Un escultor que se infiltró en el mundo de los dibujos

En qué consiste la obra de un diseñador argentino premiado en el exterior que construye sus personajes a partir de piezas y materiales "de la vida cotidiana".Juan Carlos Federico siempre soñó con ser creativo, pero nunca imaginó que podría aplicar "eso" a alguna disciplina relacionada con la comunicación visual. Es más, Juan estudiaba Física en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y pensaba que ése sería su campo de acción hasta que el tiempo se encargó de cambiar sus planes.En simultáneo se había anotado en Diseño Gráfico. El objetivo inicial era buscar una salida laboral rápida para costear sus estudios en Exactas. Sin embargo, esa elección casi secundaria fue determinante en su vida. "El tiempo me llevó a decantarme por el diseño y la ilustración, algo que hoy me apasiona. Creo que se puede ser creativo en cualquier orden de la vida. Es sólo una cuestión de actitud frente a la realidad establecida", dice Juan.A esta altura, 47 años, Juan ya ilustró una docena de libros para el exterior (Canadá, Sudáfrica, México, Estados Unidos y Chile entre otros países) y varios en la Argentina, desarrolló historias y "personajes un poco absurdos, que están compuestos por elementos ajenos a ellos mismos, como por ejemplo una vaca hecha con pelotas de béisbol", y hasta inventó juegos. Ha realizado varias muestras en el país y el exterior (expuso sus trabajos por primera vez en México, en el Festival Internacional Vibra 2008), y hasta campañas publicitarias, como la que le encargó Metlink -el transporte público de Melbourne, Australia-; la Agencia DDB Barcelona para Volkswagen España y la del festival de juegos de Córdoba, España. "Las tres están basadas en personajes y escenarios que se originaron en Masporquerías (una de sus series)", cuenta.Otra de sus geniales creaciones es la "Colección Impostores", una serie de 6 libros infantiles dedicados a personajes que toman "prestadas" las personalidades de famosos científicos y artistas de la historia. El primero está dedicado a Charló Arwin en una versión absurda e inverosímil de Charles Darwin. "Pretendo motivar a los pequeños lectores para que investiguen sobre el verdadero legado de su obra", dice sonriente.Cuando se le pregunta por "su técnica", Juan responde que es más parecida a la de un escultor que a la de un dibujante. "No trabajo igual que un ilustrador normal porque no dibujo. Trabajo a partir de objetos. No es una técnica, simplemente ocurre que no sé dibujar entonces fui armando un sistema propio. Debe haber cosas parecidas. No es collage porque en algunos casos se reconocen los objetos que uso. Como técnica es más parecida a lo que hace un escultor que un dibujante. No pensé en bautizarla pero tiene bastante de ensamblaje. Nunca sé dónde voy a llegar con un personaje. Tengo una paleta de elementos que fui armando en los últimos años", cuenta.¿Cómo se fue construyendo ese mundo de imaginación? El artista recuerda que en su niñez pasaba tardes enteras en una casona abandonada que había sido de su abuelo, en Zárate. "Había un gran taller de carpintero derruido por los años y fabricaba objetos con maderas y latas. Algunos eran simples y otros intentaban cumplir alguna función menor, como transportar una bolita mediante canaletas. Creo que ese debe ser el origen lejano de la gratificación que hoy me produce crear digitalmente estos seres ensamblados con partes de otros objetos", confiesa.Pero sus personajes actuales terminaron de tomar forma gracias a una base de fotografías que hizo hace tiempo, en el taller mecánico de su suegro, en Zárate. Luego fue agregando otros elementos y a partir de ahí los clasificó: cosas metálicas, de madera, orgánicas.Todo indica que su acercamiento definitivo al mundo del diseño no arrancó como un juego sino con un juego. "El primer juego lo hice para mi hijo Joaquín (hoy 14 años, hermano de Agustina y Lucila). No tenía un objetivo comercial y como él estaba en primer grado lo llevó al colegio y lo usaban en su curso. Después creé un blog, que se difundió solito y la gente me empezó a seguir. Yo no me dedicaba profesionalmente a ilustrar, pero con eso surgieron algunos trabajos como ilustrador", explica.