ACUERDO CON EL FMI
Alberto se va a tragar solo el sapo del acuerdo con el Fondo
Ni en el final lo van a dejar tranquilo al Presidente. Lo peor no es el fuego ajeno sino el amigo, una máxima que se repite casi desde el día que fue elegido, no por el voto popular sino por el dedo de Cristina. El martes, en el Congreso, se escribió un nuevo capítulo, el enésimo, sobre ese destrato.
Por Jorge Barroetaveña
Lo peor no fueron los retos de Cristina, algo habitual en estas presentaciones públicas y que la Vicepresidenta ya no se molesta en disimular. Lo peor fueron las ausencias de sus dos espadas más importantes: Máximo y Parrilli. El primero dijo que tenía que quedarse con sus hijos para llevarlos a la escuela en el primer día de clases y el segundo se ignoran los motivos. El desplante, especulaban, fue menos que haber estado presentes y no aplaudir al primer mandatario. Lógica extraña porque hasta ahora, nunca las principales espadas legislativas del oficialismo de turno habían hecho sonar su ausencia.
La actitud es un gesto más de los tantos de esmerilamiento, por no decir desacato político, del que ha sido objeto el Presidente Fernández por parte de los mismos que lo eligieron. Alguno dirá que fue Cristina, pero se trata del grupo político de su riñón y el que responde directamente a ella. El acuerdo con el Fondo, que hace rato está para alumbrar, se ha demorado insólitamente por las reticencias de la Vicepresidenta y su grupo. ¿Con qué objeto? ¿Para qué? Si saben que un arreglo, aunque sea el peor, es la única salida posible para seguir vivos y con chances en el 2023. Qué sentido tiene torpedear el mismo gobierno que integran y del que manejan resortes clave? La zaga es larga y se intensificó después de la derrota del año pasado. A Fernández le quisieron vaciar el gabinete renunciando en masa y una diputada lo trató de inútil, mequetrefe y okupa. ¿Hubo alguna sanción, alguna reprimenda para la legisladora? Nada, sólo silencio y asentimiento a sus opiniones. ¿Cómo se va a fortalecer entonces la autoridad presidencial? Los gestos de Cristina, también sus silencios y sus retos en público, casi que son simpáticos a esta altura. Pero las críticas constantes a la política económica y ahora la oposición abierta a este acuerdo con el Fondo, son mucho más que eso.
El poroteo inicial indica que el gobierno no está tan lejos de asegurarse los votos necesarios en el Congreso, sobre todo en Diputados. Si La Cámpora se opone, al menos que se abstengan de votar o se retiren del recinto. Un sector de la oposición, paradójicamente, estudia hacer lo mismo. En ese escenario, menos es más, porque disminuiría la cantidad de votos necesarios para la aprobación del acuerdo por mayoría simple de los presentes.
Por supuesto que al margen de la movida queda el impacto político que tendrá que un sector del gobierno no apoye el acuerdo en el recinto del Parlamento. Y los ojos se trasladarán al Senado donde la jefa será la principal responsable. De ella dependerá lo que allí suceda y no habrá chances de evitar costos. Hasta último momento, haciendo malabares, estuvo abierta la negociación por el tema de las tarifas. A la postre, el escollo final más gravoso que debió sortear Guzmán para ponerse en sintonía con Georgieva. Lo de los tarifazos es una bandera para el kirchnerismo de toda la vida. Para congraciarse con Cristina, Alberto remarcó el martes, que no iba a haber tarifazos. “Se acabaron”, espetó. A las pocas horas y con tal de conseguir el acuerdo, cedió un poco más y quedó claro que todo fue relato. Aumentarán las tarifas de los servicios en forma segmentada, aunque eso no impactará en los subsidios que seguirán en el mismo nivel. No crecerán al menos.
La Cámpora y el kirchnerismo no quieren pagar los costos del ajuste. Eso se lo dejarán todo al Presidente y al albertismo en ciernes. Seguirán con su discurso anti Fondo Monetario trayendo a la actualidad viejos videos de Néstor donde despotricaba de lo lindo. Al cabo es el único que le pagó al Fondo toda la deuda para sacárselo de encima y no tuvo cuestionamientos.
A esta altura, el único convencido que no tenía otro camino sea el propio primer mandatario. Yendo y viniendo, esquivando los tiros y las descalificaciones, parece ser el único conciente del camino sin retorno que ha aprendido. En el fondo, debe tener la certeza que su relación con la vice está rota y de nada sirve andar juntando los pedacitos. Es un esfuerzo inútil que no conduce a nada.
Ahora, es cuestión de conseguir la luz verde del Congreso, cerrar los ojos y apretar los dientes para tragarse el sapo lo más rápido posible. Lo han dejado en soledad en esta tarea que ni siquiera le facilitaron. Se la torpedearon todo lo que pudieron.
Ese es el destino de un hombre cuyos votos nunca le pertenecieron. Tampoco le reconocieron mérito alguno. Sólo la condescendía de alguien que otra vez ha dejado al peronismo entre la espada y la pared.