ABORTO Y VIOLENCIA OBSTÉTRICA
Aborto y violencia obstétrica: El caso Rodríguez Lastra, los partos no respetados y la inminencia de un cambio de paradigma
Gualeguaychú volvió a ser noticia a nivel nacional. El tocoginecólogo Leandro Rodríguez Lastra, condenado por obstruir un aborto legal a una joven que había sido violada, fue autorizado a ejercer en Entre Ríos. Tras la rápida reacción del colectivo feminista, el Ministerio de Salud dio marcha atrás y le suspendió la matrícula. En esta nota, la palabra de tres mujeres. El aborto, la violencia del sistema y las consecuencias que son para siempre.
Por Luciano Peralta La idea no es detenerme en el caso del médico tocoginecólogo (gineco-obstetra) Leandro Rodríguez Lastra. Pero es necesario entender por qué fue condenado por la Justicia de Río Negro para comprender lo que siguió después y, gracias a la investigación de la periodista local Paola Robles Duarte, salió a la luz días atrás. Rodríguez Lastra fue condenado en Cipolletti por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público tras ser encontrado autor penalmente responsable de la obstrucción de un aborto legal a una joven víctima de violación en abril del 2017. La pena aplicada fue de un año y dos meses de prisión en suspenso, dos años y cuatro meses de inhabilitación para desempeñar cargos públicos y costas cumplimiento de pautas de conducta. También deberá realizar un curso sobre consentimiento informado, otro sobre protocolo de interrupción del embarazo, además de obtener formación y capacitación para obtener perspectiva de género en el trabajo de la salud. Rodríguez Lastra fue condenado en Cipolletti por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público tras ser encontrado autor penalmente responsable de la obstrucción de un aborto legal a una joven víctima de violación en abril del 2017 En este marco, el Ministerio de Salud de la provincia otorgó la matrícula correspondiente con validez desde el 1° de septiembre de 2020 y hasta el año 2025. La reacción del movimiento feminista fue muy rápida y en pocas horas juntaron más de 90 adhesiones de varios puntos del país rechazando la habilitación del médico condenado (la condena aún no está firme) e interpelando, a través de una carta, al propio gobernador Gustavo Bordet. Ese mismo día, el Ministerio de Salud de Entre Ríos, a través de la Resolución N° 4649, resolvió suspender la matrícula N° 12.642 de Javier Rodríguez Lastra para el ejercicio de su profesión incluida su especialidad (Tocoginecología) en el territorio entrerriano.
“Esta decisión fue tomada en virtud de que el profesional mantiene una condena por delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público en la provincia de Río Negro. Debido a que su situación penal no estaba registrada en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, la cartera sanitaria procedió a otorgarle la matrícula para ejercer su profesión en la provincia. Para ello, el médico había realizado previamente los trámites pertinentes (presentación de documentación vía digital), cumplía con los requisitos, contaba con certificado de buena conducta, y no evidenciaba antecedentes", explicaron desde la Provincia. Más allá de las consideraciones particulares de este caso, en las que no me voy a detener, el mismo vuelve a poner de manifiesto la necesidad de poner en agenda el problema de la violencia obstétrica en el sistema de salud de todo el país. Para entender un poco más sobre el caso del médico militante "Por las 2 vidas" (o "antiderechos", dependiendo de qué lado de la grieta se lo presente), en el video de abajo la palabra del propio protagonista antes del juicio. Hay mucho más material audiovisual en You Tube, si les interesa. La ley que no se cumple y el aborto como derecho Fernanda González es doctora en psicología y profesora en la carrera de Obstetricia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Además, es investigadora en temas de Ciudadanía y Derechos en e campo de la salud sexual y reproductiva, y parte de la Red de Salud Mental Perinatal de Gualeguaychú, que adhirió a la carta contra Rodríguez Lastra. “Un parto respetado es aquel en que se respetan los tiempos fisiológicos del mismo, se espera que se produzca de forma natural, no se fuerza, no se sobremedicaliza. Fundamentalmente, es un parto en el que se escucha a la mujer y se respetan sus tiempos. También se respeta al bebé que nace, se estimula que esté con la mamá y que haya lactancia en esos primeros momentos de vida; se permite el acompañamiento, ya que es muy importante que pueda estar la pareja o quien la mamá elija. Todo esto está en la Ley de Parto Respetado”, expresó la profesional a ElDía. “La contracara de todo eso es la violencia obstétrica, que se da cuando la mujer no se siente escuchada, se