LOS MÉDICOS DE LA MÚSICA
Viaje al mundo de los reparadores de instrumentos de Gualeguaychú
El domingo se celebró una nueva edición de los Premios Oscar y en la categoría corto documental ganó “La última tienda de reparaciones”, un audiovisual que visibiliza a quienes arreglan instrumentos. En este contexto y a la luz de que Gualeguaychú es una ciudad de músicos, Ahora ElDía se adentró en el mundo de la lutería local para conocer este mundo.
El corto documental “La última tienda de reparaciones”, impulsado por el medio Los Ángeles Times y ganador de un Oscar, centra su historia en cuatro maestros artesanos que reparan instrumentos musicales para estudiantes del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles. Trabajando en el taller más grande de su tipo que queda en Estados Unidos, los cuatro supervisan el mantenimiento de unos 80.000 instrumentos, asegurando que los escolares de la ciudad tengan instrumentos sanos en sus manos todos los días.
En este contexto, nuestra ciudad vive una situación que se asemeja en muchas aristas, sobre todo porque Gualeguaychú está plagada de músicos que demandan por reparaciones de instrumentos, sin embargo hay pocas personas que se dedican a esto.
Instrumentos de cuerdas
En la actualidad solo existe una persona que tiene una luthería en la ciudad, es decir que fabrica instrumentos de cero. Algunos, inclusive, han sido elaborados y vendidos al exterior. Se trata de Emanuel Brunetti, una persona que viene de una familia de músicos: su madre era profesora de coro, piano y guitarra, por lo que creció en una casa rodeado de instrumentos. A la vez, su padre era dueño de una ferretería, por lo que se encontró con herramientas al alcance de su mano que utilizaba por curiosidad en su tiempo libre.
“A los 14 años, hace 30 años ya, desarmé mi primera guitarra eléctrica para arreglarle unas cuestiones de electrónica, repintarla y acomodarle un rebaje. Creo que desde ahí no paré de hacer cosas. Algunas para mis instrumentos, otras para los de mis amigos”, relató Brunetti sobre sus inicios.
Cuando se mudó a Buenos Aires aprovechó para tomar cursos en la escuela de luthería de Alejandro Baccaglioni y en el taller de Ariel Santanera. En este sentido, aclaró que “ese estudio más formal siempre estuvo apuntado a la construcción/fabricación más que a la reparación, pero me sirvió para aprender la física y mecánica más en detalle de los instrumentos”.
Por año, al taller que Brunetti tiene en conjunto con un amigo llegan cerca de 350 instrumentos para ser reparados y calibrados. Y no solo son instrumentos de vecinos de la ciudad, sino también de otras partes del país. La demanda más fuerte la tienen en relación a calibración de instrumentos eléctricos.
“Por lo general, todas las reparaciones se resuelven encolando con una resina alifática, prensas/sargentos y diversos moldes y plantillas que usamos para que se adapten a las formas y curvas de los instrumentos. Muchas veces además debemos usar cuñas, suplementos y repuestos. También para finalizar se repasa la laca o el lustre”, explicó el experto.
Además, el luthier contó que también afinan pianos con un método que se llama “aural”, es decir que se afina de oído a excepción de la primer nota “La” que se toma como referencia un diapasón de metal. Por lo general el proceso es largo y puede tomar entre dos y tres días lograr la afinación.
“Nosotros solo hacemos la parte de afinación, no hacemos reparaciones en pianos, ya que es una técnica diferente que requiere contar con repuestos y herramientas específicas para tal fin. Pero si con el tiempo y los años hemos aprendido a reparar algunas cosas sencillas, como martillos corridos, teclas que se traban y escapes que no vuelven”, señaló.
Los instrumentos en Gualeguaychú, según manifestó Brunetti, se rompen mucho y esto se debe a las características climatológicas de la ciudad: “Hay una gran amplitud térmica y de humedad, lo cual hace que las maderas se muevan mucho y trabajen. También se rompen por uso o maltrato”.
Por último, el especialista en fabricación de instrumentos enfatizó que hay mucho interés por aprender el oficio y es por esto que junto a su socio tienen una pequeña escuela de lutheria a la cual asisten aproximadamente 20 alumnos al año, y de la cual salen habiendo hecho su propio instrumento.
“Consideramos que trasmitir este conocimiento es fundamental para que nuestro oficio y nuestro arte no se muera, ya que es difícil encontrar lugares accesibles donde se estudie formalmente”, concluyó Brunetti.
Instrumentos de viento
No hace mucho tiempo que en la ciudad creció el interés y la presencia de instrumentos de viento y gran parte de la responsabilidad la tiene Osvaldo Russell, quien dirige el ensamble “Vientos en Gualeguaychú”.
La especialidad de Russell es la música, pero a lo largo de los años se ha dado maña, como él dice, en la reparación de este tipo de instrumentos.
“Aprendí con el instrumento que tenía prestado en ese momento, lo armaba y lo desarmaba yo mismo. Lo más común son las pérdidas y la calibración del instrumento. Después, puedo soldar algunas piezas y enderezarlas. Pero en instrumentos como el saxo depende donde es el golpe si puedo hacerlo o no”, aclaró.
Para realizar estas pequeñas reparaciones, Russell utiliza pinzas, soplete, torno y algunas herramientas de su autoría que fabricó para resolver algunos problemas. Sin embargo, enfatizó que el experto es su hermano, Roberto Russell, quien tiene un taller de luthería y reparaciones en Buenos Aires y al cual constantemente lleva instrumentos de Gualeguaychú para que sean arreglados. Su campo de expertise son, precisamente, los instrumentos de viento.
