A una semana faltan nombres pesados que pueden cambiar toda la historia

Quedan pocos días para que se devele finalmente la incógnita: quiénes serán candidatos y a qué. El cierre de las listas para las alianzas no dejó demasiadas sorpresas salvo la confirmación de Sergio Massa que seguirá peleando la presidencia. ¿Será Cristina candidata o su hijo Máximo? ¿Hasta dónde llegará la sangría del Frente Renovador? ¿Quiénes serán los vices de los presidenciables? Jorge Barroetaveña Uno de los interrogantes se develó en Tigre a principios de semana. Sabedor del manejo de los medios de comunicación, aunque desperdiciando la chance con el mismo discurso que no le dio resultado, Sergio Massa ratificó que será candidato presidencial. En medio de una escena similar a la de Obama en la Casa Blanca, con la irrupción final de su mujer, y surfeando una gran expectativa mediática, el tigrense ratificó su postulación y trató de curar las heridas que le han dejado las últimas semanas de campaña. Objetivamente era casi imposible que Massa se bajara de todo como le pidieron los negociadores de PRO. Existen demasiados compromisos, afuera y adentro, como para tomar semejante decisión y el fantasma de 'Chacho' Alvarez, cada vez que alguien evalúa a renunciar a algo político en la Argentina, sobrevuela. Es joven sí pero, ¿tendría futuro después de dar semejante paso?Lo cierto es que Massa optó por fugar hacia adelante. Profundizará su discurso opositor, dejando quizás la idea fofa de la 'ancha avenida' buscando hacerle pagar todos los costos del fracaso aliancista a PRO. Claro que faltan varios días para el cierre de las listas y el camino sigue sembrado de espinas para el Frente Renovador. Por abajo hay dirigentes que siguen negociando con PRO porque no se quieren quedar afuera y nadie sabe hasta dónde llegará la hemorragia. Pero la ratificación de Massa tuvo un efecto positivo: destrabó conflictos provinciales como el de Entre Ríos y allanó el camino para ententes opositoras. Con Massa fuera de carrera, ¿qué hubiera pasado con todos sus candidatos y las estructuras armadas a su alrededor?No hay encuestador que diga con certeza qué pasará con los votos de Massa en una eventual segunda vuelta. Algunos afirman que irán a parar a las arcas sciolistas, otros que se dividirán en partes iguales y unos pocos que fugarán hacia el único opositor que quede en camino. La pulseada por acotar la elección a dos se anticipó a las PASO, pero sigue teniendo final incierto.En PRO la teoría de Durán Barba caló hondo y están convencidos que pueden ganar Buenos Aires sin aparato. Como Alfonsín en el '83 o Menem en la interna con Cafiero en el '88. Buscan como cirujanos extirpar algunos cuadros massistas, sobre todo de la Primera Sección Electoral, y confían en la mano que les dará el aparato radical, sobre todo en el interior bonaerense. ¿Alcanzará? Es el gran interrogante, ante un oficialismo que se desperezó y empezó a mostrar lo mejor y lo peor de su repertorio. Esas fotos de ex referentes massistas declarando su fe kirchnerista en la Casa Rosada no son sólo capitulantes, son humillantes. Pero así son los códigos del kirchnerismo y todos callan y acatan con tal de conservar el poco o mucho poder que les queda.Con látigo y chequera el kirchnerismo duro suma voluntades. Daniel Scioli se hace el más puro de los puros para congraciarse con la Presidenta y que esta borre de su cabeza alguna idea loca de impedirle ser candidato. Florencio Randazzo se dedica a pegarle en los tobillos, al menos para molestarlo, sabiendo quizás que en un mano a mano no le puede ganar, salvo que aparezca alguna mano salvadora. En esa dinámica el Frente para la Victoria ha vuelto a ser competitivo. La usina de rumores funciona a tope instalando y subiendo candidatos. A mitad de semana arrancó el operativo clamor por Máximo Kirchner. Y todos se pelearon por él. Hoy, ningún encuestador se anima a decir si el apellido Kirchner suma o resta en una boleta. Para el núcleo duro es fantástico, pero para el resto del electorado que pide cambios con continuidad, ¿es atractivo? Al cabo, polarizar con el apellido Kirchner del otro lado sería fácil para cualquiera que llegue a la final. Un mano a mano bien pesado y contradictorio.El kirchnerismo supone que partir la elección aumenta sus chances pero es un riesgo grande. Claro, es un premio nada desdeñable cuando después de las legislativas del 2013 más de uno le había firmado el certificado de defunción. Encima, Massa, como la peor espina del mismo palo, era el verdugo. Pero todo cambió, por aciertos propios y errores ajenos, aunque el escenario tampoco es color de rosa: Scioli no tiene el sello en el orillo y tiene que pelear todos los días sacando chapa kirchnerista. Eso lo aleja de los votos que necesita para ganar, pero sin hoy no hay mañana.¿Los vices podrán cambiar la historia? Scioli está entre Máximo, Kicillof y algún gobernador. Igual será Cristina la que decida. Massa reserva bajo siete llaves el nombre de su acompañante, buscando sembrar un efecto similar a las dudas sobre su continuidad. Y Macri ya habría resuelto optar por un PRO puro que lo acompañe, aunque en su caso parece que sólo la resucitada Gabriela Michetti podría provocar un golpe efectivo.A una semana del cierre definitivo de las listas todavía hay más dudas que certezas. En medio de un mar de rumores y operaciones la Argentina se encamina a unas PASO históricas que podrían alumbrar el estreno constitucional de la segunda vuelta. Sólo hay algo concreto: el país se partirá ante proyectos distintos, promovidos por estilos similares. En el fondo ni Macri, ni Scioli ni Massa son muy diferentes. Esa es una derrota que el kirchnerismo no podrá ocultar más allá del resultado final. Lo mejor será ganar claro. Será mucho más fácil volver al poder desde el poder. El llano es sólo para los débiles.
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