría ser hija de desaparecidos. Eso aparece después, cuando las Abuelas se acercan.
-Tu mamá estaba con vos cuando la secuestraron…
-El secuestro de mi mamá se produce en la vía pública, en una plaza de Villa Ballester, que era donde vivíamos. Yo tenía 4 años y mi hermana tres meses. Hoy, después de muchos años de análisis con diferentes profesionales, puedo llegar al momento del secuestro de mi madre: recuerdo concretamente que era personal del Ejército el que se la llevó, estaban vestidos de verde, había un micro Mercedes Benz de esos grandotes, del que bajaron, la cargaron y nosotras quedamos ahí, solas. Después nos enteramos que un vecino hizo la denuncia, vino un patrullero y ahí empezó nuestro derrotero por el sistema judicial.
-¿Te separaron de tu hermana?
-Sí. Pero terminamos juntas, gracias a la suerte o a un dios que está ahí arriba, no sé. Inés y Carlos se habían anotado en el Juzgado de San Martín para adoptar, porque no podían tener niños. Un año después los llamaron y les dijeron que les habían asignado una bebé, pero en el medio pasó algo: cuando estaban esperando para hacer los papeles, se cruzaron con una trabajadora social que tenía en brazos a mi hermana (Laura), que en ese momento tendría alrededor de seis o siete meses, y a Inés le dieron ganas de levantarla, de tenerla en brazos, eso siempre lo contaba. Tuvo una conexión con ella, que no había tenido con la otra bebé, y así fue que empezó a preguntar si la podía adoptar, era muy cabeza dura ella... Por las cosas del destino, en ese mismo momento yo estaba en el mismo juzgado, porque me iba a adoptar otra familia, que afortunadamente no me adoptó. Ahí fue que nos cruzamos con mi hermana, con Inés y con Carlos. La misma trabajadora social les dijo que éramos hermanas y, tras insistirle muchísimo al juez, pudieron adoptarnos a las dos. Me acuerdo que llegamos en el 78 a la casa, porque vimos el mundial en mi casa nueva, como yo le decía.
ESTE ES CONTENIDO EXCLUSIVO. PARA LEER LA
NOTA COMPLETA TE INVITAMOS A SUSCRIBIRTE