Una mirada al rico pasado de la Catedral San José
Rastrear los orígenes de la iglesia local equivale a conocer las raíces de la sociedad nativa. El libro "Pastores según el Corazón de Dios" reconstruye esta historia. Su autor, el padre Mauricio Landra, dialogó con EL DIA. Por Marcelo Lorenzo - Acaba de aparecer su nuevo libro (Pastores según el Corazón de Dios). ¿Qué lo motivó a escribirlo y qué encuentra el lector allí?Presbítero Mauricio Landra:- Como sacerdote me interesó investigar la vida, la tarea de los demás sacerdotes que estuvieron en el mismo lugar que yo. La obra se refiere a los sacerdotes y a la Parroquia San José, luego devenida en Catedral, desde sus orígenes. Una parroquia que fue fundada en septiembre de 1780. Y eso quiere decir que había un lugar religioso en esta zona antes de que existiera la ciudad de Gualeguaychú. Tres años después Tomás de Rocamora traslada esa población a la actual plaza mayor, que conocemos como San Martín. Y lo mismo hace con un templo, un templo de adobe y paja, muy precario. - Lo que habla de la centralidad histórica de esa plaza...- Es el hito fundacional de Tomás de Rocamora. Los investigadores hablan de de que la primera y primitiva población estaba una legua más al sur. La mayoría de esa población era criolla, a veces corrida por los dueños de los campos. Había por entonces grandes extensiones de campos y grandes estancias. Y muchos de sus propietarios eran de Buenos Aires o de Montevideo. Esto hizo que muchas veces esta gente fuera expulsada de territorios ajenos y no tuvieran un lugar fijo donde vivir. Esta reflexión la comienzo desde ese hito de la creación de los pueblos en esta zona. Pero ya existía una capilla. - No es un dato menor que los pobladores, al reunirse, lo hagan alrededor de una capilla. ¿Qué significado tiene? - Bueno, eso es muy propio de nuestra gente y de aquellos que vinieron de España y de Europa. Pensemos que la capilla era un lugar religioso que también convocaba socialmente. No había sacerdote estable. La mayoría de ellos venía de Buenos Aires en calidad de misioneros. Es el caso del Padre San Bernardino, un religioso dominico, que estaba como sacerdote en la misión indígena de Santo Domingo de Soriano. Es decir, estos religiosos cruzaban el río Uruguay para bautizar, para casar, para acompañar espiritualmente, en la medida de lo posible y de los tiempos, a la gente de acá. - ¿Hay registros de los primeros bautizos?- Claro, tener esa información a mano fue una motivación para mí. El archivo parroquial comienza con el primer bautismo en 1766, mucho antes de esto que contaba. Ya había bautismos en esta zona y casamientos en 1766. En el archivo que existe en las parroquias se asientan todos los sacramentos. Se trata de unos datos valiosos, que permiten reconstruir la historia. Y el de la Catedral es una cantera para aprovechar. Por qué San José - ¿Cómo se llamaba la primitiva capilla?- Al referirse a la capillita la gente hablaba de Nuestra Señora del Rosario. Cuando arriba a esta zona Tomás de Rocamora, como fundador oficial, ya existía también la parroquia la Inmaculada Concepción, de Concepción del Uruguay, y San Antonio, de Gualeguay. En el caso de nuestra ciudad, Rocamora sugiere al virrey que para no confundir esta población y esta parroquia con Paraná -que se llamaba Nuestra Señora del Rosario-, el nombre de San José de Gualeguaychú. Es decir, bajo estos dos patrones, la Virgen del Rosario y San José, se desarrolló la fe cristiana en nuestra comunidad. En 1801, el pueblo pasa oficialmente a llamarse, tras la propuesta de Rocamora, San José de Gualeguaychú, pero como Iglesia siempre tuvo los dos patrones. - ¿Por qué los primeros pobladores pusieron la capillita bajo la advocación de la virgen?