Argentina efímera: Scioli festejó hasta que el agua le llegó al cuello
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En la política argentina las fotos duran apenas un día o menos. El domingo a la noche la sociedad se fue a dormir pensando que Daniel Scioli había sido el candidato más votado con 5 puntosde ventaja. Al final la brecha se estiró hasta ocho y medio. ¿Éxito? Sí, pero no le alcanza aún para festejar. Jorge Barroetaveña El escenario electoral quedó en el terreno más complejo de analizar. Tal como preveían las encuestas ninguno de los candidatos se quedó con la porción gruesa de la torta y el final del 25 de octubre todavía es abierto. Claro que los imponderables tampoco faltan y el desborde del Río Luján puso en aprietos al inoxidable Daniel Scioli. El lunes, con la alegría de la ventaja sobre Cambiemos, algo pasó que las caras cambiaron. No sólo por el reto telefónico que la Presidenta le habría propinado a su candidato por lo que cree fue una 'operación' contra Aníbal Fernández, sino porque las lluvias dejaron al descubierto la ineficacia del plan hídrico de la Provincia de Buenos Aires y de los pocos fondos invertidos en obras de infraesctructura en el territorio más grande y con más recursos de la Argentina.La interna no saldada entre Aníbal y Domínguez sigue siendo, elecciònde por medio, uan piedra en el zapato de Scioli. El planeta sabe que hizo lo imposible para que ganara el candidato del Papa. No quería lidiar con lo que considera, otro comisario político de Cristina, encima impopular y peligroso. Pero el capricho electoral confirmó la victoria de Aníbal y lo apoltronó como candidato. Scioli está obligado a compartir escenario y aumentar su radio de atención, lo que faltaba a una campaña que se calentará aún más en la Provincia y será más decisiva que nunca para esquivar el ballotage.La diferencia del Frente para la Victoria tuvo un pilar clave el domingo: el NEA y el NOA donde la performance de Cambiemos fue muy pobre. Allí Scioli se quedó con un millón de votos que le permitieron estirar la diferencia. Y Santa Fe donde la elección de un peronismo recuperado también fue buena. Sin embargo, el territorio donde debía hacerse fuerte, encendió las alarmas. La carrera oficial en provincia no fue buena, salvo en el tercer cordón del Gran Buenos Aires. La caída de varios barones del Conurbano, en algunos casos a manos de adversarios internos del FPV y en otros de rivales de Cambiemos, pusieron en un cono de sombras la expectativa electoral oficial de cara a octubre. Un 40% arañado no alcanza para evitar la segunda vuelta de octubre.Para esto hubo un doble efecto con dos performances que sorprendieron. La elección de María Eugenia Vidal asombró a propios y extraños. Fue la candidata individual más votada y la que ganó en la mayoría de los departamentos de la provincia. Cuando Mauricio Macri la eligió para ese lugar las chances eran remotas pero la gente la catapultó a un lugar expectante. En el PRO el domingo a la noche fue motivo de celebración la victoria de Aníbal. Son la contracara, se ufanaban. Vidal tiene dos meses para seguir creciendo, la cuestión es a quién le roba votos. También el desempeño de Felipe Solá fue superior al de Sergio Massa. Sus 20 puntos lo dejaron como el fiel de la balanza y tienen para los analistas un efecto adicional: impiden que esos votos vayan a para a los candidatos del Frente para la Victoria, algo que terminó mermando las arcas oficiales.Pero el lunes Scioli quería festejar. Y el martes descansar. Se tomó un vuelo de Alitalia para tomarse unos días y aprovechar para hacer una consulta médica. O no evaluó bien la situación o sus dolores en el brazo eran tan fuertes que se imponía una consulta. Lo cierto es que apenas puso un pie en Roma lo pusieron al tanto de lo que pasaba en Buenos Aires. La imagen de la inundación se repicaba en las pantallas de la televisión igual que la desesperación de la gente. Lo peor para un candidato que todavía no tiene nada asegurado y encima se había ido para descansar. Sutil, o no tanto, la Presidente se erigió en el epicentro en Olivos desde donde monitoreó el operativo, dejando aún más en evidencia la ausencia de su candidato. Consultado, Aníbal, le echó más nafta al incendio al decir que no sabía nada del viaje. El estropicio estaba hecho. En dos días se esfumó el optimismo de las PASO y apareció la preocupación por el impacto del derrape. Extraño para alguien como Scioli que siempre ha sintonizado con el ánimo popular. Su fe en el GPS esta vez lo llevó a un lugar equivocado.De regreso, y en medio del intento por disimular el yerro, tampoco faltó la ironía. La frase del inefable Aníbal fue lapidaria: "¿trajiste alfajores?". Evidentemente Scioli sabía porqué no lo quería de candidato.El foco del desborde del Río Luján sirvió también para disimular las presiones renovadas por un acuerdo entre Macri y Massa. El establishment otra vez está asustado y cree que no le dará el cuero a Cambiemos para llegar a la segunda vuelta. Y presionan sin mucho disimulo. Durante una charla con el ingeniero el miércoles, lo más granado del empresariado argentino, lo volvió a conminar a que llegue a un acuerdo. Macri está molesto desde hace tiempo con la situación. El los mira de reojo y ellos lo miran a él de igual manera. Al cabo ha demostrado ser un candidato no demasiado manejable para sus ambiciones y deseos. "Todos estos años han sido chupaculos del gobierno", dicen que dijo en un momento de enojo. La tirantez y la desconfianza se percibió siempre en cada encuentro. Sus interlocutores son los mismos que primero apoyaron a Massa y después, encuestas y operaciones de por medio, le retiraron los embajadores y lo dejaron seco para la campaña. En el mundo de los negocios nunca hay amor, sólo intereses y Macri lo supo desde siempre.Scioli quedó muy cerca de la gloria de ganar en primera vuelta pero nada está asegurado. Massa trepó a los 20 y conserva un caudal expectante que, si bien no le alcanza para ganar, sí para ser el fiel de la balanza. Y Macri deberá preservar su frente interno e instalar que es la única opción que quedó en pie para derrotar al kirchnerismo. Nada entonces está definido en la tierra donde los partidos políticos se han convertido en una especie en extinción. Apenas son cáscaras vacías.
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