Asesor personal: el oficio de época
En la posmodernidad las personas están cada vez más preocupadas en su realización personal. Acuden así al mercado para pedir consejo profesional sobre tópicos tan variados como la manera de conseguir pareja o para elegir los colores de la casa o de la ropa. Alguna vez el sistema de consumo se restringió a satisfacer la necesidad de objetos asociados al bienestar. Pero paulatinamente se fue apoderando de las relaciones y los vínculos interpersonales.Para funcionar correctamente en un contexto epocal que aprecia, por ejemplo, la apariencia exterior, piedra de toque del éxito social, se necesita la reconstrucción constante de la identidad individual.Nació entonces todo un rubro asociado al asesoramiento de imagen, una actividad profesional que se dedica a la completa remodelación de la presencia de un sujeto.Ello incluye la mejora de las actitudes corporales, el maquillaje, el peinado, la ornamentación y el vestuario, entre otros detalles.El mercado se introduce así en aspectos y actividades de la vida que en otra época configuraban el dominio de la privacidad, algo no susceptible a la compraventa.Existen así en ciudades más o menos populosas lugares en los que se paga para encontrar pareja. Se llama "agencia matrimonial" a la empresa que se dedican a la búsqueda de una paraje estable para su cliente.Pero los que están liderando una revolución dentro de la economía de servicios personales son los "life planners", asesores que se encargan de organizar la vida de sus clientes."En un principio fueron los entrenadores personales. Luego, los que compran nuestro guardarropa. Y hoy, al mundo de los asesores personalizados se sumaron cocineros a domicilio, expertos en color, especialistas en entretenimiento y hasta 'coaches' familiares", cuenta un interesante artículo firmado por Clara Fernández Escudero, aparecido en el diario Perfil.Sobre todo en segmentos sociales acomodados, altamente competitivos socialmente, los consumidores demandan servicios específicos sobre un aspecto de la vida, buscando orientación y consejo.El mercado suministra artilugios y servicios sin los que, en ausencia de determinada habilidades, la vida en la sociedad moderna, supondría tareas desalentadoras o frustrantes.Los asesores personales se dedican a gustos sofisticados. Por ejemplo existen el asesor de teatro, o el especialista en arte, demandados por gente que necesita que le digan que bien cultural consumir."Quienes nos consultan nos dicen con quiénes irían, sus intereses y horarios, y les sugerimos un menú acorde, u organizamos varias salidas mensuales para las que reservamos y compramos las entradas", revelan Ricardo Sarmiento y Mauro Colombini, dedicados al metié.Hay una oferta para cada aspecto de la vida. Hay expertos que dan clases de cocina a domicilio con los alimentos con que el propio alumno cuenta en su casa. La cuestión de "qué ponerse" involucra a los asesores de vestuario, una suerte de entrenador que sugiere cómo vestirse para tal o cual ocasión. También hay una asesoría personal sobre los colores que realizan a cada persona."La colorimetría sirve para tener un guardarropas estratégico que quede bien y, a la vez, perdure en el tiempo, ya que se determina un tipo de paleta de tonos", explica la diseñadora Carolina Aubele.Los pioneros de los servicios personalizados son los "personal trainers", que al principio eran profesores de educación física que ofrecían rutinas de ejercicios a domicilio, aunque su tarea es hoy más sofisticada.
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