- Ahí está la influencia de los padres dominicos. Santo Domingo de Guzmán es un gran impulsor del rosario. Por eso hay muchas poblaciones y lugares religiosos del país con el nombre Virgen del Rosario. Pensemos en Paraná y en la propia ciudad de Rosario, en Santa Fe. Estos religiosos llegaron luego de que los jesuitas habían sido expulsados de esta zona. Recordemos que la zona, sobre todo el norte de Entre Ríos, tiene influencia jesuítica, que llega hasta la misma ciudad de Concordia. Una vez expulsados los jesuitas, los religiosos dominicos, franciscanos y mercedarios, colaboran en la tarea pastoral y tienen que hacerse cargo de las comunidades, de los poblados en Entre Ríos. - Por lo visto el libro se remonta a los orígenes remotos de la iglesia local. Pero más acá, ¿hasta dónde llega?- Tenía planeado llevarlo hasta el presente. Pero después frené a inicios del siglo XX, concretamente hasta 1905. ¿Qué pasa ese año? Pues asume la parroquia San José el Padre José María Colombo. Gran sacerdote, un hombre socialmente muy reconocido en la ciudad. Recordado en una calle, la escuela de artes y oficio, y por su legado en la propia parroquia. Luego viene el Padre Pedro Blasón, sobre el cual escribí el año pasado. Entonces me pareció que ahí era bueno detener la tarea histórica. Tal vez en conjunto con otros, podamos hace una historia completa de la parroquia, cuya vida es muy rica. A mí me toca ser el vigésimo tercer sacerdote a cargo de la parroquia San José de Gualeguaychú. Por ahí, que otros escriban de uno (risas). - ¿Cómo eran los primeros sacerdotes a cargo de la parroquia?- Muchos de ellos no eran criollos, eran españoles, algunos italianos, algunos no habían estudiado ni conocían Entre Ríos. La provincia era parte del Virreinato como tal y dependíamos de Buenos Aires como diócesis y como Iglesia. Recién en 1862 se crea la diócesis de Paraná y ahí sí, con obispo en la provincia, empieza otra relación. Muchos de esos hombres fueron formados por religiosos o bien estudiaron en Buenos Aires o en casas de los jesuitas. Algunos de ellos estudiaron en conjunto con otros fieles. Por ejemplo, un sacerdote estudió en el Colegio de Concepción del Uruguay, que no era propiamente un seminario, aunque se estudiaba teología dentro de los estudios secundarios (...) Hay figuras relevantes, y reconocidas, como es el caso del Padre Luis N. Palma. Es importante rescatar la figura del Padre Gordillo, el primer párroco en la ciudad, cuyo ministerio duró 41 años. Hay una calle en suburbio sur que lo recuerda; se llama Cura Gordillo. Ese sacerdote le da nombre a lo que nosotros conocemos como Arroyo del Cura; pues sus terrenos, sus campos que había podido adquirir, lindaban con este arroyo. Entonces, en ese tiempo, se le pone su nombre: el Arroyo del Cura por el cura Gordillo. En tiempos de la Revolucióny la influencia de Urquiza - Cuando se produce la revolución de Mayo, ¿quién está al frente de la parroquia?- Justamente él, Gordillo. Fueron unos 10 o 12 meses que se vivió con mucha intensidad en la zona la constitución de la Primera Junta Patria. En el mes de junio de 1810, Gualeguaychú acepta la Junta de Gobierno de Buenos Aires, al igual que Concepción del Uruguay y Gualeguay. Pero dos meses después, la situación cambia, y vuelve a ser 'realista', por así decirlo. No tenemos documentada con mucha certeza cuál fue la actuación que tuvo el sacerdote en esta circunstancia, pero sí podemos algunas interpretaciones en base a la actuación del cabildo del pueblo. En el caso del cura Gordillo, a él le tocó poner paños fríos entre vecinos. - Habrá sido una tarea complicada porque la Revolución dividió en dos a la sociedad nativa. - En efecto, sugirió quedarse quietos a fin de evitar derramamiento de sangre. Montevideo, que era realista, tenía una influencia muy fuerte en esta zona; por otro lado estaba Buenos Aires. Es decir, había una villa muy chiquita situada en el medio de estos dos polos en pugna. Montevideo con su influencia muy fuerte sobre la zona y Buenos Aires por otro lado. - ¿En qué otra etapa de la historia se mezcla lo cívico y la parroquia?- Pensemos en el General Justo José de Urquiza. Un visitante asiduo de esta ciudad. O porque andaba de novio con una gualeguaychuense, o como gobernador y presidente de la Confederación. Él marcó mucho a la sociedad nativa. De hecho, Urquiza coloca la piedra fundamental del templo, junto con el Padre Martínez y los arquitectos. La iglesia termina de construirse en 1890, estando a su cargo el sacerdote Luis N. Palma. La construcción duró 27 años, en cuyo lapso pasaron muchos sacerdotes, según aparece en los registros, haciendo esfuerzos para juntar fondos. - Uno se imagina una parroquia no sólo como centro religioso sino social y cívico. ¿Fue así durante mucho tiempo?