Ya están aquí (y no son fantasmas)
Los discursos y declaraciones que en los últimos días hemos escuchado o leído acerca de la usurpación británica de Malvinas, son coincidentes en deplorar esta situación que en 2013 cumplirá 180 años.Mario Alarcón MuñizEs una causa nacional. No se duda. Varían los matices de las opiniones, pero todos los argentinos, en mayor o menor medida, con fuerte o flaco entusiasmo, pensamos que el Atlántico Sur nos pertenece legal e históricamente y es menester recuperarlo de manera plena. Sin embargo, llama la atención el silencio de casi todos los sectores (gobierno, oposición, empresariado, sindicalismo, industria, agro, prensa nacional, cultura) acerca del avance norteamericano sobre nuestro Litoral, en principio impulsado por la provincia del Chaco y avalado por autoridades nacionales. Nadie dice nada. Y los yanquis ya están aquí.
Todos cómplices
Si alguna vez se expresó y repitió a modo de profecía que "la próxima guerra mundial no será por el petróleo, sino por el agua", ciertos episodios recientes revelan que nadie lo tiene tan claro como los Estados Unidos, pues han comenzado a tomar posición (¿o posesión?) en áreas estratégicas de enorme importancia. Además, bien nuestras: las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay, el sistema del Iberá, los humedales del sur de Brasil y el Delta argentino y por si todo eso fuera poco, el acuífero Guaraní con su formidable reserva de agua subterránea. Para ello se han establecido en el Chaco. Entraron sigilosamente. En puntas de pié. Claro que con la autorización del gobernador Jorge Capitanich, enemigo declarado de los límites de cualquier índole. (No olvidar que a fin del último año tomó el avión oficial de su provincia y se fue de paseo al Caribe con sus hijas.) No obstante, en este caso de los yanquis iniciado hace dos años y medio, consultó al entonces jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, quien le otorgó su consentimiento. Todo sobre ruedas. O todos cómplices.Los humanitarios
El primer acuerdo se produjo en 2009 cuando el mandatario chaqueño se entrevistó con el entonces embajador norteamericano, Earl Wayne. Poco después, en diciembre del mismo año, Capitanich recibió al jefe del Comando Sur de los EE.UU., general Donald Fraser, quien aprovechó ese viaje para reunirse en Buenos Aires con la entonces ministra de Defensa, Nilda Garré. (Otro nombre en la lista).En esas reuniones los yanquis expusieron su proyecto de "fortalecimiento de programas de emergencia" en la región. Con una conmovedora generosidad se mostraron muy interesados en salvarnos de inundaciones, sequías, tornados, epidemias, mosquitos y catástrofes varias. Primero, mediante campañas de "concientización humanitaria" (¡los yanquis!) y después con tropas para "ayuda social" (¿?). Lo grave es que, según lo que se ha visto después, nuestras autoridades les creyeron. Después de todo, cómo no creerles a los humanitarios torturadores de Guantánamo o asesinos de Irak, Afganistán, Libia, Palestina, por citar sólo casos recientes.
No son fantasmas
En septiembre pasado, ante legisladores norteamericanos que lo visitaron en Resistencia, interesados en la producción agrícola y de bioetanol, Capitanich se manifestó decidido a "construir una nueva relación estratégica" entre nuestro país y los EE.UU. "para unir el continente". ¿Alguien lo mandó a expresarse así? ¿Se cortó solo? En esta última alternativa, ¿nadie le tiró de las orejas?En diciembre comenzó a cerrarse la primera etapa de esta historia. Una visita del diplomático Jefferson Brown al Chaco, terminó en la instalación de una unidad o centro de operaciones o como quiera llamársele, en el aeropuerto de Resistencia a un costo de 3 millones de dólares (otras fuentes hablan de 6 millones) que por supuesto paga el gobierno norteamericano. Allí concentrarán las operaciones de "ayuda humanitaria". Bien a mano: el río, el aeropuerto, los controles. Más cómodo imposible. El 18 de marzo pasado estaba casi todo listo. Ese día llegó al Chaco otro de los jefes del Comando Sur con asiento en Miami: el comandante Edwin Passmore. Supervisión aprobada. "Sólo falta el equipamiento de tecnología informática y la capacitación del personal", evaluó, presto a instalar su puesto de observación en nuestro Litoral. La misma cuestión
"No es una base", tronó Capitanich, reprochando algunas críticas (no muchas) y otorgándole carácter asistencialista a la misión yanqui. "Es una central de emergencia donada e instalada mediante autorización y directivas de la Cancillería argentina", reveló el gobernador. Eso nos faltaba saber: así que Timerman también... Las incursiones y maniobras norteamericanas iniciadas en tiempos de Menem (Mendoza, 1991 y '99) sin autorización del Congreso, extendidas a Tierra del Fuego (1998), Córdoba (2000), Salta (2001), Misiones (2002) y Entre Ríos (Mazaruca y la isla Matasiete, 2003 y 2005), fueron sólo tibios ensayos de esto que se viene para controlar el Litoral. Es decir el agua. De paso la triple frontera, las protestas populares (recuérdese la reciente ley antiterrorista), la colonia palestina del Chuy (Uruguay) y, desde luego, nuestra soberanía.El reclamo de las Malvinas es un compromiso de todos. Debemos insistir. Lo extraño es que no se quiera ver el avance yanqui. Al fin de cuentas se trata de lo mismo.