¿En qué consiste ese collage o ensamblaje digital del que habla? "Tomo fotografías y voy ensamblando partes. Hay partes en que el dibujo es digital, todo por computadora, y la mayor parte es el ensamblaje". Hoy la colección de "bichos y personajes" es tan numerosa que muchos cobraron vida propia, evolucionaron y hasta se colaron en algún cuento."Si supiera dibujar haría otra cosa, pero uno se va adaptando a sus capacidades y puede transformar en una fortaleza aquello que detectó como una debilidad", explica con simpleza.Con cada una de sus frases, Juan demuestra que es un genio más allá de su trabajo: "A veces me dejo llevar por un buen viento y otras decido luchar contra la corriente. He puesto proa hacia distintos horizontes, más de una vez. Pero apenas se avista tierra firme, uno comienza a soñar con la próxima frontera. Creo que la pulsión de vida es más inherente al desafío de la búsqueda que al hallazgo del objetivo. Llegar a una respuesta es gratificante, pero lo que me mantiene vivo es la pregunta que marcó el rumbo", dice.Cuando se le pregunta por qué o quiénes lo inspiran, y por la manera de "genrar inspiración", responde: "Citaré a Shigeo Fukuda. Ya siendo reconocido como uno de los más grandes exponentes del cartelismo del siglo XX, en una conferencia que dictó en la UBA, dijo: "Si no estoy conforme con el afiche que diseñé, entonces diseño 100 más". La grandeza se suele alcanzar desde la perseverancia y la humildad. Y como decía otro grande, Pablo Picasso, "¡Que la inspiración te encuentre trabajando!". ¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en la ilustración y el diseño gráfico?-Los han transformado total y definitivamente. En una visión reduccionista podríamos pensar que nos han dado herramientas increíbles para mejorar y optimizar las tareas inherentes al oficio. En principio, las herramientas no afectan a todos por igual. Por ejemplo, si pensamos en un ilustrador que utiliza acuarelas, la transformación tecnológica de sus herramientas en la última década no es tan trascendente. Pero si pensamos en la producción integral de un proyecto editorial (imaginemos 10 volúmenes de 500 páginas cada uno) cuyos maquetadores trabajan en InDesign de Mac, integrados a los redactores, correctores y editores (que trabajan en InCopy, de PC), todos a distancia, en distintos puntos del planeta, pero interactuando sobre la misma página, conectados, vía DropBox: aplicación gratuita y escalable a la magnitud de este proyecto. Todos comunicándose en tiempo real dentro de la propia página: no oficina, no teléfono, no e-mail, no MSN. Entonces el cambio de la herramienta en la última década es, como mínimo, sin precedentes. De todos modos considero que los cambios más profundos no son los relacionados con las herramientas sino con el acceso a la información y transformación del andamiaje educativo, en pleno proceso. En primera persona No dibujo ni boceto. En principio, porque no se dibujar, pero finalmente porque entendí que me queda más cómoda otra metodología que inicialmente surgió para cubrir esa gran falencia. Creo que mi forma de componer una imagen se parece más al método de un escultor que al de un dibujante.El dibujante genera un boceto en el mismo sustrato de la obra final y lo va perfeccionado, agregando detalles, limpiando las líneas, agregando color hasta llegar a la imagen final, con lo que produce una evolución desde el dibujo inicial (boceto) al dibujo final. El escultor (que también suele bocetar, pero en otro sustrato) va modelando o componiendo su materia prima y el boceto sólo le sirve como referencia visual de la idea. Pero no hay una transición lineal del boceto a la obra. Adopto un método semejante al escultor: tomo notas de la idea, a veces hago algún diagrama básico para acompañarlas, pero generalmente es sólo texto. Anoto la idea madre, cómo me imagino la escena y hasta me hago un listado de algunos objetos fotográficos que voy a usar y cómo los pienso usar, los voy adjetivando para recordar lo imaginado.Luego parto de un psd vacío en photoshop, donde el fondo siempre es lo último. Voy componiendo objeto por objeto, primero, los principales, y luego los secundarios, generalmente independiente de la puesta en escena (si la hay).Nunca tomo notas en papel, siempre en un documento al que puedo acceder desde el teléfono móvil en ratos de ocio, desde el estudio, o desde mi casa, independientemente del dispositivo. Esas notas serán mi guión. Algunas son viejísimas pero siempre que se me ocurre algo las modifico.Para comenzar un personaje u objeto siempre parto de algún objeto fotográfico recortado del fondo al que le voy agregando otros. Cada objeto transforma al resto y voy dejando que la naturaleza del objeto o perspectiva de las tomas fotográficas me vayan guiando para componer.Disfruto mucho al dejarme condicionar por los objetos iniciales y generalmente no trato de disimularlos, y cuando lo hago noto que mi trabajo luce forzado (me pasa bastante seguido). Por ejemplo si uso un huevo para crear una cabeza, puedo retocarlo hasta que nadie se de cuenta que hay un huevo, pero considero que es mejor cuando se revela la naturaleza del objeto original y éste logra relacionarse con su contexto para producir un mensaje nuevo.Como cada objeto está separado en capas y a su vez en carpetas y subcarpetas, puedo ir perfeccionándolos y cambiar la puesta en escena. Y en este punto el método es más similar a la composición escenográfica (teatral o cinematográfica) que al método de un dibujante. Quienes quieran descubrir algo más sobre Juan Carlos Federico pueden visitar www.juancarlosfederico.com.ar y http://www.fede.com.ar/
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