- Totalmente. Nosotros tenemos una idea postmoderna de la Iglesia. Pero tengamos en cuenta que estaba justo frente a la Jefatura, que entonces era la comandancia. Es decir, el jefe de la comandancia tiene entonces una injerencia muy importante en el pueblo. Pero también el sacerdote la tiene. De hecho él es colocado en esa parroquia por el obispo, pero también por la autoridad civil. Esto recuerda la institución del Patronato, que venía del tiempo de los españoles. En realidad el Patronato es un privilegio que la Santa Sede, el Papa, le da a determinado gobierno. Se lo había dado entonces a la Corona Española. Pero no a todos los gobiernos independientes, luego. Entonces esto producía un poco de rispidez. En este contexto, el gobierno tenía mucha injerencia en el mantenimiento de todo lo que sea la actividad eclesial. Por ejemplo, hay documentos donde se le solicita al sacerdote del momento que haga una oración con muchas pompas porque era el cumpleaños del General Urquiza. Y hubo gente que no lo vio con agrado, porque no fueron consideradas suficientes las pompas. El cura fusilado acá - Cuando uno empieza una investigación parte con alguna idea previa. Hasta que se topa con una sorpresa. Al revisar los archivos, ¿se encontró con una?- Sí, la historia del Padre Marcelino Pelliza, que no fue párroco, pero que anduvo por aquí en 1816. Es decir, en tiempo de Artigas, tiempo de "La Liga de los Pueblos Libres", tiempo de mucha rispidez con Buenos Aires. Y bueno, este hombre es acusado por Artigas por no seguir el ideario federal. Y entonces lo manda a fusilar. Dicho fusilamiento ocurre en donde actualmente es calle San José y San Juan, en una esquina. Luego es enterrado en el cementerio, que era parroquial, según consta en los documentos. Pero investigando sobre esta figura del Padre Pelliza, llego a cuando él decide ser sacerdote. En los archivos de la orden dominica en Buenos Aires, en ese monasterio donde también están los restos de Manuel Belgrano, ahí está de puño y letra que él decide ingresar como sacerdote. Y en su legajo, por así decirlo, en nota marginal, a un costadito, se lee: "fusilado en Gualeguaychú en tal fecha". A ese archivo no habíamos accedido nunca. Hay otros archivos valiosísimos como el que tiene el Instituto Magnasco, donde está todo el material del canónigo Juan Carlos Borques. Una de las notas que él recopiló era de 1846. Se trata de una orden de captura de un sacerdote de Buenos Aires que está prófugo, en tiempos de Rosas. Se le pide al comisario don Rosendo Fraga que esté atento, porque podía pasar por aquí. El sacerdote tenía pedido de captura y estaba acompañado por una señorita; él era Ladislado Gutiérrez y ella se llamaba Camila O'Gorman. No hay datos que confirmen que Gutiérrez haya estado en Gualeguaychú, pero tenía su pedido de captura acá. Parroquia y cura pobres - Y con respecto a la incursión que hizo el italiano Garibaldi, ¿qué rol cumplió la iglesia local?- Tenemos documentación de dónde se alojó Garibaldi y de qué comercios se saquearon y qué cosas de valor robaron sus fuerzas. También sabemos que sus hombres tenían mucha hambre. Sin embargo no tenemos información de cómo fue la relación de Garibaldi con la parroquia. Sabemos, sí, quién era el sacerdote de entonces. El cual probablemente, en esa noche en que la villa fue invadida, también se habrá visto sorprendido como el resto de los pobladores por lo que pasó. Tenemos testimonios de que el gobierno de Urquiza se enojó mucho con Fraga, porque no tuvo la fuerza y el vigor para repeler a Garibaldi y los suyos. De esa época podemos deducir la pobreza que caracterizaba a la parroquia local. Por lo pronto, no tenía los objetos de valor con que contaban esos tempos históricos de Córdoba y Buenos Aires. Pensemos que el templo local en 1845 era de adobe y paja, y estaba muy destruido, porque era del tiempo de Rocamora; o sea tenía 80 años. - Y los sacerdotes, entonces, ¿en qué condiciones materiales vivían?