Todos cómplices
Si alguna vez se expresó y repitió a modo de profecía que "la próxima guerra mundial no será por el petróleo, sino por el agua", ciertos episodios recientes revelan que nadie lo tiene tan claro como los Estados Unidos, pues han comenzado a tomar posición (¿o posesión?) en áreas estratégicas de enorme importancia. Además, bien nuestras: las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay, el sistema del Iberá, los humedales del sur de Brasil y el Delta argentino y por si todo eso fuera poco, el acuífero Guaraní con su formidable reserva de agua subterránea. Para ello se han establecido en el Chaco. Entraron sigilosamente. En puntas de pié. Claro que con la autorización del gobernador Jorge Capitanich, enemigo declarado de los límites de cualquier índole. (No olvidar que a fin del último año tomó el avión oficial de su provincia y se fue de paseo al Caribe con sus hijas.) No obstante, en este caso de los yanquis iniciado hace dos años y medio, consultó al entonces jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, quien le otorgó su consentimiento. Todo sobre ruedas. O todos cómplices.Los humanitarios
El primer acuerdo se produjo en 2009 cuando el mandatario chaqueño se entrevistó con el entonces embajador norteamericano, Earl Wayne. Poco después, en diciembre del mismo año, Capitanich recibió al jefe del Comando Sur de los EE.UU., general Donald Fraser, quien aprovechó ese viaje para reunirse en Buenos Aires con la entonces ministra de Defensa, Nilda Garré. (Otro nombre en la lista).En esas reuniones los yanquis expusieron su proyecto de "fortalecimiento de programas de emergencia" en la región. Con una conmovedora generosidad se mostraron muy interesados en salvarnos de inundaciones, sequías, tornados, epidemias, mosquitos y catástrofes varias. Primero, mediante campañas de "concientización humanitaria" (¡los yanquis!) y después con tropas para "ayuda social" (¿?). Lo grave es que, según lo que se ha visto después, nuestras autoridades les creyeron. Después de todo, cómo no creerles a los humanitarios torturadores de Guantánamo o asesinos de Irak, Afganistán, Libia, Palestina, por citar sólo casos recientes.
No son fantasmas
En septiembre pasado, ante legisladores norteamericanos que lo visitaron en Resistencia, interesados en la producción agrícola y de bioetanol, Capitanich se manifestó decidido a "construir una nueva relación estratégica" entre nuestro país y los EE.UU. "para unir el continente". ¿Alguien lo mandó a expresarse así? ¿Se cortó solo? En esta última alternativa, ¿nadie le tiró de las orejas?En diciembre comenzó a cerrarse la primera etapa de esta historia. Una visita del diplomático Jefferson Brown al Chaco, terminó en la instalación de una unidad o centro de operaciones o como quiera llamársele, en el aeropuerto de Resistencia a un costo de 3 millones de dólares (otras fuentes hablan de 6 millones) que por supuesto paga el gobierno norteamericano. Allí concentrarán las operaciones de "ayuda humanitaria". Bien a mano: el río, el aeropuerto, los controles. Más cómodo imposible. El 18 de marzo pasado estaba casi todo listo. Ese día llegó al Chaco otro de los jefes del Comando Sur con asiento en Miami: el comandante Edwin Passmore. Supervisión aprobada. "Sólo falta el equipamiento de tecnología informática y la capacitación del personal", evaluó, presto a instalar su puesto de observación en nuestro Litoral. La misma cuestión
"No es una base", tronó Capitanich, reprochando algunas críticas (no muchas) y otorgándole carácter asistencialista a la misión yanqui. "Es una central de emergencia donada e instalada mediante autorización y directivas de la Cancillería argentina", reveló el gobernador. Eso nos faltaba saber: así que Timerman también... Las incursiones y maniobras norteamericanas iniciadas en tiempos de Menem (Mendoza, 1991 y '99) sin autorización del Congreso, extendidas a Tierra del Fuego (1998), Córdoba (2000), Salta (2001), Misiones (2002) y Entre Ríos (Mazaruca y la isla Matasiete, 2003 y 2005), fueron sólo tibios ensayos de esto que se viene para controlar el Litoral. Es decir el agua. De paso la triple frontera, las protestas populares (recuérdese la reciente ley antiterrorista), la colonia palestina del Chuy (Uruguay) y, desde luego, nuestra soberanía.El reclamo de las Malvinas es un compromiso de todos. Debemos insistir. Lo extraño es que no se quiera ver el avance yanqui. Al fin de cuentas se trata de lo mismo.
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