Tiene 13 años y mató de un balazo a un ladrón con la pistola de su papá
Ocurrió en una quinta de Moreno. El chico vio cuando cinco ladrones golpeaban a su mamá y su hermanito, de 11. Entonces tomó un arma y disparó dos veces.Como cualquier chico de 13 años, Lucas suele jugar a la Play y escuchar música con el celular. En algún momento aprendió cómo es un arma porque se lo explicó su papá. Sabía que había una en un cajón, que era peligrosa y que estaba prohibido tocarla. También conocía el sistema del seguro, del gatillo y de las balas en la cámara. Le enseñaron -dicen- por seguridad, para que no quisiera "explorar lo prohibido y terminara lastimado". Pero el martes a la noche todo eso se pulverizó. Tuvo que usarla para matar a uno de los ladrones que se metió en su casa amenazando a su mamá y a su hermanito de 11 años. Ayer se recuperaba del shock y se rehusaba a volver al chalé de Tirso de Molina al 1000, en una zona de quintas de Francisco Alvarez, partido de Moreno, donde vivió una pesadilla."Llegué tres minutos después de que ocurriera todo. Me encontré a mi mujer en el garaje gritando: 'está muerto, está muerto'. Entré desesperado pensando que era mi hijo, vi el cuerpo y los segundos fueron eternos hasta que me explicaron lo que pasó", recordó ayer a Clarín Marcelo Salinas, un productor de seguros que hace 10 años vive en el barrio, junto a su mujer y sus dos hijos.Final. El cuerpo del ladrón, tapado con un toallón de los chicos de la familia, en la puerta del chalé. Foto: TélamTodo empezó a las 21.15 cuando María Laura (la mamá de los chicos y esposa de Marcelo) llegó en su auto de un curso de cerámica. Abrió el portón eléctrico y entró, como todos los días. Pero cuando se bajó del Chevrolet Agile una persona la sorprendió de atrás. Ella se apuró, tocó el botón de la alarma comunitaria y quiso resguardarse en el chalé. Pero el ladrón se metió con ella, la agarró de los pelos y le apuntó a la cabeza. Atrás lo hicieron otros cuatro cómplices, armados y con chalecos antibalas. Creen que ya estaban adentro de la quinta, escondidos en el jardín, esperando que alguien llegara."Fue todo muy rápido. Mi hijo más chico estaba en el comedor y vio que entraban con la mamá. El más grande estaba en la habitación y no escuchó nada porque estaba con los auriculares. Nicolás, que tiene 11, corrió al dormitorio para cerrarle la puerta a Lucas y protegerlo. Ahí otro de los ladrones lo agarró y también le apuntó a la cabeza. Lucas vio eso, corrió a mi dormitorio, agarró el arma, salió y le disparó", relató Marcelo.El hombre reconoció que le enseñó a sus hijos el funcionamiento del arma para protegerlos: "Él tendría que haberse puesto a llorar, escondido debajo de la cama, y esperado que todo pase, como cualquier otro chico. Pero se asustó cuando vio a su hermanito en peligro y reaccionó así, no se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Tiró como si fuera un jueguito de una consola de video. Él me vio en el polígono de tiro, sabía cómo funcionaba el arma, pero por su seguridad, no para usarla", explicó. También admitió que en la familia hablaban mucho sobre la inseguridad y sobre la necesidad de estar tranquilos ante cualquier hecho.Según las primeras pericias, el chico de 13 años, que por su edad es inimputable, disparó dos veces. Un tiro entró por el hueco del chaleco antibalas que tenía puesto Pablo Andrés González (37), impactó en su axila izquierda y lo mató en el acto. Los otros cuatro ladrones se asustaron, uno de ellos disparó al voleo y le pegó a una reja. La bala rebotó y le rozó la cabeza al nene de 11, que está fuera de peligro. "Creo que se asustaron porque, si querían, podrían haber hecho un desastre. Por suerte decidieron irse y no tomar represalias", reflexionó Salinas.Mientras sus cómplices huían, González cayó muerto antes de llegar a la puerta. Fuentes policiales confirmaron que tenía antecedentes por robo cuando era menor y que desde el lunes no volvía a la casa que compartía con su pareja.Los investigadores detectaron que los ladrones se trasladaban en un Volkswagen Voyage, sin la patente trasera, denunciado por robo el domingo. Después de la entradera a los Salinas, lo abandonaron a unas 40 cuadras, en el centro de Moreno. Ahora analizan las huellas digitales y las cámaras de seguridad para intentar identificarlos.Al cierre de esta edición, la familia tenía custodia policial ordenada por la UFI N° 6, para prevenir cualquier tipo de represalia, aunque pedían que se "sostenga en el tiempo". Mientras tanto buscaban desesperadamente un lugar para mudarse: "Mi hijo no quiere volver, no quiere dormir en esta casa. A mí me cambiaron la vida, ni hablar al nene. Ahora está mejor, se recompuso porque entendió que no es su culpa lo que pasó. Pero yo puse la casa en venta y me tengo que ir, necesito que me ayuden a encontrar un lugar donde vivir, en un country o un sitio seguro, hasta que pueda resolver esta situación", pidió.La del martes fue la tercera vez querobaron en esta propiedad de un barrio que los vecinos califican como "tranquilo". El 22 de diciembre al menos dos personas entraron y el padre de la familia ahuyentó a los ladrones con una escopeta cargada con municiones de goma, aunque no hizo la denuncia. Tambiénhace dos meses rompieron las chapas del techo y volvieron a meterse, pero se llevaron lo poco que encontraron porque escucharon que los dueños llegaban y escaparon. "El barrio es hermoso, mis vecinos no tienen problemas, pero a nosotros parece quenos tienen de punto", se lamentaron en la familia.El Gobierno bonaerense tomó nota del caso. "Estoy conmovida", dijo María Eugenia Vidal. (Clarín)
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