DE GUALEGUAYCHÚ AL MUNDO
Yari Casanova: el presente de un artista que llegó a la Casa Rosada y que sueña con traspasar fronteras
El último hito en su carrera fue entregarle en mano un cuadro suyo al presidente Milei. Pero antes de llegar a este punto recorrió un camino que lo formó y perfeccionó. La familia y los amigos, el crecer en Gualeguaychú y el vivir a pleno el universo cultural de Buenos Aires fueron claves para terminar siendo uno de los artistas plásticos de la ciudad más reconocido y con buena proyección.
Entre pinturas enormes de personas con cabezas de animales, lienzos abstractos y paredes de ladrillo al descubierto, Yari Casanova recibió a Ahora ElDía en su atelier, el cual está abierto al público con la idea de potenciar la escena artística local.
“Cuando vine de Buenos Aires armé este espacio para tratar de difundir el arte de Gualeguaychú, porque hay artistas que son buenísimos y quizás no tienen tanta difusión o no tienen una pared para mostrar”, contó y agregó: “Mi idea siempre fue ayudar a otros artistas o juntarme a hacer actividades con alguien más. Me gusta generar lugares para trabajar, experimentar y tratar de expandir un poco mi trabajo”, expresó.
El pintor gualeguaychuense fue noticia hace unos días por haber realizado y entregado en persona un cuadro gigantesco al presidente Javier Milei, un acto que –según remarcó– trasciende cualquier tipo de afinidad política. En cambio, consideró que lo importante es el hecho de que un artista local haya podido darle una obra de estas características a un Presidente de la nación, algo poco común en cualquier parte del mundo.
Un león es que protagonista del cuadro que Casanova le regaló a Javier Milei. Siguiendo su estilo, la figura representada tiene la cabeza del animal y el cuerpo de una persona, en este caso, del Presidente portando la banda y el bastón.
“Cuando asumió Milei, yo ya venía pintando leones y surgió la idea. Le escribí al intendente Mauricio Davico, le dije que tenía una propuesta artística para hacerle y me contesta que estaba pensando en lo mismo, que era hacerle un regalo al presidente. Entonces hice el boceto, se lo mostré y le encantó. Ahí lo empecé a pintar”, relató.
Sobre la experiencia de haber ido junto al intendente Davico a entregarle el cuadro terminado, contó: “Hay mucha seguridad, fuimos pasando diferentes controles hasta llegar al despacho presidencial, donde estaba él. Llevamos el cuadro con un lienzo, lo desatamos, lo vio y le encantó. Él decía ‘Estoy fascinado, me encanta’. Aparte, por el tamaño, la obra impacta mucho más (mide 1,60 metros de alto por 1,10 metros de ancho). Es como que te metes adentro de la obra. Le comenté un poco el proceso de creación, lo que me parecía, lo que transmitía la mirada y demás. Le conté algunos detalles que hice ahí en la pintura. Me escuchó y se metió en la conversación y la siguió. Me dijo ‘Tengo una sala en la que tengo bastantes cuadros, voy a bajar uno grande que tengo y voy a poner este ahí, en el lugar central’. Un lugar especial en su sala. El trabajo está hecho y la verdad que fue como un éxito”.
Orígenes
Pero antes de llegar al reconocimiento actual, el artista pasó por las idas y vueltas de la vida y el proceso de encontrar su propia impronta en la pintura. “De chico me gustaba dibujar. Tenía a mi hermano que dibujaba muy bien. Es más grande que yo y lo veía siempre a él. A mi madre también le gustaba, hacía diseño interior y siempre dibujaba. Y mi padre era sastre, por lo que mi obra hoy tiene un poco de todo eso de mi infancia ya que vivía entre trajes, sacos y dibujos”, contó, dando comienzo al relato de su camino artístico.
“Soy autodidacta en el sentido de la pintura y del arte plástico. Fui experimentando con el pincel haciendo reproducciones de diferentes pintores: pintaba obras de Salvador Dalí, Florencio Molina Campos y Joan Miró, pero después comencé pintando cuadros de Jackson Pollock. A todo eso lo fui alimentando también con Arquitectura ya que fui ayudante de cátedra para los alumnos de segundo año de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en una materia relacionada con la expresión que se llama Representación Arquitectónica. Ahí te dan un poco las herramientas para bocetar y trabajar diferentes materiales”, agregó.
