UN ENFRENTAMIENTO SIN FINAL
Alberto, Cristina, el séquito y la tormenta perfecta que se crearon
La dinámica de la pelea entre Alberto y Cristina tampoco el Día de la Memoria tuvo descanso. El cartero, porque se especulaba con la divulgación de la famosa misiva por parte de Cristina no llegó. Fue Máximo el encargado de marcar la cancha y remarcarle al Presidente cuáles son sus límites. ¿Portazo? Por ahora, esa no parece la opción elegida.
Jorge Barroetaveña
Fue el “Cuervo” Larroque el que lo aclaró bien: “no nos podemos ir de algo que nosotros gestamos”, definió. Por supuesto que no se olvidó de zamarrear a Alberto cuando le ‘recordó’ que como jefe de campaña de Randazzo sacó 4 puntos en Buenos Aires. Ni que fue Cristina la que lo convocó para la unidad. Todo bien, pero la jefa ya se sabe quién es.
Lo mismo hizo Máximo, recargado también, y mezclando todo, tanto que en el revoleo la ligaron los porteños, no se sabe bien porqué. O sí, porque de acuerdo a la lógica del heredero, si votan a Rodríguez Larreta están a favor de la dictadura. Más o menos así. Igual, la consideración lució menor a la hora de compararla, con los mensajes para la Casa Rosada.
Cristina eligió el silencio directo. Subió un video con un saludo apenas y elogió la movilización de La Cámpora y su poder de convocatoria. A la misma hora que el Presidente reconocía a los científicos desaparecidos. Después, nada. Vacío. En on afirman que no se irán del gobierno y que siguen formando parte del proyecto. Es más, remarcan que apoyan al primer mandatario. Pero en off y no tanto, siguen con la lluvia de misiles debilitando al Presidente. ¿Cuál es el objetivo? ¿Que renuncie? ¿O sólo esmerilarlo al punto de imponerle las condiciones que ellos quieren? Es decir, que se convierta definitivamente en lo que siempre quisieron: un inquilino con votos prestados que debe rendir cuentas.
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