Vicente Espeche Gil: “El mundo quiere volver a tener confianza en nosotros”

Vivimos en un contexto internacional cuya dinámica, dominada por la incertidumbre, urge comprender. ¿Qué rol está dispuesto a asumir Argentina? ¿Qué contribución puede hacer a la comunidad mundial? Sobre estos tópicos expuso en Gualeguaychú el diplomático Vicente Espeche Gil. Marcelo Lorenzo El mundo que quedó tras la caída del Muro de Berlín, que marcó el fin de la Guerra Fría. El lugar que Argentina ocupa hoy, con sus pro y sus contra, en ese escenario. Y el papel que podría protagonizar, siguiendo su tradición histórica, si se lo propusiese.Alrededor de esta temáticas articuló su exposición Vicente Espeche Gil, en la conferencia que dio en la Biblioteca Sarmiento, el pasado 15 de mayo, organizada por el Instituto 'Sedes Sapientiae' y el Instituto 'María Inés Elizalde'.Ante un nutrido público, compuesto por docentes y alumnos, el especialista habló de la importancia de comprender las "coordenadas de la historia mundial en la que nos movemos", y el papel que un país como Argentina podría protagonizar en ese mundo.Egresado del Instituto del Servicio Exterior de la Nación en 1968, Espeche Gil ha representado al país como diplomático en diversos destinos (Argelia, Israel, Santa Sede y República Checa).Actualmente es miembro del comité de redacción de la revista Criterio, consejero del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), y miembro de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina.Según el disertante, la realidad de los países es contextual, se da en el marco de un proceso mundial. Y el modo en que una comunidad, como la argentina, interactúe con ese entorno global, determinará en gran medida su suerte, en términos económicos y políticos.Hoy ese entorno, explicó Espeche Gil, no es el bipolar, propio de la Guerra Fría, donde dos bloques (comunista y capitalista) competían por la hegemonía, aunque no llegaron "a una guerra abierta por temor a una liquidación recíproca", y que feneció formalmente con la caída del Muro de Berlín, en 1989.Lo que hay ahora "es un mundo con varios centros de poder", cuyos actores son fuertemente interdependientes, de suerte "que lo que ocurre en un lugar afecta al conjunto".Pero es un sistema mundial cuya estabilidad está siempre en peligro. Eventos como los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York y a las instituciones judías en Buenos Aires, la guerra de Irak, el conflicto árabe-israelí, la tensión en Ucrania, la guerra civil en Siria o los intentos separatistas de Cataluña en España, Escocia en Gran Bretaña, comunidad francesa en Canadá, o estados del norte en Italia, son signos inequívocos de que "el mundo es un lugar de incertidumbre", apuntó el disertante.La geografía política de la globalización ofrece un escenario con "la presencia de varios actores, etnias, culturas, tradiciones políticas", pero es un contexto internacional "con instituciones débiles donde prima una buena dosis de inestabilidad y cambio".Una nota distintiva del cuadro mundial es que "está lleno de desigualdades" de todo tipo, económicas, sociales, culturales, y asechado por males como "el narcotráfico, la trata de personas, la corrupción o el armamentismo".En esta aparente anarquía sin embargo, aclaró el conferencista, "y a pesar de ser un mundo con muchas imperfecciones, en las relaciones entre las naciones existen algunas pautas, algunos valores que en general son aceptados".Aunque no hay un gobierno mundial, que tome las decisiones desde un centro, haciendo que cada Estado se subordine a ellas, existe un organismo internacional, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en cuyo marco los Estados discuten y acuerdan sobre distintos temas globales, afirmó.Además el último tiempo han adquirido gran protagonismo los bloques económicos, que reúnen a países con afinidades geográficas y comerciales, como Unión Europea (UE), Mercosur, BRIC, y NAFTA o TLCAN. Lo que somos y LOQUE podríamos serSegún Espeche Gil, el país ha tenido una