“GUARDAR NO ES ESCONDER”
Alumnos impulsan la protección del casco histórico del Colegio Villa Malvina y trabajan en la creación de un museo
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Un grupo de estudiantes de 5º año logró que su proyecto para declarar patrimonio el casco histórico de la institución obtuviera la máxima puntuación en el Senado Juvenil y fuera tomado por la Legislatura entrerriana como iniciativa propia. La propuesta, guiada por la profesora y exalumna Paola Volker, busca preservar más de cien años de historia educativa mientras avanza la creación de un museo escolar.
Por primera vez, un proyecto elaborado por estudiantes del Colegio Villa Malvina no solo obtuvo la mayor puntuación en las instancias departamentales y provinciales del Senado Juvenil, sino que además fue tomado por la Cámara de Senadores de Entre Ríos para avanzar hacia una declaración oficial. La iniciativa propone proteger el casco histórico de la institución —la antigua casona, la capilla, la biblioteca y el mausoleo de Malvina Seguí— y poner en valor más de un siglo de historia educativa en Gualeguaychú.
El proyecto nació en la materia Participación Ciudadana del curso 5to “C”, a cargo de la profesora de Historia Paola Volker, exalumna del colegio y una de las impulsoras de la idea de conservar y narrar la memoria institucional. “Entendí que era el momento de empezar a escribir la historia. Primero porque me gusta la disciplina, y también porque es de todos: la de muchos exalumnos, la de quienes volvemos después de tantos años. Es muy lindo volver al lugar donde uno vivió una época tan linda”, contó en diálogo con Ahora ElDía.
La propuesta surgió en una jornada institucional en la que los docentes reflexionaron sobre la identidad del colegio y la necesidad de conservar su patrimonio. En ese marco, Volker pensó que el espacio de Participación Ciudadana podía transformarse en una plataforma concreta para avanzar hacia una ordenanza o una ley.
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“En esta materia siempre participamos en instancias legislativas como el Concejo Deliberante Estudiantil y el Senado Juvenil. Este año les ofrecí a los chicos trabajar en esto, sin obligarlos, porque ellos se tienen que encantar con algo. Y cuatro estudiantes se comprometieron muchísimo”, detalló.
Los alumnos Lucas Mazaeda, Carmela Peyrot, Eren González y Jazmín Hernando integraron el equipo de investigación. Dos de ellos viajaron a Paraná a defender el proyecto; los otros colaboraron en la etapa departamental, donde obtuvieron el mayor puntaje.
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El objetivo principal era que el casco histórico del colegio sea declarado patrimonio arquitectónico, histórico y cultural. Durante la instancia provincial del Senado Juvenil, sucedió algo poco habitual: en el mismo momento en que los estudiantes exponían, la Cámara de Senadores ingresó el proyecto como iniciativa propia.
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“Le habíamos hecho llegar el proyecto al senador Jaime Benedetti, porque él se puso a disposición, y teníamos miedo de que quedara ahí, como ya nos había pasado en el Concejo Deliberante de la ciudad. Pero él lo presentó, y nos alentó a seguir. Para los chicos fue muy movilizante”, relató la docente. La propuesta ya tiene media sanción y se espera que avance en Diputados.
En paralelo, los estudiantes y docentes trabajan con la museóloga Liliana Esquivel para organizar un guión museístico, un circuito histórico y un espacio de resguardo del material que se está recuperando: fotografías, documentos, objetos, incluso un antiguo “reglamento de colegiadas”.
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“La idea es crear un recorrido con códigos QR, digitalizar las investigaciones y abrirlo a la comunidad. Queremos un museo o un rincón evocativo que permita guardar y resguardar todo lo que estamos recuperando. Esto recién arranca, pero para mí es una emoción enorme”, resaltó la profesora.
El proyecto también despertó la participación de exalumnos y familias que acercaron materiales valiosos. “Hay mucha gente poniéndose en contacto. Nos han hecho llegar cosas hermosas, como el reglamento de quienes vivían aquí. También queremos contar esas historias: de quienes estuvieron internados, de quienes vinieron de toda la provincia a estudiar”, señaló.
