AL INFINITO Y MÁS ALLÁ
Benjamín Cinto, el egresado de la Escuela Técnica Nº2 que fue elogiado por la NASA
El gualeguaychuense participó de un concurso donde debió generar una solución para que la reconocida agencia espacial pueda desplegar antenas meteorológicas y su invento sorprendió a la entidad que lo colocó en el primer puesto del desafío creativo.
Benjamín Cinto tiene 24 años y estudia Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de Rosario, pero antes de convertirse en un estudiante de grado, dio sus primeros pasos como “inventor” en su casa familiar de Gualeguaychú y en la Escuela Técnica Nº2 “"Pbro. José María Colombo".
No es difícil imaginar a un niño observando atentamente desde la curiosidad a sus juguetes y haciéndose miles de preguntas: “Rompía más que arreglaba”, aclaró Benjamín rememorando su infancia.
“Me gustaba la idea general de ver algo y descubrir cómo mejorarlo, optimizarlo, pensar soluciones a los problemas y desglosarlo”, contó el futuro ingeniero.
Entre sus “ocurrencias” más ingeniosas están el portagarrafas que hizo para su papá luego de desarmar la aspiradora de la casa: “Le soldé un par de refuerzos e hice como un carrito, así mi papá no tenía que hacer fuerza con la garrafa”, comentó al respecto. Y “la motobici” de su juventud, una bicicleta a la que le había incorporado un motor.
Al igual que sus hermanos, Benjamín cursó sus estudios secundarios en la Escuela Técnica Nº2, donde tuvo un mayor acercamiento al mundo de la creación y se recibió de Técnico Electromecánico en el camino por entender cómo funcionan las cosas. Además, también fue abanderado de la institución.
Benjamín junto a sus padres el día de su colación.
Durante su experiencia como estudiante de la Técnica, participó en 2018 del Desafío “Eco de YPF”, en el que estudiantes de todo el país construyen autos de carreras sustentables. Sobre esa vivencia, Benjamín recordó entre risas que “tuvimos un par de inconvenientes con el freno, choqué una columna” y afirmó que “de los errores se aprende, del éxito no tanto”.
Con dos de sus hermanos como referencia, uno que había estudiado Ingeniería Industrial y el otro Electrónica, sumado a su compulsión desde siempre por el funcionamiento de las cosas, optó por estudiar Ingeniería Mecánica.
¿El cielo es el límite?
El año pasado, Benjamín se encontraba cursando la materia de Síntesis de Mecanismos y Máquinas cuando desde la cátedra les propusieron como parte de un trabajo práctico participar de un concurso internacional lanzado por, nada más y nada menos, que la NASA.
“Durante la primera parte de la consigna tuvimos que analizar 100 propuestas de concursos anteriores para ver cuál era la mejor. En la segunda instancia, nos hicieron participar del desafío que proponía la NASA”, explicó el universitario.
Benjamín tuvo 40 días para encontrar la solución a la consigna
Sobre el concurso denominado “NASA Challenge: Positive Connections: A Mechanism to Connect on Contact”, el gualeguaychuense detalló que el trabajo consistió en desarrollar un mecanismo para desplegar estructuras en el espacio que para “enviarlas tienen que hacerlo de forma empaquetada, pero luego se tienen que juntar las diferentes partes y generar contacto, el desafío era hacer ese mecanismo”.
“Nos dieron poco menos de 40 días para hacerlo y se superponía a otros trabajos prácticos de otras materias de la facultad”, aclaró Benjamín por lo que esta situación le agregó dificultades extras al desafío.
Uno de los primero pasos para alcanzar una solución a la problemática planteada por la NASA fue “bajar a tierra” la consigna, instancia en la que se dio el mayor debate e intercambio entre compañeros.
“Unos decían para mí lo que pide es esto, y otro que era otra cosa. Ese fue uno de los grandes retos que tuvo el trabajo”, resaltó.
Esta etapa de interpretación de la consigna fue clave para poder entender cuál era el problema y qué solución se esperaba para el mismo, y fue la base sobre la que luego se desplegarían las ideas creativas.
Foto Camila Casero. La interpretación de la consigna fue clave para el invento del gualeguaychuense.
“Cuando se me ocurría algo, hacia bocetos. Hubo diez ideas antes de la definitiva”, reconoció Benjamín.
“La primera solución que se me había ocurrido era un sistema de ganchos, pero me parecía muy complejo, llevaba demasiadas piezas móviles, y cuando se me ocurrió lo de la llave egipcia era más simple”, relató el estudiante sobre el invento que le concedería el reconocimiento y el primer puesto del concurso de la NASA.
La llave egipcia
A través de un sistema de cuñas, Benjamín Cinto desarrolló un mecanismo que le permitió ganarse elogios a nivel nacional e internacional.
Luego de hacer algunos cálculos, generó las simulaciones para enviar al concurso y aguardó por un mes hasta conocer que de los 140 proyectos enviados por estudiantes e ingenieros de todas partes del mundo, la de él fue la solución que más había impresionado a la agencia espacial.
La llave egipcia, el dispositivo que utiliza un sistema de cuñas creado por Cinto.
La sencillez del mecanismo fue destacado por el jurado de expertos y el nombre del inventó surgió de un comentario que le hizo uno de sus hermanos, haciéndole notar que se parecía a las cerraduras que se utilizaban en el Antiguo Egipto.
“Al insertar el pasador en forma de cuña, se levantaban los pestillos, y al avanzar, caían y lo bloqueaban”, ilustró sobre esta ingeniería antiquísima.
Hecho por un gualeguaychuense
Como parte de las bases y condiciones establecidas en el concurso, Benjamín recibió un incentivo económico y cedió los derechos de su creación a la agencia espacial.
Además, desde la NASA “destacaron que lo usarían para el despliegue de antenas meteorológicas”, puntualizó el joven.
Luego de ser reconocido y elogiado por la entidad estadounidense, el estudiante de Ingeniería se comunicó con ellos para agradecerles.
Benjamín Cinto en su visita a la empresa nacional INVAP.
Cuando la facultad publicó la noticia de su logro académico, los medios de la provincia, la ciudad y del país entero no tardaron en hacerse eco de ello. La visibilidad le trajo al inventor el acercamiento de propuestas laborales de parte de empresas, incluso de Gualeguaychú que querían tenerlo en su equipo.
Durante enero, Benjamín fue invitado por INVAP a Bariloche a recorrerá la planta que funciona allí. Se trata de una empresa argentina de alta tecnología dedicada al diseño, integración y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico.
En tanto, la joven promesa aseguró que si lo llaman para trabajar en la NASA aceptaría sin pensarlo.
Educación Pública
Más allá del reconocimiento internacional y nacional del que ahora goza el gualeguaychuense, no se olvida de dónde viene y en dónde está.
Su curiosidad pudo ser saciada gracias a la educación pública, a la que asistió desde la primaria hasta la actualidad en la Universidad Nacional de Rosario, donde cursa la carrera de Ingeniería Mecánica.
Al respecto, con los pies bien en la tierra, Benjamín afirmó que “Somos una familia de seis hermanos y todos estudiamos en la universidad pública, y dudo que mis viejos nos hubieran podido pagar la carrera a todos de lo contrario. Estoy muy agradecido. En la primaria y secundaria fui a escuela pública y, a pesar de las falencias que pudo tener, me permitieron poder competir”.