“EL CRUCE SAUCONY”
Una familia gualeguaychuense desafió a la montaña en una carrera de 100 km
Ahora ElDía conversó con Agustina Davico, una de las jóvenes participantes de esta hazaña deportiva. Junto a sus hermanos y otros familiares cumplió la meta de lograr “El Cruce Saucony”: una de las mayores proezas en el trail running argentino.
Agustina tiene 28 años, es ingeniera civil, gualeguaychuense y trail runner (alguien que corre en senderos agrestes, por lo general de montaña). En diálogo con Ahora ElDía, compartió la increíble experiencia que vivió junto a su familia, el reto que implicó afrontar esos 100 km. y la sensación que tuvieron al lograrlo.
“El Cruce Saucony” es una carrera de trail running que consiste en realizar 100 km. en tres días, divididos en tramos de entre 30 y 35 km. diarios. Año a año, su recorrido cambia, pero siempre se realiza en la Patagonia. Para esta 21º edición, el punto de partida y llegada sería la base del Cerro Catedral, en Bariloche. La hazaña implicaría atravesar montañas imponentes, bosques, filos y ríos caudalosos; senderos con nieve, barro y piedras; y un relieve que incluía desde bajadas empinadas y con tierra suelta durante más de 5 km. hasta subidas durísimas que alcanzaban cumbres a 2000 metros sobre el nivel del mar.
Entre tramo y tramo de este desafío, los corredores durmieron en un campamento a orillas de un lago o río de montaña, para luego comenzar la siguiente etapa al día siguiente. Allí la organización de la carrera recibió a los atletas con sus carpas listas y -por supuesto- con comida: asado, pastas, café, frutas, etc. Todo lo necesario para recuperarse tras un gasto tremendo de energía.
Días después de la carrera -que tuvo lugar a principio de mes- y recién llegada a la Ciudad de Buenos Aires, Agustina contó todos los detalles de la aventura que vivió con su familia. Junto a ella, participaron de la carrera: sus hermanos, Mariana y Mauricio Davico (N de la R: homónimo del actual intendente); sus primas, Fiorella Sartori y Florencia Nikodem; sus tíos, Federico y Joaquín Nikodem; su tía, Carina Gómez; y un amigo, Leo Eggres. La familia gualeguaychuense también estuvo acompañada por los papás de Agustina y sus hermanos, y por su abuela, primos y tía: en total, fueron 9 corredores y 8 acompañantes.
La familia Davico-Nikodem corre desde hace ya un tiempo. Con el ejemplo de Joaquín, su tío, Agustina empezó a participar de carreras y, poco a poco, fue contagiando al resto de la familia: “Nos fuimos sumando de a poco. Me sumé yo, mi hermana, mi hermano. Hace poco también se sumó Fede, Fiore, mi prima Flor... Y bueno, nos convertimos en una familia de runners que corre carreras de trail; que está buenísimo porque no es solo correr en la calle sino que es estar en la montaña, y está espectacular eso”, contó.
Para la familia maratonista, El Cruce siempre fue un gran objetivo, ya que es considerada una de las carreras de trail running más difíciles e importantes de la Argentina. Agustina comentó que su tía Carina -una de las participantes- fue la que empezó con la idea de animarse a estos 100 kilómetros de naturaleza salvaje: “Era su sueño y después se fue transformando en el sueño de todos; y cuando llegamos y lo finalizamos fue increíble porque estábamos todos, toda la familia. Ella ganó medalla y salió 2da en su categoría, y había estado lesionada semanas antes”.
“Se dio que justo cuando empezó este año dijimos: ‘bueno, este año hacemos El Cruce’, y así nos fuimos anotando todos; muchos se fueron sumando porque ya éramos varios. Entonces, fue la motivación de hacer El Cruce y de que también íbamos todos en familia”, agregó y resaltó: “Personalmente, es un gran desafío deportivo y fue mi desafío del año. Fue mi gran desafío. Cada uno lo vivió a su manera”, explicó.