Siendo estudiante, nunca abandonó los pinceles y la creatividad. Por lo contrario, junto a un amigo de la facultad volcaron sus energías en hacer maquetas y trabajos plásticos: “Alquilamos un lugar en Espacio Darwin, en Palermo, y armamos nuestro lugar. Hacíamos maquetas para estudios, y también pintábamos cuadros grandes entre los dos. Siempre estuve alimentando lo que es el arte y la pintura”, comentó.
Sin embargo, fue en Gualeguaychú, en la vuelta a los orígenes familiares, donde encontraría la inspiración fundante de su estilo característico. “Hice dos cuadros de animales humanizados que fueron en honor a mis padres: un orangután de traje, que era mi viejo, y mi madre era una mona con una ruana, un chal que ella siempre usaba. Ese fue como el sello, como mi punto de partida en este estilo. Después seguí por ese camino”, contó.
Una parte importante de estos cuadros tienen como protagonista al león, un animal que cautiva el ojo del artista con su aspecto formidable. “Es un animal muy particular, muy noble; lo veo muy sabio. Es una figura muy importante. Tiene mucha presencia y dos lados muy marcados: por uno es cariñoso con su familia, pero si tiene un enemigo es un animal feroz. Aparte, estéticamente, tiene sus movimientos y me encanta. Además, yo soy de Leo”, expresó.
Lo que sigue
Hoy, Casanova tiene su mirada puesta en varios proyectos. “Me estoy empezando a organizar un poco con los tiempos, con las fechas y demás. Estoy organizando una muestra en Montevideo, y después voy a hacer una en el Valle de Uco, en una bodega de Mendoza”, adelantó.
“Un poco mi programa a seguir es eso: viajar con mi familia, cargar cuadros, pasear y hacer muestras. Después, obviamente, tengo amigos por todas partes y la idea es empezar a viajar y hacer muestras afuera, en otros países, pero bueno, paso a paso”, explicó.
Y agregó: “Tengo muchos amigos que me incentivan y me presentan gente para hacer actividades afuera. Igualmente, he mandado obras a varias partes del mundo. La idea es hacer conocer mi trabajo y que todo esto vaya de a poco abriendo las puertas. No saltear procesos y demás porque el camino es lindo”.
El arte como estilo de vida
Más que encontrar “disparadores” puntuales que lo lleven al camino de la creación, todo el tiempo está pensando y relacionando obras con la vida real o con situaciones que van sucediendo. “También trabajo por encargo, entonces algunos clientes ya tienen sus ideas”, agregó.
Casanova despliega su creatividad en el trabajo diario, haciendo del hecho artístico un hábito cotidiano: “En el momento que pinto, me preparo el mate, pongo música y como que me aíslo un poco de todo. No es que digo ‘Hoy es un día que no estoy inspirado’. Ahora estoy armando un atelier en mi casa, donde hago los cuadros más grandes y abstractos. Ahí también: pongo música, me tomo un mate y me olvido de todo; o a la noche me tomo un vinito y mientras pinto un rato, voy variando”.
Gualeguaychú, cuna de artistas
Muchas veces se dice que nuestra ciudad es un “semillero de artistas”, entre otros factores por la existencia del Carnaval, un fenómeno cultural que reúne y se convierte en escuela para talentos de todos los rubros.
Yari Casanova coincide con esta visión: “La verdad que es una cuna de artistas en todos los sentidos, hay desde poetas a músicos. Muchos van, trabajan en Buenos Aires y vuelven. Si bien siento que vivir del arte acá es difícil, Gualeguaychú está lleno de artistas. Vas aprendiendo, desde las Carrozas Estudiantiles, de ahí hay muchos que siguen por esa línea y los toman para trabajar en el carnaval. Eso está buenísimo porque son herramientas y te da un abanico de posibilidades y de futuro. Si te encanta la música o el arte o la escultura ya tenés como un recorrido, como una previa que te sirve”.
“Lo bueno es que estamos cerca de Buenos Aires, y si tenés la posibilidad de viajar allá aprendés mucho. Hay gente muy capacitada y podés recorrer un montón de lugares que son gratuitos, ir a museos y empaparte un poco de los grandes maestros, en todo sentido, tanto en la música, el arte y las letras”, concluyó.