Apagar los aparatos para desintoxicarse
Estar todo el tiempo online es una tendencia de época. Pero como todas las cosas obsesivas, puede llevar a hartazgos. Los nuevos adictos concurren a campamentos para "desintoxicarse"."Durante los próximos cuatro días solo estaremos nosotros y los árboles". Así reza el cartel de entrada a Camp Grounded, una clínica situada en los bosques en Mendocino, California (EE.UU.).Los "pacientes" que concurren al lugar buscan "desconectarse" para volver a conectarse a la vida. Uno de los requisitos de la terapia consiste en depositar sus móviles, tabletas y ordenadores en una cabaña al ingresar.El dato es el crecimiento, en todo el mundo, de este tipo de centros de desintoxicación tecnológica, donde los pacientes reciben un tratamiento en base a meditación, yoga y masajes, para recuperar la salud mental."De-teching", ese es el término de origen anglosajón que representa la idea de deshacerse de la tecnología. Mediante este concepto se invita al "desarme mediático", en procura de una nueva ascesis o disciplina tendiente a desconectarse de los dispositivos tecnológicos.La idea, según sus mentores, es que las personas vuelvan a tener el control de sus vidas frente a estos medios, para evitar su enajenación o dependencia tecnológica.La trampa que esconde la interactividad es hacernos dependientes de las herramientas digitales. De suerte que ya no habría que preguntarse qué uso le damos a los medios, sino qué están haciendo ellos con nuestras vidas.Según informa el diario El País (España), los expertos en salud mental están detectando distintas patologías asociadas al abuso tecnológico, que comprometen la autonomía individual.Por ejemplo, tras la aparición de los smart phones, en 2007, se acuñó el término phubbing (al juntar phone y snubbing), que significa ignorar a alguien por mirar el móvil.Otra palabra de nuevo cuño es nomofobia, el miedo a estar sin el móvil. Se refiere a la sensación de angustia, ansiedad o miedo irracional que se experimenta cuando se dan situaciones como la pérdida del celular, la batería agotada o la falta de señal."Los americanos ya han descrito un síndrome de abstinencia para el móvil", explica Sergi Vilardell, director terapéutico de la Clínica CITA, un centro español de investigación y tratamiento de adicciones."La reacción fisiológica del cuerpo de un adicto cuando no tiene el móvil es similar a la de quien necesita droga o ir al casino: nervios, taquicardia, sudor", añade Vilardell, quien considera que iniciativas como Camp Grounded "sirven para descansar un poco, pero no resuelve el problema de fondo"."Si tienes necesidad de subir una foto a Instagram, haz un dibujo. Si quieres tuitear, compártelo con quienes están a tu alrededor", son algunos de los consejos que brinda Camp Grounded a los participantes que duermen en tiendas de campaña o en cabañas separados por sexos, como en un campamento infantil.A la luz de esta problemática, ¿acaso habría que erradicar la tecnología de nuestras vidas? Esta última hipótesis entraña un extremismo. Eso sería caer en la tecnofobia, es decir en la actitud de aquel que desea el regreso a un estado mítico anterior a la tecnología, un retorno a un estado de naturaleza de "tecnología cero".La tecnología en general y los medios de comunicación electrónica (incluyendo todos los tipos de tecnología de la información) representan grandes bienes, pero, como cualquier bien, pueden ser ocasión de grandes males. Uno de ellos es el exceso en el uso.
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