La joven gualeguaychuense también habló de las expectativas que tenían y de la sensación de haber alcanzado esta meta: “La expectativa era si todos llegaríamos, y la verdad fue hermoso que hayamos llegado todos y sin ninguna complicación. Miedos en lo personal no tenía, porque entrené un montón; pero sí lo que quería era disfrutarla mucho. Y cuando uno más entrena, más disfruta las carreras porque menos molestias siente en el cuerpo; y finalmente terminé haciendo una carrera espectacular, con mucho disfrute, como a mí me gusta; con velocidad donde quise meter velocidad, y con el condimento extra que era correr por esos lugares tan impresionantes”.
Los paisajes imponentes de la Patagonia fueron uno de los aspectos que Davico destacó al relatar su experiencia: “El día 2 corrimos por unos filos impresionantes, no se podía creer la vista que teníamos”, contó. “Además, muchos de los senderos que hicimos fueron únicos, que la gente cuando va a la Patagonia no puede hacer porque cruzábamos por lugares que no están habilitados al público. Fuimos realmente privilegiados”, añadió.
Prepararse para la montaña
La preparación que tuvo esta familia deportista para afrontar una carrera semejante varió en cada caso, dependiendo del entrenamiento y experiencia personal de cada uno. “Yo entrené en Capital, voy a un grupo de running. Mis hermanos por ahí entrenaron sin plan específico. Y después, mis tíos y mis primas tenían un plan que hizo mi tío Joaquín, que sabe mucho de running; ellos entrenaban por su cuenta en Gualeguaychú”, explicó.
“Fue un entrenamiento de todo el año complementado con gimnasio, sumando muchos kilómetros y mucha altimetría también”, detalló.
Tres días inolvidables
“Creo que todos estábamos como en un estado de euforia, como con mucho disfrute”, relató Agustina a Ahora ElDía sobre cómo vivieron la carrera. “Por suerte a ninguno le dolió nada. Cuando terminamos la etapa 1 y sabíamos que faltaban dos días más, de 30 km. cada uno, era como si no hubiera ocurrido nada. Normalmente cuando uno hace una carrera de 30 km termina bastante cansado, pero como que la mente estaba en modo desafío… o en ‘modo Cruce’, como decimos nosotros. Y era todo disfrute: llegar de correr la primera etapa y estar en el lago, metiendo los pies en el lago, tomando mate, comiendo, riéndonos, disfrutando de las mini charlas que se daban. Era eso, como mirando la naturaleza. Es una experiencia que a veces cuesta encontrar palabras para describir, pero increíble”, describió.
“Además, cuando estás corriendo, estás pasando por lugares impresionantes: los primeros 5 kilómetros fueron por nieve, después tuvimos una bajada por nieve, pero que era a toda velocidad, casi esquiando; caminando por filos; ibas corriendo, levantabas la vista y tenías el (Cerro) Tronador de lejos. Es muy increíble todo lo que siente”, detalló.
Después de la carrera
Consultada por las sensaciones que les dejó el haber vivido esta aventura, la joven expresó que “creo que ninguno de nosotros todavía dimensiona lo que vivimos. Primero, es impresionante la sensación de cruzar el arco de llegada el día 3. Yo me emocioné hasta las lágrimas cuando llegué a la meta. Uno no es consciente de todo lo que el cuerpo puede hacer. Es una sensación de triunfo, de orgullo por uno mismo, de decir ‘lo logré’. No fueron sólo 100 km, fueron 100 km de subidas, nieve, barro, tierra, piedras sueltas, etc. Fueron 3 días de adrenalina, de aventura, de disfrute, de compartir con otros deportistas, en un ambiente tan sano y lindo como es el del trail running. Fue una sensación de cumplir un objetivo, una meta que todos teníamos hace tiempo, y que finalmente logramos. Y lo más lindo fue haberlo vivido en familia. La alegría compartida siempre es más linda”.
“También una de las sensaciones que me llevé en lo personal es que para hacer ese tipo de carreras, uno tiene que tener un poco de locura. Sino, sin dudas no hace todo ese esfuerzo. Pero vale la pena cada gota de cansancio. Y esa locura es la que nos mueve a tener experiencias inolvidables, únicas y llenas de emociones”, finalizó.
Agustina y su hermano Mauricio luego de finalizar la travesía.