Una mochila de identidad con 5.000 años de historia

La argentina Alejandra Conconi cuenta cómo es trabajar y comerciar con el país más poblado del mundo, una cultura en la que es habitual trazar 40 o 50 generaciones hacia atrás pero que se mostró lo suficientemente flexible como para transformar su economía en 30 años. Efectos del cambio en la dieta de la población. Florencia Carbone A los 32 años, Alejandra Conconi, Licenciada en Estudios Orientales y antropóloga, es una verdadera especialista en cultura -en el más amplio sentido de la definición- china.Su primer viaje a China fue en 2009, cuando ganó una beca para hacer un posgrado de lengua y cultura. La experiencia fue en una ciudad ubicada a mil kilómetros al norte de Pekín (y sí, los números mínimos en China difícilmente bajen de las cuatro cifras).Desde que volvió a la Argentina, un año más tarde, empezó a trabajar para diferentes instituciones relacionadas con China. Con el paso del tiempo y los sucesivos viajes, la relación se fue reforzando.-¿Cómo surgió el interés por China y el mundo oriental?-Fue hace varios años, cuando empezaba mi carrera de grado en la Universidad del Salvador. Me interesaba la diversidad cultural, viajar, aprender idiomas. Y hoy, como antropóloga, creo que es difícil encontrar un grado de alteridad como la China. Encontrar un sistema de escritura en caracteres, un sistema de pensamiento, de valores que de alguna manera marcan las posibilidades de lo que se hace y lo que no se hace. Pensé que era una manera de enriquecer la visión que tenía de mi cultura a través de tanta oposición o diversidad.-¿Cuál es la relación entre la antropología y el comercio? ¿Qué puntos de contacto existen entre dos disciplinas a primera vista tan diferentes?-¡Muchísimos! (dice sonriendo). Hace más de 10 años que tengo una relación continua con la comunidad china y con China, y cada vez más hay más sectores de la Argentina atravesados por esa relación, gente que nunca imaginó que las empresas para las que eran proveedores o para las que brindaban servicios serían firmas chinas o compradas parcialmente por capitales chinos. Las nuevas personas con las que interactúan para cerrar negocios, hacer acuerdos, y dar servicios, son de origen chino.De alguna manera las técnicas y metodología de la Antropología -que fui mi segundo camino después de la Licenciatura en Estudios Orientales- tiene que ver con eso, con trabajar para que la integración de esas personas que están paradas en distintos zapatos y miran al mundo desde un lugar diferente aunque tengan objetivos similares, sea exitosa.Alejandra pisó suelo chino por primera vez en 2009, pero desde entonces hasta fines de 2013 estuvo siete veces más.Entre los números gigantes que ostenta, como la mayor población del mundo (1.357 millones de habitantes) o su enorme superficie (los casi 9.600.000 de km2 lo ubican como el cuarto más extendido), China es el país con la mayor red de trenes de alta velocidad (¡alrededor de 15.000 kilómetros!). El proceso paulatino de apertura de su economía permitió, gracias a un suculento crecimiento anual del PBI, que cada dos años incorpore 40 millones de personas (sí, casi toda una Argentina), a la clase media. ¿Son palpables en la vida cotidiana esos enormes cambios?Conconi responde sin dudar: "Si", y explica las razones."Tuve la suerte de volver frecuentemente, cada seis meses, cada año, y a veces tardaba un poco en reconocer un mismo barrio de Pekín, no por distracción, sino porque realmente es impresionante cómo se van transformando el territorio, los edificios y las personas también", cuenta.-¿Esa transformación es una occidentalización de China o se da dentro de lo que es la cultura asiática, manteniendo sus características?-Creo que cuando se habla de occidentalización tiene que ver más con la superficie, porque uno va a China y las cosas se transforman sobre una base y una identidad cultural. Muchos países fueron cambiando de civilización pero China hace 5.000 años que mantiene una continuidad cultural. Por ejemplo, si te pregunto cuántas generaciones hacia atrás tenés en tu familia, me dirás tres, cuatro, ¿cinco? Bueno, tengo amigos chinos que pueden trazar 40 o 50 generaciones hacia atrás, y eso es muy común allá. Eso es una mochila de identidad en la que se paran y que es muy fuerte.Por supuesto que algunas cosas se van transformando. Hay una noción también de ser chino que es dinámica y que ha cambiado mucho de una generación a otra, pero como me dicen muchos chinos: Si no fuéramos flexibles, ¿cómo hubiéramos transformado en 30 años nuestro país con procesos que en Europa o Estados Unidos llevaron 300 años?-El crecimiento de la clase media china plantea grandes desafíos. Es gente que, por ejemplo, empieza a variar su alimentación (a consumir diferentes tipos de carne, por caso) y también su vestimenta, la marca de auto que quiere tener, que empieza a usar perfumes, varía el tipo de maquillaje y hasta los aderezos (como el aceite de oliva) y las bebidas (aumentó el consumo de vino)...