Al kirchnerismo nunca se lo puede dar por muerto ¿La oposición aprendió la lección?

Formalmente hoy arranca el cronograma electoral de la Argentina. A los salteños les tocará las primeras PASO del país y empezarán a dirimir el rumbo que tomará en un escenario todavía confuso. Jorge Barroetaveña No se cansa de repetirlo el gobernador de Entre Ríos y también precandidato presidencial Sergio Urribarri y es que la verdadera 'dueña' de los votos se llama Cristina Fernández de Kirchner. A riesgo de caer en una sobreactuación, otro candidato de peso como lo es Daniel Scioli parece pensar lo mismo. Con paciencia oriental el bonaerense ha profundizado su perfil 'K' en las últimas semanas provocando grietas entre los más acérrimos defensores del modelo. Sonó extraño que exégetas como Diana Conti o Carlos Kunkel pidieran públicamente el cese de hostilidades contra Scioli y llamaran a recato al resto de los precandidatos presidenciales del Frente para la Victoria. Quizás intuyen que, encolumnarse detrás de Scioli es la única posibilidad real y concreta que le queda al oficialismo, para pensar en ganar en primera vuelta.El balotaje argentino tiene una particularidad. Aquel que obtenga entre 40 y 45 puntos, para quedarse con la victoria deberá sacarle más de 10 de ventaja al segundo. Es algo un poco complicado de entender, pero es un atajo eficaz si la elección se divide en partes más o menos iguales. Para que esto ocurra claro, no solamente Scioli o el candidato del Frente para la Victoria debe hacer una performance notable en primera vuelta, sino que la oposición debería dividirse en partes más o menos iguales. La estrategia de polarizar la elección con Mauricio Macri, tratando de borrar del mapa a Sergio Massa sirve hasta cierto punto. Tanto que, en ese mismo punto, podría volverse veneno puro para las aspiraciones del kirchnerismo.Abril podría ser crucial para estas intenciones. Hoy serán las PASO en Salta pero ya llegan en Santa Fe, Neuquén y en la propia Ciudad de Buenos Aires. En las tres el PRO es mucho lo que pone en juego, sobresaliendo la dura interna que libran Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta para quedarse con la Jefatura de Gobierno. Salvo hoy en Salta con el ex gobernador Romero, ningún candidato del Frente Renovador tiene posibilidades ciertas, tanto como que un traspié del PRO, impactará positivamente en su estado de ánimo.Es que la fortaleza del massismo es la debilidad del macrismo: la Provincia de Buenos Aires. Massa tiene con Francisco De Narváez un candidato ampliamente competitivo, que puede pelearle mano a mano al candidato que quede de la multitudinaria primaria del kirchnerismo. La Provincia de Buenos Aires representa el 40% del padrón electoral de la Argentina y le aporta un piso de votos indispensable a quien quiera ser Presidente de la Nación. Massa y Macri lo saben bien, tanto como que en su peor momento, el oficialismo superó el 30% de los votos en el variado territorio bonaerense.En ese contexto suena ilógico que tantos aspirantes del oficialismo lleguen a las PASO. Encima irrumpió otra vez en el escenario Martín Insaurralde, para ponerle los pelos de punta a más de uno. Con una candidatura cimentada en sus apariciones mediáticas, pero siendo poseedor de lo más difícil de conseguir para un político que es grado de conocimiento, Insaurralde se hizo el distraído, archivó sus coqueteos con Sergio Massa y anunció que irá por la gobernación. El resto, por supuesto, desde Aníbal Fernández para abajo hizo cola para pegarle. "Se cagó en los compañeros", definió, como académicamente suele hacerlo el actual Jefe de Gabinete. El resto vino solo. Scioli, fiel a su estilo no dijo ni mu, porque todo le suma y, al cabo, no hay candidato que mida lo que mide el intendente de Lomas de Zamora. Y a esta altura, no vamos a andar con exigencias, sólo se trata de asegurar la victoria en un distrito clave.Massa encamina sus pasos a dejar un mano a mano entre De Narváez y Giustozzi y Macri entre María Eugenia Vidal y el intendente de San Isidro Gustavo Posse. Terminada la elección y con los resultados puestos todos harán lo mismo: sumar los votos de los candidatos para engrosar el porcentaje final, aunque no necesariamente eso se traduzca en la elección definitiva del mes de octubre. La experiencia de una primara tan dividida es inédita para la Argentina y nadie sabe con certeza cómo reaccionará el electorado en la elección decisiva, donde sólo habrá un candidato por partido.Es altamente probable que esta elección marque la extinción de los partidos políticos tal como los conocimos en los últimos 60 años. Es tan variopinta la oferta electoral, con alianzas tan extrañas en las provincias que es imposible definir un panorama concreto, dominado por alguno de los dos partidos históricos, el peronismo y el radicalismo. El primero, se debate entre sus propias divisiones y cada parte se adjudica ser la custodia de los verdaderos valores partidarios. El radicalismo ha quedado reducido, fruto de sus acuerdos con massistas y macristas, a un rompecabezas en cada provincia, siendo altamente probable que tampoco lleve candidato propio a las generales. Aunque esta no sería una experiencia nueva: ya lo llevó al ex ministro Roberto Lavagna como candidato presidencial en el 2007.Apagado el impacto de la muerte del Fiscal Alberto Nisman, hoy, varios meses después todavía no se sabe si lo mataron o se mató, con las paritarias a cielo abierto, aunque con otro paro por ganancias en ciernes, el gobierno busca pilotear como mejor puede la economía. Llegar a diciembre sin demasiados sobresaltos le permitirá enfocar el debate hacia el rumbo deseado, y alejarlo de otros terrenos donde el desgaste podría ser peligroso. Si a eso le sumamos un Kirchner como candidato en la Provincia de Buenos Aires, el círculo empieza a cerrarse. La oposición debería haber aprendido la lección. Al kirchnerismo nunca se lo puede dar por muerto.
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