Para la docente, el mayor valor del proyecto está en el trabajo de los estudiantes: “Han investigado muchísimo, con dedicación, compromiso y convicción. Se sienten parte de la historia. Cuando uno les transmite pasión, ellos lo toman y lo multiplican. Y para mí tiene mucha emoción porque es el lugar donde yo me crié también”, expresó.
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Una historia que merece ser contada
La historia del Colegio Villa Malvina comienza con la figura de Malvina Seguí, hija de Juan Francisco Seguí (constituyente y protagonista del Pronunciamiento de Urquiza), y casada con Luis Clavarino. Éste matrimonio poseía múltiples propiedades, entre las cuales se encontraba su residencia principal –lo que hoy sería el colegio Nacional- y su casa de campo. Sin embargo, no tuvieron descendencia.
Malvina, tras enviudar y quedar gravemente enferma, tomó una decisión que marcó el destino de muchas personas: donar sus propiedades. La “quinta”, fue destinada a la Compañía de María, para que hermanas religiosas fundaran allí una institución educativa. Lo hizo con una condición muy concreta: que sus restos y los de su esposo, Luis Clavarino, fueran resguardados para siempre en una capilla o mausoleo dentro de la quinta. Ese mandato testamentario sigue vigente hoy.
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Las hermanas de la Compañía de María —orden fundada por Santa Juana de Lestonnac— llegaron a Gualeguaychú en 1910, provenientes de Francia, con una pedagogía humanista que en aquel momento resultaba de avanzada, especialmente orientada a la formación de niñas. Inicialmente, se instalaron en la propiedad céntrica, en la esquina de Bolívar y 3 de Febrero, donde funcionó el Instituto Franco Argentino. Desde allí comenzaron la actividad educativa, pero pronto se movieron hacia la segunda propiedad: la quinta situada en las afueras de la ciudad.
Fue también allí donde nació otro capítulo importante: el origen del Instituto Sedes Sapientiae, la casa de estudios superiores donde surgieron los primeros profesorados de Historia, Literatura, Economía y Biología de la ciudad. Todo empezó dentro del casco histórico de la Villa, impulsado por dos docentes pioneras, María Leonor Morales y María Romero, que acompañaron a las hermanas en la creación de los primeros trayectos de formación docente.
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Con el paso de las décadas, la comunidad religiosa comenzó a achicarse. Las últimas hermanas mayores que vivían en el colegio fallecieron, y la única sobreviviente, Norma Vecchio, reside hoy en Mendoza. Frente al declive de vocaciones, la Compañía de María reorganizó su presencia en el país y creó una red laical para sostener sus proyectos educativos. Finalmente, la gestión del colegio pasó a manos de la orden de La Salle, aunque se conserva la identidad histórica y espiritual que dejaron las hermanas.
En el casco histórico aún se encuentran el mausoleo con los restos de Malvina y su esposo, la capilla, la casa original de las hermanas y la biblioteca, que forman un conjunto patrimonial único para la ciudad. Esos puntos del predio conservan todavía los rasgos de época y el espíritu de la misión educativa que comenzó hace más de un siglo.
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Este legado, que durante años estuvo naturalizado por profesores y alumnos que asisten a la institución, es el que Volker y sus estudiantes comenzaron a recuperar: historias, fotografías, documentos, testimonios y objetos que revelan una vida escolar intensa, con internados, reglamentos, rutinas y vínculos que marcaron a generaciones enteras.
Para la profesora, rescatar y proteger ese patrimonio es una forma de honrar la historia de quienes fundaron el colegio, de quienes lo sostuvieron y de quienes, como ella, crecieron dentro de sus paredes. Lo que empezó como una actividad de clase hoy es una propuesta legislativa, una iniciativa museística, y un proceso de recuperación histórica que recién comienza. En palabras de quienes impulsan este hermoso proyecto: “Guardar no es esconder”.

