Un reencuentro emotivo, después de 55 años

Por Rubén Skubij
André Baranoff nació en París en 1936, es hijo del conde Cirilo Baranoff y la princesa María Obolensky. En Francia efectuó sus primeros estudios de fotografía. En la posguerra, se radicó en la Argentina, donde perfeccionó su arte, interpretando la esencia del criollo. Radicado desde hace muchos años en Gualeguay viaja permanentemente a Europa y Estados Unidos para exponer sus obras, accediendo a invitaciones especiales de organismos oficiales y privados.
Pero esta vez la nota periodística no es sobre la tarea de André. Contamos una historia de vida, de esas que solo sucede en las películas.
Después de 55 años, André Baranoff se reencontró con su hermana menor, Tatjana Herzog que vive en Alemania. Ellos se habían separado cuando él tenía 18 años y ella 12. “Son cosas increíbles que pasan en la vida”, relató emocionado.
“La última vez que nos vimos fue en París hace 55 años atrás. Como consecuencia de la guerra la familia partió a Alemania y yo me vine a Sudamérica, solamente teníamos contacto por cartas; recuerdo que yo en aquel tiempo vivía en Concepción del Uruguay pero un día me mudé a Gualeguay y ella también se cambia de ciudad, ahí perdimos contacto por décadas”, comentó.
“En ese momento, ella escribió varias veces y las cartas le rebotaban y a mi me pasaba lo mismo pero hace justo un año realice una exposición en Europa y me detectó por internet. Vio el nombre y apellido y dice ‘este es mi hermano’ -contó sonriente-, entonces rápidamente me mandó una carta con fotos de cuando éramos chicos, algunas ni las conocía. Le respondí: ‘sí, soy tu hermano’ y hoy estamos acá en Radio Cero”.
- ¿Quién viajó primero?
Ella, por una cuestión económica me aclaró que no tenía problemas y se vino. Tatjana está sola en Alemania y yo tengo una familia bastante grande para que conozca, somos alrededor 70. “Uyyy, se agarró la cabeza por la cifra pero desde ese momento, tenemos un contacto fluido por teléfono”.
En silencio y sonriente, Tatjana siguió atentamente la charla, ha realizado distintos cursos para hablar español pero, afirma, que es más fácil aprenderlo en Argentina teniendo contacto y hablando con la gente. “No me imaginaba un país tan inmenso, con paisajes y costumbres muy bellas. Además, Buenos Aires es muy parecido a Paris”.
Comentó: “todos los días voy conociendo cosas nuevas, tengo un cuaderno donde anoto la cantidad de personas que conozco, llevó 29 familiares y me faltan 40 y pico más”, dijo sonriente.
La hermana de Andree es jubilada, trabajó durante años como secretaria ejecutiva de una empresa, cerca de la ciudad de Bonn. “Ahora me voy a dedicar a venir más seguido y conocer Salta, Jujuy, el sur, y los pingüinos porque en mi país se los nombraba mucho por el presidente Kirchner”.
Otra de las cosas que destacó Tatjana “es la carne, los asados son únicos, en Alemania un kilo de carne común sale 30 euros (más de 120 pesos argentinos). Acá los platos son espectaculares”, dijo y mencionó “una linda sorpresa con los gauchos, fui a una doma, no entendía nada y mi hermano me fue explicando todo. Es increíble la vida que despliegan ustedes”.
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