2011 por la Vida
Estamos transitando este tiempo de Bicentenario del 2010 al 2016. Cada año es como un escalón más que vamos subiendo.Por monseñor Jorge Eduardo Lozano* Los obispos de la Argentina hemos querido en este itinerario dedicar el 2011 a hacer explícito nuestro compromiso por la vida de cada persona en todas sus etapas de crecimiento, desde la concepción hasta la muerte natural. Este compromiso por la vida abarca también todas las dimensiones en que ella puede desarrollarse: física, espiritual, familiar, social, cultural, religiosa...La dignidad de cada persona es el sustento y fundamento de los derechos humanos. Ellos son un conjunto integral. Si se viola uno, se ponen en riesgo todos los demás derechos. No se puede valorar tres derechos y descuidar uno, porque se debilitan todos.Y les decía que el compromiso quiere ser perseverante en cada etapa del desarrollo de la persona. Porque vivir es crecer y desarrollarse, es caminar y avanzar. Esto también se aplica a los ancianos que, aunque se debilitan sus fuerzas o su salud, pueden seguir desplegando cualidades propias y de servicio a su familia y a la sociedad.Con la misma fuerza en la ponderación, es importante afirmar el derecho a la vida desde la concepción, cuidando la salud de la madre embarazada y de su pequeño hijo en gestación. Desde el momento de la concepción estamos ante la presencia de un nuevo ser. Tiene su propio ADN, distinto al ADN del papá y de la mamá.También se debe cuidar la vida de ambos durante el embarazo y los primeros años de vida, para evitar el fantasma de la desnutrición materno-infantil que deja secuelas inevitables y permanentes. Garantizar los primeros años en la escuela, jugar, el cariño de la familia.El compromiso sigue con las etapas de la adolescencia y juventud, para crecer en la alegría de la amistad, en prepararse para asumir la vida del amor. Mostrarles la belleza de la existencia es fundamental para su felicidad presente y futura.En los adultos hay que velar por sus derechos al trabajo, la familia, la educación de los hijos. A participar para construir una patria justa y solidaria.Es necesario garantizar el acceso al disfrute de todos los derechos para tener una vida digna. El derecho a la salud, la alimentación, la vivienda digna. El verdadero desarrollo es el que tiene en cuenta todas las dimensiones de la persona: la familia, los afectos, el descanso, la cultura, la fiesta.El derecho a la educación, a una familia, a un hogar. El derecho al trabajo remunerado con justicia y a un ambiente sano. El derecho a la integridad personal y a la posibilidad de la evolución de las propias cualidades.Claro que al hablar de derechos también debemos afirmar nuestros deberes ciudadanos. Todos tenemos obligaciones para con nuestra vida: quien estudie, trabaja, vive en familia, en sociedad, es co-responsable de la comunidad que forma parte.En los próximos domingos voy a compartir en este espacio algunas reflexiones que nos ayuden a un compromiso por la vida. Jesús nos enseñó mucho. Él dijo: "he venido para que tengan vida, y vida en abundancia". Él está del lado de la vida en plenitud para todos. * Obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
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