
Si Brasil crece, Argentina crece. Si Brasil cae, Argentina cae. Nuestra suerte está atada al gigante de Sudamérica y es tonto negarlo. Brasil es el motor de la economía de Latinoamérica y su inestabilidad política y económica de los últimos años ha contribuído a los problemas serios que arrastra la región.
Jorge Barroetaveña
Esta semana Macri y Bolsonaro se vieron por primera vez la cara. Si hubo química sólo el tiempo lo dirá, aunque en eso no están parejos.
A Macri le queda menos de un año en el poder. Si es que no consigue su reelección sólo le tocará empezar a construir la relación con el nuevo gobierno. Bolsonaro recién está terminando de nombrar a los miles de colaboradores que necesita y todavía tantea en política exterior. En eso Macri le saca ventaja: el flamante mandatario brasileño no goza de buena prensa en el exterior y son muchos los que lo miran de reojo. Arrastra no sólo su historia personal sino posturas duras que lo ponen más cerca del ruso Putin que de un líder moderno y flexible. Aspira claro a llevarse bien con Trump, aunque el norteamericano siempre es un jeroglífico. Es de los líderes que apuestan a la empatía personal antes que a la ideológica. Son de los que prefieren levantar el teléfono y hablar directamente antes que recurrir a la burocracia de la política exterior.
En el semblanteo del martes, desde la Cancillería dicen que Argentina salió ganando. Hubo buena vibra entre ambos mandatarios y el objetivo principal de la primera charla fue potenciar las coincidencias antes que las diferencias. Venezuela, la seguridad con el narcotráfico y el terrorismo incluidos son puntos en común. Claro que ninguno de los dos temas hace a la salud profunda del Mercosur, una alianza económica, política y social que desde hace muchos años anda a la deriva. El Mercosur nunca fue ni la Unión Europea, ni el NAFTA, ni la Alianza del Pacífico. Se quedó a mitad de camino mirándose el ombligo y dependiendo de los vaivenes de la relación binaria entre los socios principales. Los otros siempre se quedaron mirando 'la fiambrera', algo que Uruguay y Paraguay se han cansado de reclamar.
Quizás Macri y Bolsonaro tengan ahora la oportunidad de dar vuelta la página y avanzar en las deudas pendientes que tiene el agrupamiento regional. La más grande tal vez sea la integración con la Unión Europea que pareció estar cerca antes de la Cumbre del G-20 en Buenos Aires pero volvió a alejarse con la dura postura del Presidente francés Macron, acorralado por las protestas callejeras de los chalecos amarillos y las eternas presiones de los granjeros galos. A ellos no se les cae ningún anillo por reconocer que priorizan su economía nacional, al cabo la que les da sustento y les ha permitido ser potencia mundial. Y no hay amistad que valga ni buena relación personal que pese. Los intereses nacionales siempre están por encima de todo. ¿Deberíamos aprenderlo nosotros también no?
La candidatura de Roberto Lavagna a presidente fue el tema de conversación de la semana política. Sus reuniones con otros potenciales candidatos presidenciales fue el disparador de su figura como síntesis para el peronismo federal. En el kirchnerismo a Lavagna no lo quieren. Néstor lo echó cuando el ex ministro empezó a meter las narices en la cartelización de la obra pública y nunca recompusieron su relación. De hecho Lavagna fue candidato presidencial opositor, representando a la UCR y no movió el amperímetro.
Su buena imagen tampoco significa votos contantes y sonantes. Tampoco él parece dispuesto a salir a recorrer el país y jugarse el pellejo en un proceso de resultado incierto. El que gane dejará jirones para hacerse cargo además de una situación crítica. No serán un vergel ni la economía ni la política, en una transición que también nadie sabe cómo podría darse.
"Lo largan a Lavagna porque no les alcanza", disparó ácido el ahora nuevamente operador de Cristina Kirchner, el otro Fernández, Alberto. Y algo de eso debe haber. ¿Habrán percibido ya Massa o Urtubey que no les da la nafta para ganar y por eso bucean en una alternativa? ¿Será el inoxidable Pichetto con los gobernadores los que están probando otros caminos? En el amplio universo peronista todo es posible, aunque el menos predispuesto parece ser el elegido. Lavagna siempre se ha sentido cómodo en su rol de consultor, por encima de las diferencias internas. Habrá que ver si está dispuesto a confrontar con otros rivales, y ensuciarse en el barro de una campaña. Y si efectivamente es capaz de resumir la quinta esencia de toda la oposición que quiere destronar a Macri de la Casa Rosada.
Nos falta saber obviamente qué hará Cristina y si está dispuesta a un renunciamiento histórico con tal de permitir que gane la oposición. Para los ultra claro, sólo ella asegura una victoria en agosto y en la general de octubre.
Será un final de bandera verde en medio de una recesión económica galopante. Si Macri sortea el 47,6 % de inflación del 2018 que dio a conocer el INDEC en las últimas horas y consigue ser reelecto habrá que quemar unos cuantos libros de ciencia política. La Argentina es distinta a todo. Es de lo único que no tenemos dudas.