ALCA: 8 años y la vigencia de una decisión

La semana anterior se cumplieron 8 años del acontecimiento político histórico más importante llevado adelante por países latinoamericanos en su relación con Estados Unidos. Gustavo Smith*Opinión A comienzos de noviembre de 2005 Argentina, Brasil y Venezuela, como líderes de la región, decidieron no continuar las negociaciones tendientes a crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un viejo proyecto comercial, económico y político norteamericano.El ALCA, bajo la consigna de comerciar libremente en pie de igualdad, ofrecía la tentación de abrir el mercado norteamericano para las exportaciones latinoamericanas así como favorecer su inversión en la región.Sus primeras reuniones habían comenzado a tomar forma en 1994 y tras varios años de intensas negociaciones en las cuales la cantidad de países involucrados (34 de los 35 del continente con la excepción de Cuba), sus diferencias relativas y los temas de negociación incluidos conspiraban contra una acuerdo rápido, se llegó a la Cumbre de Mar del Plata donde se iba a oficializar una fecha de iniciación.Sin embargo, Lula, Hugo Chávez y Néstor Kirchner frenaron las negociaciones con el apoyo del resto de los países del Mercosur con el argumento de que la integración que se planteaba no era beneficiosa para la región.El ALCA implicaba una reforma sustancial en la economía de todos los países. Temas como agricultura, acceso a mercados, propiedad intelectual, servicios de telecomunicaciones y bancarios, compras estatales, inversiones, entre otros, eran motivo de revisión y se especulaba debían generar una reforma orientada hacia un mercado libre justificado, a su vez, como camino hacia el desarrollo.El libre comercio era la piedra angular de esta construcción y la base sobre la que se sustenta esta concepción es la presunción de los beneficios del poder regulador del mercado y la bondad de la especialización en función de las ventajas comparativas que cada economía nacional goza.De esta manera, se realza la idea de que la competencia desata la innovación, eleva la productividad y conduce al descenso de los precios al tiempo que se considera que la interdependencia es superior a la autonomía, la competencia mejor que la cooperación y el consumo un ideal de vida.De modo que para dar lugar al libre comercio internacional, los países pobres deben abrir y desregular sus economías, es decir, eliminar la protección del aparato productivo nacional y suprimir los condicionamientos que traban la circulación de servicios y bienes insertándose en el mercado global.A su vez, el Estado debe ceder paso al mercado y abstenerse de interferir en él. Esta era la lógica que envolvía el acuerdo del ALCA y ésta fue la fórmula que la Cumbre de Mar del Plata condenó.En términos concretos, el ALCA implicaba abrir los mercados de América Latina y el Caribe a las empresas de Estados Unidos al eliminar las barreras al comercio, a las inversiones y los servicios, y reducir los aranceles e impuestos a las exportaciones de los Estados Unidos.Significaba la libre circulación de las mercaderías sin trabas aduaneras ni aranceles, siendo las norteamericanas las que ofrecían un margen de competitividad mejor y las que se presumía conservarían la hegemonía de todos los mercados. Los países latinoamericanos, de esta manera, abrirían sus fronteras a los productos estadounidenses en un contexto de asimetrías marcadas en función de las diferentes dimensiones y potencialidades y además casi sin reciprocidad. Dos modelosEn consecuencia, quizás a futuro se valore todavía más la decisión tomada por aquellos presidentes en 2005 por haber interrumpido una negociación destinada a subordinar económica y políticamente a los países de la región y por el impacto que tuvo en el futuro inmediato, a partir de la consolidación y creación de esquemas de concertación política y económica donde la voz de la región se encuentra mejor representada (Unasur, Celac, Mercosur).Sin embargo, haber frenado la negociación del ALCA no significa que el proyecto se haya eliminado definitivamente. En la actualidad, la Alianza para el Pacífico replica sus ideas al crear una zona de libre comercio entre Chile, México, Perú y Colombia quienes, a su vez, disponen acuerdos económicos preferenciales con Estados Unidos.En una misma región conviven entonces dos modelos. Uno encarnado a partir de la soberanía y que considera a los esquemas de integración instrumentos para el desarrollo económico pero también para un mejor posicionamiento político internacional; y otro tipo de acuerdos como el NAFTA y la Alianza para el Pacifico (también lo era el ALCA) basado en lo estrictamente comercial y con la reglas del mercado como argumento central para el desarrollo prescindiendo de soberanía, autonomía nacional y fortaleza de los Estados como participantes activos del proceso económico y político regional.Por esto mismo, dependerá más que nunca de la voluntad popular la decisión sobre cuál proyecto integrador se basará el futuro de la región, teniendo en claro que ya existe un antecedente histórico respecto a que es posible plantear dudas, interrogantes y demandas a la potencia mundial sin morir en el intento, merced a la valentía de un nuevo tipo de liderazgo regional que con sus matices e historias diferentes se encuentra en general cercano a los intereses de las mayorías. * Lic. en Relaciones Internacionales del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP)
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