Acerca de cuánto dinero se necesita para ser feliz
En las sociedades contemporáneas, donde se privilegian el tener y lo económico, la vieja cuestión de la felicidad suele estar asociada a la capacidad adquisitiva.Desde luego, es poco probable que la riqueza pueda hacernos desdichados. Esta presunción permite que se establezca una correlación entre dinero y felicidad.O de otro modo, se parte del supuesto de que la gente que tiene un nivel de vida cómodo es más feliz que quienes viven en la pobreza. La raíz de la reivindicación social -léase reparto equitativo de la riqueza- abreva en esta convicción de fondo.La utopía de los países por devenir en "desarrollados" no es otra que la de hacerse ricos. Se cree que los problemas sociales se resuelven por sí mismos con la posesión de los bienes materiales.La felicidad, por tanto, equivaldría a abundancia, y aquí el dinero adquiere poderes casi mágicos, toda vez que él hace posible la adquisición de cuanto se desee.Habrá quienes piensen, obviamente, que el dinero no puede comprar la felicidad. El filósofo Epicuro (341 a 270 a.C), que decía que el placer lo era todo, había llegado a la conclusión de que la fortuna no era esencial en la búsqueda de una vida placentera.No negaba que el tener dinero fuese importante. Pero sólo en la medida, eso sí, que procurase medios para cubrir necesidades básicas, entre las cuales Epicuro incluía la comida, el cobijo y la ropa.Ahora bien, entre las cosas necesarias y naturales, básicas para alcanzar una vida feliz, el filósofo griego incluía tres: amigos, libertad, y reflexión (sobre las múltiples fuentes de la ansiedad: muerte, pobreza y superstición).Conclusión: si tenemos dinero sin amistad ni libertad ni vida reflexiva, nunca seremos felices de verdad. Y si gozamos de estas últimas, entonces, aun careciendo de fortuna, nunca seremos infelices.Se podría decir, sin temor a errarle, que la felicidad es un concepto relativo, porque depende de la escala de valores de cada quien y de cada sociedad. ¿Cuántos contemporáneos, por caso, suscribirían las categorías epicúreas?Según el sociólogo Zygmunt Bauman, todo intento de comparar el grado de felicidad experimentado por personas cuyos estilos de vida están distantes en el tiempo y en el espacio sólo puede ser erróneo.Esto es, si la persona A pasó su vida en un entorno sociocultural diferente al de la persona B, sería vano o presuntuoso afirmar que A o B fue más "feliz". Por lo visto, entonces, la sensación de felicidad está atada a un nivel de expectativa, el cual varía según el marco social.Como sea, la correlación entre riqueza y felicidad ha sido y es un tópico atrapante. Emile Durkheim (1859-1917), padre de la sociología científica, sostuvo que la felicidad del ser humano no es posible si éste exige más de lo que puede obtener.Pero también se preguntaba: "¿Cómo fijar la cantidad (los límites) de bienestar, de lujo, de comodidad, que puede perseguir legítimamente un ser humano?"Durkheim veía que "librado a sí mismo, el hombre se plantea fines inaccesibles y así cae en la decepción".Elizabeth Duna, profesora de psicología de la Universidad de la Columbia Británica, se preguntó en un reciente artículo cuánta felicidad asegura una alcancía llena.Ocurre que algunas investigaciones en Estados Unidos revelaron que la sensación de bienestar coincidía con determinado nivel de ingresos (75.000 dólares), por encima de cuyo umbral los efectos del dinero se desvanecían."¿Por qué, entonces, muchos de nosotros trabajamos tanto después de haber llegado a un nivel de ingresos suficientes para hacernos felices?", se inquirió.
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