posición equívoca en el concierto mundial, asociada a las marchas y contramarchas de su política interna. "Al comenzar el siglo XX parecía que estábamos encaminados en la buena dirección. Pero sucesivas crisis, la incapacidad de generar un período largo de estabilidad institucional nos hizo crecer a los tumbos durante ocho décadas a lo largo del siglo", indicó.Argentina fue perdiendo prestigio internacional por distintas decisiones adoptadas por diferentes gobiernos. "Con los regímenes militares, nosotros íbamos a una guerra con Chile en 1978, que hubiera sido una tragedia, de las que nos salvó el Papa Juan Pablo II. Pero nadie nos salvó de la guerra de las Malvinas, en la cual nos metidos imprudentemente a nuestro costo. Después construimos una deuda externa abultada".Con los gobiernos democráticos, en tanto, se tomaron decisiones negativas: "Cuando el parlamento nacional aplaudió de pie la decisión de suspender el pago de la deuda externa o cuando contrabandeamos armas a Ecuador en su conflicto con Perú. O los datos del INDEC, que si no los creemos nosotros, menos los creen afuera".El conferencista señaló: "Tengamos el coraje de preguntarnos cuántos de nuestros dirigentes políticos han conocido el mundo, hablan idiomas, conocen las personalidades extranjeras, la historia y la economía de nuestros potenciales socios en el exterior".Aunque admitió que en el servicio exterior de la nación hay cuadros profesionales idóneos, "motivados por el honesto servicio al Estado con independencia de cada gobierno que va pasando", lo que no ha tenido Argentina "es una dirigencia política capaz de entender el mundo y trazar líneas maestras de política exterior como política de Estado".Según dijo, no hay que equivocarse respecto del peso específico real del país. "Existió alguna vez el eslogan 'Argentina potencia'. Hay algo de adolescente en esto", sostuvo."Hubo una época en que nosotros mirábamos un poco por sobre el hombro a los demás países de América Latina, nos creíamos mejores. Pero la realidad, y sobre todo la crisis de 2001-2002 nos puso los pies sobre la tierra", recordó.En diálogo con los asistentes a la charla, Espeche Gil consideró que los argentinos "tenemos un problema con la ley", y esto se echa de ver en el plano internacional."Si respeto la ley no necesito -explicó- que haya un policía detrás de mí para que yo no pase un semáforo en rojo. Si yo tengo la norma metida dentro de mí, no necesito que nadie me coaccione desde fuera. Este es un problema serio que tenemos. Al no tener nosotros la ley metida adentro, no somos confiables. La única manera de generar confiabilidad es cuando yo puedo predecir la conducta del otro. Ejemplo: si tengo un problema económico y pido un préstamo, lo pago aunque sea tarde. Pero lo pago. Esto tiene que ver con la ley".Pero al lado de estas cosas negativas -aclaró el conferenciante- está el hecho de que "el mundo quiere volver a tener confianza en nosotros", porque Argentina es una "potencia mediana", miembro del Grupo de los 20, y por tanto con peso propio.Con una geografía exuberante todavía escasamente poblada, gran productora de alimentos, con "gente capacitada y con experiencia adquirida en muchos campos, tanto de la ciencia, de la cultura como de la producción", "con unas fuerzas armadas que han adquirido experiencia y buen nombre en difíciles operaciones de paz", el país siempre puede dar más."Algo bueno tiene que tener la Argentina -apuntó el diplomático- si aquí se formó y de aquí salió el Papa Francisco. Y de aquí salieron los tres premios Nobel de ciencias que tiene América Latina. Y si hemos podido vender reactores nucleares, hechos en Argentina, a distintos países"."Una Argentina robusta, segura de sí misma, positiva, imaginativa y constructiva hace falta en América Latina y el mundo. Es responsabilidad nuestra ocupar el espacio que ganaron para nosotros las generaciones que sucedieron a la de la independencia y de la Organización Nacional", concluyó Espeche Gil.
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