Argentina retro
En la Argentina pasan cosas que nos remiten a los '70. Los focos de guerra sindical que dejó al desnudo el conflicto de la firma Kraft (ex Terrabusi), nos retrotraen a una época sin ley.Nada de cuanto nos ocurre debería sorprender. El gobierno K, en su teoría y práctica, metió al país en la atmósfera de aquella década donde minorías exaltadas violentaron al país.La política como continuación de la guerra por otros medios. Ausencia del Estado de Derecho. Clima de temor y crispación. Vacío de institucionalidad para resolver el conflicto social.Hasta aquí el gobierno, en su concepción binaria y maniquea de la realidad, venía confrontando contra el Eje del Mal, representado en el bloque de derecha campo-Iglesia-medios.El progresismo oficial se fortalecía en esta dialéctica. Pero la realidad no se deja clasificar fácilmente en términos ideológicos. Aconteció lo impensado: la irrupción de un activismo piquetero, aparentemente "destituyente"."Hay algo detrás", se alarmó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, preocupado por la "inusitada vocación por los cortes" de ruta. Así el gobierno K activó su aceitada concepción conspirativa. El conflicto laboral en Kraft escondía un enemigo al acecho.¿Cuál? ¿Quién pretende quebrar el orden vigente, esta vez? La novedad sería la presencia de sectores de la ultraizquierda, que actúan al calor de una conflictividad social en ascenso."El denominador común es que la CGT y el Gobierno fueron desbordados por un nuevo emergente gremial surgido de las bases", aseguran González Arzac y Ariel Zak, del diario Crítica de la Argentina.El medio anoticia que ya hay 30 focos de guerra sindical como el de Kraft en el país. El trasfondo: la pérdida de 226 mil puestos de trabajo en un año, según el Indec.En tanto, la consultora Tendencias Económicas informó que en agosto los paros alcanzaron un nivel récord en lo que va de 2009: involucraron a más de 1,7 millón de trabajadores.¿Pero qué pasa en el mundo sindical? Hay consenso entre los analistas respecto de que comisiones internas de ultraizquierda están tomando la representación de los trabajadores."Esa es la consecuencia también de una dirigencia gremial fosilizada, indiferente y muchas veces corrupta. Eternos e incombustibles dirigentes gremiales se han ocupado de sus negocios (las obras sociales, sobre todo) de de hacer política, ya sea con Menem, con Duhalde o con Kirchner", dice ayer el periodista Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación.Ergo: como en los '70, las "bases" se soliviantan contra las "cúpulas burocráticas" del sindicalismo. Algo curioso: la rebelión en las calles está siendo protagonizada, entre otros, por ex piqueteros oficialistas.Es el caso de Jorge Ceballos, que dirige Barrios de Pie, la organización piquetera que cortó por un rato la Panamericana, en solidaridad con los operarios de Kraft y en el marco de reclamos por planes sociales.¿El país transita hacia un posible desborde social y laboral? El titular de la UIA, Héctor Méndez, lanzó una voz de alarma. Habló de un clima de irritabilidad y de temor social en la Argentina.Estos días de furia, por lo pronto, parecen indicar que la realidad social no puede ser editada por el Indec, y fluye al margen de los carriles institucionales y políticos.Hay un vacío que está siendo llenado por grupos extremistas que pregonan rupturas contra el statu-quo, que buscan alternativas que desemboquen en una salida drástica e inmediata, que no admiten la discusión y rechazan los causes institucionales.Es el regreso del pasado. Es el país viejo que agoniza bajo el karma de la circularidad histórica.
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