siente maltratada, violentada. Y esto sucede no solamente durante el parto, sino que se puede extender durante la gestación, el nacimiento, el puerperio, en todo el proceso. Puedo haber violencia obstétrica durante un aborto o una pérdida gestacional”, indicó. “Para llegar a un parto respetado se debe contar con información”, explicó la docente. Y ahondó: “Adjudicamos al sistema médico un saber y un poder, entonces se tiende a delegar las decisiones en manos del médico, la partera, o quien sea. Sin embargo, el parto no es un proceso médico, es un proceso fisiológico, natural, es un proceso más cultural que médico. Pero como sucede en el hospital queda enganchado a las dinámicas propias del sistema de salud, donde se tiende a que haya más autoridad de los profesionales de la salud que de la mamá, el padre o la familia”. Es muy frecuente que las embarazadas salgan de los consultorios sin saber muy bien por qué se han tomado ciertas decisiones -¿Qué debemos entender por violencia obstétrica? -Es muy amplio, pero las situaciones que más se repiten son el negar información a la embarazada y no permitir el acompañamiento. Para que un parto fisiológico se produzca es muy importante que la mujer se sienta segura, acompañada y confiada. No solamente porque está buenísimo que eso pase, sino porque en términos biológicos el parto depende de la secreción de ciertas neurohormonas, y eso sucede cuando la mujer se siente de esa manera. Es muy frecuente que se ponga oxitocina artificial para acelerar el parto, lo que produce las contracciones. Esto genera una serie de dolores que son difíciles de soportar. Porque no es la madre y sus hormonas las que está provocando las contracciones, y a su vez sus endorfinas ayudando a que las soporten. Esta situación hace, muchas veces, que el parto se pare, entonces se termina en la cesárea. Es muy frecuente que las embarazadas salgan de los consultorios sin saber muy bien por qué se han tomado ciertas decisiones, la más típica es que la mujer llega con la voluntad de tener un parto vaginal y salga con la decisión de la cesárea sin saber demasiado bien por qué. -¿A qué responde eso? -Hay una especia de creencia que una cesárea por ser más rápida puede ser más segura para los bebés, y las mujeres solemos creernos eso. En Argentina tenemos un índice altísimo de cesáreas. Lo recomendable es entre el 10 y el 15 por ciento, y nosotros en el sistema público estamos en un 40 por ciento, y en el privado hasta el 70 por ciento de nacimientos por cesárea. El sistema está montado como si se tratara de una producción en cadena: la mujer entra, tiene su cesárea, sale y se va con su bebé o se queda internada; atrás de ella entra la otra, y así…”. En los hospitales hay guardias pro parto respetado y otras que no. Pero la mujer cae en la guardia que cae, es una cuestión de suerte -¿El criterio es económico? -Según dicen, no es que se pague más un parto vaginal que una cesárea. De hecho, algunos hospitales que ofrecen un parto respetado son carísimos, así que también existe la mercantilización de ese lado. Yo lo adjudico, más que nada, a la forma de trabajo en el sistema de salud, porque es más operativo (entre comillas) poner una cesárea que esperar un parto natural, que puede llevar muchas horas. -¿Qué consecuencias puede tener eso? -Que el bebé no nazca por parto vaginal impide, por ejemplo, que su sistema digestivo se colonice con las bacterias de la vagina de su mamá. Eso incide, o puede incidir, mejor dicho (acá 2 + 2 no son 4) en desarrollo de mayores alergias. Imaginate a una madre que se ha preparado durante el embarazo para un parto vaginal y, porque no se esperan las horas de dilatación, termina en una cesárea. Muchas veces, esas madres salen del nacimiento de su bebé con un sentimiento de angustia e impotencia. Ese no es un buen comienzo en el vínculo con ese bebé, porque esa mamá en vez de salir feliz y empoderada se va con esas sensaciones, o frustrada por la incapacidad que ha tenido de decidir sobre ese nacimiento. Eso puede incidir en el vínculo con ese bebé y, a la vez, en la lactancia, con todos los problemas que esto conlleva. -¿Qué pasa con la Ley de Parto Respetado? -En uno de los estudios que hemos hecho hemos encontrado en que en los hospitales hay guardias pro parto respetado y otras que no. Pero la mujer cae en la guardia que cae, es una cuestión de suerte. Aunque no debería depender de la suerte. Acá en Gualeguaychú hay parteras que respetan los tiempos de la mujer y hacen una gran labor. Pero en la provincia hace falta un acuerdo para que la ley se cumpla, y no hablo de punición sino de que estén dadas las condiciones estructurales y los equipos formados y convencidos para llevar a cabo este tipo de partos. -¿Qué pensás del derecho al aborto? -Cuanto más chica y más pobre sos menos derechos tenés. En mamás adolescentes la violencia obstétrica es tremendo porque a la violencia en el parto se le suma el juicio sobre por qué está embarazada. Cuando se llega al hospital con un proceso de aborto, provocado con Misoprostol, por ejemplo, opera rápidamente el juicio de los profesionales sobre la elección de la mujer. Ahí tenemos un problema, porque se antepone el juicio personal a la práctica en salud. Y ojo que no veo mal la objeción de conciencia, pero no puede ser la objeción de un servicio, no puede haber un servicio que no garantice un derecho. Eso tiene que quedar claro en la ley. Como sociedad no podemos permitir que haya abortos en la clandestinidad. Tenemos que reflexionar y darnos cuenta que el derecho al aborto forma parte de los derechos sexuales y reproductivos. Ya todas las discusiones están dadas, es el momento que tengamos una ley que garantice el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Por eso adhiero mucho al lema de la campaña, el aborto es parte de una cuestión integral que tiene que ver con la educación sexual y el acceso a la anticoncepción. Militancia feminista y Observatorio de Violencia de Género Micela Ibarra es parte del colectivo Feminismo Militante, en Gualeguaychú. En diálogo con ElDía contó como se dio el proceso que terminó con la carta al gobernador Gustavo Bordet y pidió por la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. “Necesitamos que el derecho al aborto voluntario se apruebe este año. Necesitamos que el sistema de salud respete a las mujeres y a los cuerpos gestantes en sus decisiones. Esto es un deber que el Estado tiene para con nosotras”, expresó. Y justificó: “El aborto clandestino existe y siempre existió. Y muchas mujeres murieron en el camino. No todas tuvieron la plata suficiente para acceder a un aborto. El debate no debe ser aborto sí o aborto no; en todo caso, debemos discutir si es legal o clandestino”. El debate no debe ser aborto sí o aborto no; en todo caso, debemos discutir si es legal o clandestino En esta línea, la abogada Florencia Rojo, parte del recientemente creado Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO) de Entre Ríos, dedicado a recabar información, educar y acompañan a las mujeres que lo demanden, puntualizó sobre las formas que adquiere esa violencia. “En pandemia fueron exponenciales los casos y de una violencia terrible, donde más lo vivimos fue en Colón, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú”, disparó. “La falta de consentimiento de la mujer o la infantilización de la misma al momento de hacerse cualquier práctica, desde un PAP hasta sacarse los puntos de la cesárea, es violencia. O el famoso goteo, que es poner oxitocina química en el cuerpo de la mujer, cuerpo que lo crearía en forma natural en más tiempo, en 12, 24 o 48 horas. Pero la oxitocina química reduce ese tiempo a seis horas, lo que lleva a un estrés muy grande del cuerpo de la mujer y del bebé. Si bien se recomienda usarla en determinados casos, pasa que la mujer rompe bolsa y enseguida le ponen la oxitocina. Este es un caso típico de violencia obstétrica, porque se está sobre medicalizando algo que se debería dar en un proceso natural”, apuntó. La violencia obstétrica es considerada un acto de tortura, se equipara al trastorno post guerra, realmente nos daña para toda la vida “Las mujeres parimos desde que el mundo existe, los médicos no. Y si bien, actualmente, las tasas de mortalidad infantil son bajas porque existe la medicina, la oxitocina y la cesárea. Por ello no debe ser la regla. Lo más normal debería ser que las mujeres podamos parir como lo dicte nuestro cuerpo, es un proceso fisiológico, natural”, agregó quien conforma la agrupación feminista Brujas Insurrectas en Concepción del Uruguay. Por último, y en sintonía con las otras dos entrevistadas, la abogada cuestionó el incumplimiento de la Ley de Parto Respetado. “Ya tuviste cesárea antes; el bebé está muy arriba; tenés las caderas chicas; aumentaste mucho de peso; el bebé es muy grade; no sé si va a tener fuerza. Los supuestos para ir directamente a la cesárea son los mismos siempre y se repiten”, cuestionó Rojo, quien sufrió en carne propia la maniobra de Kristeler, que consiste en hacer una fuerte presión sobre el vienta materno para expulsar al bebé de forma mecánica. Una maniobra que es tremendamente peligrosa, tanto para la mamá como para el bebé, y está desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), “pero se sigue haciendo”, lamentó. “La violencia obstétrica es considerada un acto de tortura, se equipara al trastorno post guerra, realmente nos daña para toda la vida”, sintetizó.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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