MISCELÁNEAS DEL MUNDIAL
Bancame la vuvuzela
A partir de este momento ingresamos en modo mundial. Todo, absolutamente todo, estará signado por lo que suceda en la desconocida Qatar y nuestra conocida selección de futbol.
Por Luis Castillo*
Sin dudas, este fenómeno sociológico que cada 4 años reaparece bajo diferentes interpretaciones y con idénticas conclusiones, nos permitirá (vaya sutileza lingüística la mía) dejar de lado la realidad cotidiana para sumergirnos voluntariamente (digamos) en la monotemática del fútbol, las estadísticas rayanas a la metafísica y el sueño de acariciar una copa que ninguno de nosotros acarició ni acariciará jamás. Aunque nuestro equipo de futbol obtuviera el preciado triunfo que nos hciera olvidar por un instante (aunque sea solo eso) la dureza de la cotidianeidad.
Es increíble la capacidad de los medios para mostrarnos un mundo de fantasía que nada tiene que envidiarle a Disneyworld; un mundo en el que la línea directriz, obviamente, es el consumismo. Todo lo que pueda venderse debe venderse bajo un descarado manto de nacionalismo. Todo es albiceleste. Compremos televisores, pochoclos, sanguches, vuvuzelas, todo, todo cuanto pueda comprarse aun al precio de endeudarnos hasta las orejas… y vayamos al circo. Un circo que nada tiene que envidiarle al de Roma, excepto que acá los muertos fueron la previa del espectáculo. El backstage. La nueva forma de esclavitud que nos negamos a ver. Los miles de muertos que dejaron sus sueños de una vida más digna entre las arenas del desierto (otra arena, otra sangre, el mismo desprecio por la vida que en la antigua Roma). Un país que sigue tratando (o destratando) a las mujeres como hace tres mil años, que no reniega de sus formas dictatoriales de gobierno, que persigue y castiga a quienes considera de algún modo peligroso a sus ojos unívocos. Pero hay fútbol. Cargado de corrupción obscena, pero hay fútbol.
El problema, por supuesto, no es el fútbol. No es el deporte ni los seguidores de un equipo, una selección o una figura admirada por sus dotes deportivas. No. No nos confundamos. No nos dejemos confundir.
Comienza el mundial de fútbol y hay quienes van a sacar un provecho inimaginable (desde todo punto de vista, no solo económico) de ese lapso de tiempo casi, casi, parecido a la Nochebuena, en la que todos somos hermanos y nos perdonamos y nos olvidamos las ofensas y demás. El único problema (para nosotros, no para ellos, que ya están pensando en la próxima promo) es que un día, con la copa levantada o sin ella, el mundo seguirá. Nada más real que la canción del Nano Serrat cuando nos cuenta que, tras la noche de San Juan: “Y con la resaca a cuestas/ Vuelve el pobre a su pobreza,/ Vuelve el rico a su riqueza/ Y el señor cura a sus misas./ … Se despertó el bien y el mal/ La zorra pobre al portal,/ La zorra rica al rosal,/ Y el avaro a las divisas./ … Se acabó,/ El sol nos dice que llegó el final,/ Por una noche se olvidó/ Que cada uno es cada cual”.
*Escritor, médico y concejal por “Gualeguaychú Entre Todos”