Ayuda a aliviar la dolorosa indigencia
La decisión del gobierno nacional de instaurar una asignación de 180 pesos para hijos de desempleados y trabajadores informales, es un avance en orden a mitigar el infortunio de tantas familias argentinas.Otorgar un mínimo de ingresos a los indigentes, a fin de proteger la infancia, es una medida bienvenida en una Argentina donde se mueren por día 8 chicos a causa del hambre.La presidenta Cristina Kirchner dijo que el plan constará casi 10.000 millones de pesos, aunque no precisó si esa suma incluye o no lo que se está pagando por otros planes similares.Está claro que la medida no soluciona las causas estructurales de la pobreza, y debe ser leída en este sentido como un paliativo ante una situación de emergencia.La mejor política social no es aquella que mitiga efectos sino aquella que crea las condiciones para que las familias puedan procurarse el sustento por sí mismas sin depender de la burocracia.La existencia de los mentados "planes sociales", instrumentados desde el Estado, no habla bien de un gobierno ni de la Argentina, que lleva el estigma de ser un país rico con gente pobre.Sabemos el riesgo que entraña una política a la que no le interesa remover las causas estructurales de la pobreza. El asistencialismo entre nosotros es una rémora.Tener de rehenes a los pobres, manipularlos con fines políticos, es algo despreciable, que ningún argentino de bien debe consentir ni aprobar. Una política que se asiente en la dignidad humana, debe procurar sacar a las personas de la servidumbre de la pobreza.Pero en la Argentina sobran ejemplos de prácticas clientelares. Detrás de planes que se presentan como panaceas sociales, que vienen adornados con discursos progresistas, el poder político manipula a los pobres.Esto es tan así que a veces se tiende a pensar que a cierta clase dirigente en realidad le interesa que existan los pobres, porque de ellos usufructúa para perpetuarse en el poder.Este ingreso a la niñez -que reiteramos supone un alivio ante el drama de la indigencia- estaría revelando, por otro lado, que en la Argentina hay dos países.En efecto, en uno los ciudadanos pueden imaginar y construir un proyecto de vida. En el otro, hay millones de argentinos que viven en condiciones precarias, sin herramientas de proyección y autodefensa, con el futuro clausurado para ellos y sus hijos.Incluir realmente a este otro país de la marginación supone un vasto plan, de largo aliento, una verdadera empresa colectiva, cuya lógica de promoción no tiene nada que ver con que millones de compatriotas reciban asistencia del Estado para subsistir.Nuestra dirigencia política debiera aprender que la política social no es administrar la miseria, sino combatirla para que deje de existir. Para lo cual es necesario movilizar todos los recursos, humanos y naturales, con que cuenta el país, detrás de un proyecto de engrandecimiento nacional.Por lo demás, merecen ser atendidas las objeciones que la oposición está planteando a la asignación por hijo, anunciada por el gobierno. El costo del nuevo beneficio se cubrirá con fondos del sistema previsional."Los pobres seguirán financiando a los pobres", advirtió la diputada Silvia Augsburger (socialismo). "El financiamiento saldrá del dinero de jubilados y pensionados cuyos ingresos, en más de un 70%, no alcanzan el salario mínimo", sostuvo.No es un buen augurio que la clase política argentina ni siquiera pueda acordar sobre los términos de un plan de asistencia social. ¡Como para pedirle que se ponga de acuerdo para derrotar la pobreza!
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