Lo que suceda hoy será determinante para el futuro cercano. Si la Presidenta gana con gran ventaja al segundo, habrá recorrido parte de su camino a la reelección. Si no llega al 40%, otra historia empieza a escribirse.Por Jorge Barroetaveña En 1.983 Raúl Alfonsín se convirtió en el vehículo de millones de argentinos que le dijeron basta a la violencia. Aquel proceso electoral, lleno de ilusiones por el retorno a la democracia marcó el nacimiento de un líder político después de Perón. La quema del cajón de Herminio Iglesias fue apenas una anécdota. El grueso de la sociedad argentina tenía decidido ya apostar a un cambio y condenar al peronismo, por primera vez en las urnas. La debacle económica, los saqueos posteriores, la hiperinflación y el desgaste de pelear años con el peronismo reorganizado en la oposición, acabaron con los días de Alfonsín en el poder. En 1989 se dio la interna partidaria más importante de la historia argentina moderna: Menem y Cafiero dirimieron quién sería el candidato presidencial del PJ, con olor a elección general. Millones de afiliados peronistas dieron el ejemplo y eligieron libremente, a Carlos Menem, contra todo lo que proponía el aparato. Menem le ganó con comodidad a Eduardo César Angeloz e inauguró el período más largo de un Presidente constitucional desde Perón a mediados de los '40. En 1995 fue reelecto con el 'voto cuota', en medio de cuestionamientos cada vez más crecientes a la calidad institucional de su gobierno. La convertibilidad, convertida en el vértice de su poder, empezó a crujir. Se fue Cavallo, su autor y en 1.997 el chirlo electoral se hizo sentir. La oposición, aglutinada en la Alianza presentó batalla y en 1.999 le puso punto final a la experiencia menemista. Fernando De la Rúa junto a 'Chacho' Álvarez encarnaban los deseos de cambio de esa época, pero lejos quedaron de cumplir con las expectativas. Al cabo, la Alianza fue eso, una entente meramente electoral que tenía forma pero muy poco contenido. Los coletazos de la convertibilidad se llevaron puesto aquel gobierno y la peor crisis de representatividad volvió a instalarse en la democracia argentina. Los cimientos de la Argentina moderna crujieron en serio esos años. El sistema de partidos se hizo añicos y a duras penas se pudo llegar a los comicios de mayo de 2.003. A esa altura Duhalde había apagado el incendio haciendo lo que antes nadie había querido hacer: devaluar. Acertó poniendo a Lavagna en Economía y el país retomó cierta tranquilidad. En mayo de 2.003 Menem gana en primera vuelta, Néstor Kirchner sale segundo y no hubo mucho más para hablar. Antes de una derrota humillante, Menem se baja y el sureño es ungido Presidente de la Nación. Kirchner emprendió entonces una tarea titánica: recomponer la imagen presidencial y volver a darle poder. Inteligentemente dejó a Lavagna seguir haciendo su trabajo y comenzó la etapa de reconstrucción. En 2.007 le entregó a su mujer un país más ordenado, en crecimiento aunque con una gran deuda social aún vigente. En 2008 sobrevino la crisis del campo, y otra vez las turbulencias. En 2010 el impacto de la desaparición física del ex presidente cambió el panorama. Hoy, Cristina Fernández se enfrenta a su hora más difícil, sola, sin la compañía de siempre.
****¿Qué puede pasar hoy? No hay antecedentes de una elección primaria de estas características en la historia argentina. Elecciones primarias ha habido muchas, pero nunca con padrón general y obligatorias. Allí anida uno de los interrogantes: ¿cuánta gente irá a votar hoy efectivamente? La confusión sobre la convocatoria, su superposición con elecciones internas en varias provincias y un evidente objetivo de desinformar, quién sabe con qué fines, han sembrado de dudas al electorado. ¿Puede que aún haya ciudadanos que no sepan que en el cuarto oscuro se puede cortar la boleta sábana? No será lo mismo que vote la mitad del padrón que el porcentaje sea el histórico, en torno al 75%. No será lo mismo ni para el que gane ni para el que salga segundo. Lo cierto es que, a nivel nacional, no hay internas. Lo de hoy será una gran 'encuesta' para ver cómo están posicionados los candidatos de cara al 23 y para definir algunas cuestiones en las provincias, vinculadas a internas locales.La fotografía que comience a develarse a partir de las 18 tendrá impacto, qué duda cabe, y condicionará el voto de octubre. Ese 23, que ya no queda tan lejano en el tiempo, será la real primera vuelta y podría consagrar a un nuevo Presidente. Más allá de lo que suceda, el ejercicio de votar siempre es bueno. La de hoy será una fiesta cívica, en la que cada ciudadano tendrá todo el poder en sus manos. Hoy, como nunca, no habrá diferencias entre ricos y pobres, entre los poderosos y los que no lo son, entre comprometidos e indiferentes. El voto de cada uno vale uno, con todo lo que eso representa. Por eso, el ejercicio del derecho del voto debe ser valorado en su exacta dimensión y sirve para asumir, al menos hoy, cierto compromiso con el país en el que vivimos y la sociedad de la que formamos parte.Informarse, escuchar, tratar de comprender lo que pasa a nuestro alrededor, es una obligación que trasciende las reglas y se instala en lo más profundo de nuestro corazón de ciudadanos. Haga este ejercicio: cuando entre al cuarto oscuro no piense sólo en usted, piense en sus hijos, en sus padres, en sus nietos, o en sus abuelos. Piense qué sociedad quiere para ellos. Y vote haciendo valer ese sentimiento. Si lo hace habrá cumplido con su deber.