- Percibían ingresos por los servicios de bautismo, entierro o casamiento. Un porcentaje quedaba para la parroquia y otro poco para el sacerdote, con cuyo dinero tenía que alquilarse una pieza como residencia, fuera de la iglesia. Y pagarse la comida. En realidad, a veces pasaba hambre. Había una serie de gastos para mantener el culto -libros, velas y demás- que representaban un costo. Hay en los archivos alguna queja sobre que la gente no había sido generosa del todo. O que al sacerdote no le alcanzaba para comer. En algunos casos, tenía mejor pasar porque su propia familia lo ayudaba. - ¿A qué fuentes recurrió mayormente para realizar su investigación?- La mayoría son archivos eclesiásticos. Como el del obispado, donde tenemos las actas del cabildo de la ciudad. Se trata de una joyita, que este lunes será presentada en formato digital, a partir de un trabajo del Instituto Sedes Sapientiae. También está el archivo parroquial, el del Arzobispado de Paraná -muy importante porque la iglesia local permaneció bajo su jurisdicción muchos años-. Después está el Archivo General de la Nación, de órdenes religiosas (dominicos y franciscanos, por ejemplo) y por supuesto archivos personales. Mucha gente aporta documentación, recorte de diarios, información varia, que se ve reflejada en el libro. - Este libro se suma al que ya publicó sobre el padre Blasón. Se diría todo es una contribución a la historia eclesiástica de Gualeguaychú. - En las escuelas le piden a los chicos la historia sobre las parroquias o las organizaciones fundadas por la Iglesia. Pensemos en el Hogar de Ancianos, o en la presencia religiosa de la Compañía de María, que tiene 100 años en Gualeguaychú. Es decir, lo ideal sería que en algún futuro tengamos una Historia Eclesiástica de Entre Ríos. El proyecto, por tanto, involucra a toda la provincia, a cuando no era tal y pertenecía a la Corona de España. A nivel provincial tenemos una obra que es muy buena, de don Antonio Segura, pero es de 1964. Es decir han pasado ya muchos años y habría que hacer una investigación que actualice ese libro. La pasión por la historia - Más allá del interés pastoral que seguramente lo anima para hacer estos trabajos, ¿de dónde la viene su amor por la historia? Presbítero Mauricio Landra:- Desde muy chico tuve curiosidad por la historia. Y la lectura siempre estuvo presente. Me gustar recopilar material, interpretarlo y después escribir. Esta faceta, al igual que la lectura, creo yo que la heredé de mi papá (...) Mis padres son docentes. La biblioteca de casa también es muy rica. Eso también ayuda. Luego, tuve el testimonio de algunos sacerdotes muy entendidos en historia de la Iglesia. Como es el caso del Padre Félix Viviani, que me contagió su pasión por este tema. Después está el Padre Ernesto Salvia, él mismo historiador, actual párroco de la parroquia de San Telmo en Buenos Aires, quien prologó mi libro y también hizo su presentación en Gualeguaychú. Además de su dedicación a la historia eclesiástica en Buenos Aires, el padre Salvia inspira a que hagamos lo mismo (...) - ¿Cree que hay un renovado interés por la historia local?- Se observa un movimiento interesantísimo en los últimos años. Hay personas que están haciendo un esfuerzo por recopilar y escribir. Hace poco, por ejemplo, se realizó un trabajo sobre las mujeres de Gualeguaychú. El Bicentenario, creo, inspira a que uno mire el pasado (...) Creo que en un momento donde se buscan respuesta, la historia colabora a dilucidar muchas cosas. Por ejemplo: ¿Por qué somos como somos o por qué tenemos una mentalidad determinada? La historia ayuda a encontrar respuestas a los interrogantes del presente. Creo que si una sociedad es respetuosa de su memoria, de sus raíces, sin caer en exageraciones, avanza con pasos firmes.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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