Roberto Russell comenzó a estudiar saxofón en la escuela Celia Torrá de Concepción del Uruguay, donde estuvo cuatro años antes de ir al Conservatorio Gilardo Gilardi de La Plata.
Roberto Russell en su taller de reparaciones
Mientras estudió en la provincia, recibió a modo de préstamo un saxofón del Ejército de Gualeguaychú y se hizo cargo del instrumento.
“Había que repararlo, así que lo traje a un luthier de Buenos Aires. Lo usé mucho porque comprar el mío me llevó un año. Como a los instrumentos de viento tenés que hacerle un mantenimiento, estando en la ciudad comencé a meterle mano yo”, relató sobre lo que serían los inicios de su oficio.
Además, como si fuera poco, su padre lo incentivaba a animarse a descubrir por él mismo todo, desde desarmar un motor de auto hasta hacer instalaciones eléctricas, por lo que cuando llevó el saxo a su hogar lo primero que hizo fue desarmarlo.
Tiempo después, cuando Roberto Russell entró en el conservatorio tomó información de todos lados para entender desde lo musical el funcionamiento del instrumento, algo muy difícil porque según describió “los pocos luthiers que habían eran bastante celosos”.
“Estando en la orquesta del conservatorio, empecé a hacer el mantenimiento de los instrumentos de mis compañeros, haciendo cosas fáciles, como calibraciones, dentro de las herramientas que tenía. Eso fue una gran práctica”, narró.
Luego, consiguió trabajo en una casa de música donde comenzó a aprender el oficio y se dedicó a reparar boquillas, “que es lo más importante del instrumento y eso me abrió un camino para estar más conectado con otros luthieres. El tema más importante es que te confíen la reparación de un instrumento, porque la relación entre el músico y el instrumento es muy especial, es casi una extensión de su cuerpo”, señaló.
Gracias al respaldo que recibió del propietario de la tienda, Russell adquirió más conocimientos y de a poco se fue armando un taller en su departamento. Pero fue recién con el nacimiento de su hijo que decidió dedicarse de lleno al oficio.
Se fue corriendo la voz y el taller fue creciendo a tal punto que debió pedirle ayuda a su padre, el primero que incentivó la curiosidad por entender cómo funcionaban las cosas.
La reparación de instrumentos de viento es un mundo aparte y no hay lugares donde enseñen esto. Al respecto, detalló que “yo lo tomé desde la física acústica aplicada a la música, la lógica mecánica y el medio para poder hacerlo, que en el caso de los vientos son los metales, que es donde se aplica directamente la escuela de joyería que es donde vos aprendes de las aleaciones y el tipo de manejo de todos los metales, es como si fuera una joyería de un tipo más tosco”, detalló.
Por otra parte, los instrumentos de viento se dividen en especies, como los bronces -que incluyen trompetas, trombones y tubas-, y las maderas -que son los saxos, las flautas traversas y los clarinetes-.
“Lo más complicado de arreglar es la deformación del tubo o su estructura, porque es una caja acústica de contención de aire, que cuando uno estimula al instrumento ese aire contenido en el tubo se transforma como en una cuerda. Por eso, cuando se deforma, la cuerda también lo hace. Es decir que queda alterado físicamente y eso es bastante complicado, y es en lo que me especializo. Se recuperan instrumentos de los años 20 y funcionan a nivel profesional. La industrial de los instrumentos de viento es algo maravilloso y cuando uno restaura una de esas joyas es indescriptible lo que se siente”, admitió Russell.
En el futuro tiene pensado instalar un taller de reparaciones acá y dividir su tiempo entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Gualeguaychú. De todas formas, asegura que viaja una vez al mes y siempre se lleva instrumentos para reparar.
“Me gustaría que mucha gente sepa y se meta en esto por un montón de razones, pero sobre todo porque la demanda es muchísima. Además, la gente de Gualeguaychú tiene una habilidad especial y es una salida laboral importante. Cualquiera que tenga alguna inquietud estoy abierto para pasarle toda la información necesaria, siempre hay personas muy habilidosas y podemos estar perdiéndonos luthieres de categoría”, finalizó Russell.
La promesa de una orquesta municipal
En su discurso de apertura de Sesiones Ordinarias del Concejo Deliberante, el intendente Mauricio Davico anunció la creación de una orquesta municipal.
En este sentido, Ahora ElDía consultó a Luis Castillo, subsecretario de Cultura, Deporte y Juventud, sobre el cumplimiento de esta promesa.
“El tema de la orquesta viene enmarcado dentro del proyecto de conformación del ballet estable y el coro estable del Teatro Gualeguaychú. Esto tiene como base un profundo contenido social, tanto es así que los tres centros donde se van a llevar a cabo estas acciones los vamos a denominar centro culturales barriales que van a estar estratégicamente ubicados en tres zonas de la ciudad”, informó Castillo.
En este marco, la semana que viene recibirá la visita de la directora del Programa de Orquestas Juveniles que canalizará la conformación de la orquesta y, a su vez, en los próximos días se convocará a concurso para ocupar los cargos directivos para el ballet, el coro y la orquesta.
“Este es un programa provincial que de forma paralela tiene que ver con un programa nacional de conformación de orquestas sinfónicas juveniles, con un importante corte social. El proyecto prevé su funcionamiento como centros de formación barriales en conjunto con el Teatro Gualeguaychú. Es un programa de inclusión social muy profunda”, enfatizó.