-Y hasta las necesidades de la medicina. Estuve trabajando en mucha profundidad en un estudio de mercado y adecuación de servicios vinculados con salud. Estos cambios de alimentación hacen, por caso, que un médico chino de 50 años deba enfrentarse hoy al hecho de que él sabía trabajar huesos rotos por dolencias muy distintas a las que producen las enfermedades crónicas que hoy hay en China precisamente por el cambio de la dieta que se dio en los últimos años, sobre todo con la incorporación de la carne.Fueron apareciendo problemas de hipertensión, diabetes y otras enfermedades que eran inexistentes hace 30 años. Es de hecho, el país donde más están creciendo esas enfermedades, y por lo tanto estos cambios en los hábitos son también oportunidades de cooperación a todo tipo nivel para la Argentina, para llevar nuestro conocimiento en esas áreas. Carrito vacío Luego, Alejandra comparte un par de anécdotas muy interesantes que pintan a la perfección la importancia de conocer la cultura de un país antes de "intentar hacer negocios"."La primera vez que fui a un supermercado en China, en 2009, salí con el carrito vacío. No encontraba los productos que buscaba, cosas básicas como el azúcar. Al día siguiente volví con una amiga china y me dice: Acá tenés el azúcar. Claro, no sólo era azúcar cristalizada, más gruesa y dura que la que consumimos nosotros, sino que se vende en paquetes de 250 gramos. Es necesario "fracturarla", más allá de que hay diferentes variedades. Cuando vas conociendo las costumbres te das cuenta de que eso tiene que ver con la forma en la que ellos consumen el producto, que es totalmente distinto en cada región, pero también muy distinto de la manera y cantidad en la que la consumimos acá", relata.El otro tema que llamó su atención fueron las cremas faciales."Apenas llegué a Harbin, la ciudad en la que vivía, recorrí desde el Walmart hasta el Metro, una cadena de tiendas alemana. Pasé por todas las góndolas de lociones y cremas para mujer: ¡todos los productos eran emblanquecedores! Les comentaba a mis amigas que quería comprar cosas similares a las que usaba en mi país y que no podía encontrarlas. Ellas insistían: "Es bueno emblanquecerse, ser más blancas", recuerda entre risas.-¿Ser menos amarillos?-Si, es la idea. En el caso de China son lociones, pero mis amigas coreanas con las que convivía utilizan maquillaje hasta para las manos. Se ve en el borde de la mano y del rostro cómo se emblanquecen. Es parte del modelo de belleza en la región. Finalmente terminé consiguiendo cremas humectantes, sin emblanquecedor, en un lugar de productos importados en Pekín, que como las grandes ciudades tienen más diversidad que las ciudades del interior de China.-Mencionaste dos cadenas que a pesar de ser internacionales venden productos adaptados a la necesidad del público local.-Absolutamente. Hay muchas marcas "del mundo occidental" pero siempre con una adecuación cultural, pensando en cómo el público -en este caso la mujer china- elige una crema por factores como el aroma, o cómo les encanta usar mascarillas y se consumen en gran cantidad. Podés ver góndolas enteras en el supermercado dedicadas a esos productos.-En general se asegura que China "son varios países dentro de uno". ¿Da lo mismo pensar en hacer negocios con Pekín que con un pueblo del interior, similar al que viviste?-(Riendo) Si, pueblos pero de 10 millones de habitantes...-Es cierto, es casi un cuarto de la población argentina. ¿Es factible para los empresarios de países como el nuestro, con una escala de producción tan diferente, hacer negocios con China?-Está bueno plantearlo así. Cuando hablamos de la relación bilateral Argentina-China, aunque ambos sean países, hay que tener presente la relación entre 40 millones con 1400 millones de habitantes: ¡35 veces más de población! Me empezó a caer la ficha cuando llegué a esa provincia china. Vivía en la segunda provincia más despoblada de China y tiene ¡40 millones de habitantes!-Toda una Argentina-Tal cual. Ahí empecé a entender. Me tomaba un tren cada fin de semana y la siguiente ciudad importante, a 50 km al sur o al norte, tenía 10, 15, 20 millones de habitantes. Entonces uno empieza a absorber esa súper población y complejidad. Cada región de China está muy vinculada a una historia en particular, que puede ser reciente porque estas provincias tienen una historia mucho más joven. Fueron pobladas hace 150 años.Cada provincia o región de China tiene su historia, su legado, sus tradiciones, sus íconos, su clima. La ciudad donde vivía, en enero, registraba 35° bajo cero, pero si ese día me tomaba un avión, en un par de horas, podía estar en Hainan, la capital más al sur de China, y ahí hay 28°. Podés imaginar las diferencias que hay entre lo que se come, cómo se visten y hasta las idiosincrasias regionales en un país en el que en un mismo día tenés 60 grados de amplitud térmica. De ahí que resulte muy útil entablar las relaciones a partir de hermanamientos de ciudades o provincias que comparten similitudes.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios