RURALIDAD ESCOLAR EN EL DEPARTAMENTO GUALEGUAYCHÚ
Accesibilidad, infraestructura y prevención de fumigaciones: los desafíos de las escuelas rurales en la actualidad

A modo de relevamiento, la Directora Departamental de Escuelas, Natalia Báez, habló de las principales problemáticas que presentan los establecimientos educativos rurales de la zona y describió el panorama actual que atraviesan los mismos.
A menudo, la escolaridad rural suele pasar desapercibida cuando se habla de los desafíos que atraviesan las instituciones educativas de nuestra ciudad y sus alrededores. Sin embargo, las 72 escuelas rurales (61 de nivel primario y 11 de nivel secundario) que funcionan actualmente en el Departamento Gualeguaychú garantizan la educación de alrededor de 460 niños y 940 adolescentes. Se trata de establecimientos que sufren problemas edilicios agravados por la intemperie y que con frecuencia ven su acceso dificultado por las distancias, las condiciones climáticas y el estado de los caminos. Asimismo, afrontan el potencial riesgo de exposición a las fumigaciones con agroquímicos de campos aledaños, de grave efecto perjudicial para la salud.
Para conocer la situación actual de las escuelas rurales del Departamento y su particularidad, Ahora ElDía conversó con Natalia Báez, Directora Departamental de Escuelas de Gualeguaychú. En primer lugar, aclaró que la aproximación en el número indicado de alumnos se debe a la dinámica de movilidad propia de la ruralidad: “Hay muchos chicos que de repente están un año en Parera y al otro año en Irazusta porque los papás son trabajadores de campo y hay mucho trabajo golondrina”, explicó, y agregó que todos los años, durante el mes de diciembre, los directivos de los establecimientos entregan una planilla de organización institucional tentativa y otra definitiva al mes de marzo, por lo que deben sistematizar los datos para obtener la matrícula exacta de un momento dado.
A su vez, comentó que las escuelas con matrículas más elevadas son aquellas más cercanas al ejido urbano de Gualeguaychú y que por lo general corresponden a secundarios: “La realidad siempre es muy variable. Algunas tienen un sólo estudiante y otras 60 o 70, y en algunos casos 80. Los secundarios son menos pero tienen más alumnos. Lo vemos en juntas de gobierno un poco más organizadas, como Aldea San Juan, el Potrero, Perdices o Costa Uruguay Sur, donde el caudal de alumnos es mayor. En esto también tiene que ver con el acceso al transporte escolar rural”.
Al mismo tiempo, indicó que dicho transporte da la posibilidad de que estudiantes de la ciudad se inscriban y asistan a las escuelas rurales, lo cual abre el debate en torno a las complicaciones de que se desvirtúe el propósito original de las mismas: atender a quienes no pueden acceder a la urbanidad. “Es un tema complejo, que siempre genera inquietudes y apreciaciones, y que debe discutirse”, opinó. Luego la Directora Departamental continuó explayándose sobre las tres problemáticas principales que atraviesan estas instituciones: la accesibilidad, las necesidades de infraestructura y las fumigaciones.

Lluvias y mantenimiento de caminos
Tanto los productores agropecuarios como las comunidades educativas rurales ven su movilidad afectada por los días de lluvia, que suelen agravar el estado de los caminos. Consultada sobre si recibe reclamos al respecto, Báez señaló: “Eventualmente, las directoras me hacen llegar notas para ponerme al tanto de las complejidades para llegar al establecimiento en días de muchas lluvias. Cuando vemos que estamos perdiendo días de clase, me comunico con la Dirección Provincial de Vialidad, y en la medida de lo posible se ocupan. Lo mismo, nos enteramos si el transporte rural no llega por la rotura de algún colectivo. Por lo general, la Departamental no es depositaria de los reclamos sobre el transporte, pero sí estamos muy atentos, sobre todo en el cuidado de las trayectorias”.
De todas formas, aclaró que “todo lo que tiene que ver con transporte escolar rural es ajeno a las direcciones departamentales. No tenemos ninguna potestad de control, pero sí, obviamente, estamos pendientes porque llevan a nuestros estudiantes y si hay alguna dificultad afecta la concurrencia de los chicos. Todos los años evaluamos y pedimos ampliaciones de recorridos en virtud de la necesidad real de los estudiantes, para que lleguen a sus escuelas. Este año tuve que tramitar dos o tres ampliaciones de recorrido, y estamos esperando respuesta”.
En cuanto a la respuesta de Vialidad y otros organismos para dar respuesta a los problemas de accesibilidad, la Directora Departamental observó: “Percibo que este año una mayor celeridad a la hora de responder a los problemas ocasionados por las lluvias. No se nos han presentado tantas dificultades como en 2024, cuando a veces tuvimos que repetir reclamos y en alguna oportunidad -con otro pronóstico- pasó hasta un mes sin que se pueda acceder a una escuela”.
Los problemas de infraestructura en la ruralidad
La necesidad de profundas mejoras edilicias es un reclamo que las escuelas rurales comparten con las urbanas. “Tenemos establecimientos con serios problemas de infraestructura. Uno no asocia la ruralidad con ese tipo de reclamos, pero cuando recorremos las escuelas vemos que precisan muchos arreglos. Algunas han avanzado por las cooperadoras, las juntas de gobierno, o la colaboración de productores de la zona”, contó Báez.
E ilustró: “Hay dificultades que se generan en edificios escolares muy añosos, con estructuras deterioradas por el paso del tiempo, y en ocasiones con plagas, como hormigueros enormes debajo de los cimientos. Todo lo que implica una escuela, en la ruralidad se potencia en términos de infraestructura, como el arreglo de bombas o la apertura de pozos nuevos. Lo mismo, también está la particularidad de la necesidad de cortes de pasto y de la presencia de alimañas”.

El riesgo de las fumigaciones
En cuanto a la problemática de las fumigaciones, una cuestión sensible y a la que se le debe prestar especial atención, la funcionaria contó: “En lo que llevo de gestión, una sola vez tuvimos que intervenir emitiendo un comunicado a los organismos que tienen responsabilidad en este tema sobre una situación en la que un productor estaba incumpliendo los horarios de fumigación. Hay normativas que establecen determinado radio alrededor de una escuela en el que se puede fumigar, y los horarios. Por ejemplo, si los chicos entran al mediodía, el productor no puede realizar fumigaciones en ese turno. Entonces, en un solo caso, el año pasado, tuvimos un inconveniente ocasionado por el cambio de horario de verano a invierno que tienen las escuelas rurales. El productor no había recibido la información y pensaba que no había chicos en la escuela, y resultó ser que ya se había dado el cambio de horario. Se pidieron disculpas, yo elevé a la subsecretaría de Ambiente, pusimos en autos y no volvimos a tener inconvenientes. No es una cuestión asidua de todos los días, porque quienes producen cerca de las escuelas entienden la dinámica y están cumpliendo con la normativa vigente”.
Garantizar la escolaridad
Por otra parte, consultada sobre la continuidad del funcionamiento de aquellos establecimientos con escasos alumnos, Báez aseguró que “no hay riesgo de cierre de escuelas por falta de alumnos. Uno podría pensar que para optimizar recursos hay escuelas con pocos alumnos que quizá no deberían estar funcionando. Esto no va a pasar. Obviamente que no se sostiene una escuela que no tenga matrícula, pero si es la escuela que a la que por proximidad un chico tiene que ir, va a funcionar. Independientemente de lo que genere como gasto. Esa escuela es para los alumnos de la zona, sean uno, dos o tres”.
Y agregó: “Distinta es la situación de una escuela rural que no tiene alumnos de la zona y está abastecida 100% con los alumnos de la ciudad de Gualeguaychú, por ejemplo. De todas formas, no hay riesgo de cierre porque en la mayoría de los casos, cuando hay poquitos alumnos, son de esa zona rural y esa es su escuela más cercana. Los cierres siempre tienen que ver con otras cuestiones y aun así no son definitivos, son provisorios por el tiempo en que no hay matrícula. Para que una escuela cierre definitivamente tienen que pasar mucho tiempo sin matrícula, e incluso deben hacerse estudios que digan que en sus alrededores no hay potencialidad de estudiantes”.