Bordet va por ratificar su liderazgo y Cambiemos por edificar un batacazo
El gobierno nacional viene de chirlo en chirlo. Con el consuelo que el kirchnerismo no ganó ni en Neuquén, ni en Río Negro ni en Chubut, arrastra tres frustraciones electorales que, no por esperadas, dejan de ser preocupantes.
Jorge Barroetaveña
Entre Ríos será hoy, la primera provincia en la que hay una apuesta clara, motivada en las últimas semanas por algunas encuestas. Qué tan confiables son nadie lo sabe. Lo único cierto es que el Presidente con su 'minigira' por Gualeguay y Gualeguaychú pone en juego bastante.
Gustavo Bordet está confiado. Siente que pudo alinear a casi todo el peronismo detrás de su candidatura, que empezó a sacarse de encima los cuestionamientos a su liderazgo y que la gente, al final del camino, le terminará reconociendo haber mantenido ordenada una provincia desfinanciada y resbaladiza que le dejó su antecesor Urribarri. Claro que para refrendar todo eso, deberá ganar estas elecciones que, al cabo, implican su propia supervivencia en el poder. Con su bastión histórico de Concordia y las chances de Adán Bahl en Paraná, más el 'Gran Paraná', el oficialismo busca comenzar a edificar la victoria de junio desde mañana. En Paraná se librará la 'madre' de todas las batallas. En el peronismo admiten que el ignífugo Sergio Varisco sigue siendo un hueso duro de roer, pese a todas las vicisitudes que ha tenido, su imagen es poderosa en la capital provincial. Habrá que ver el daño que le hacen con el 'fuego amigo' desde Cambiemos y el desgaste propio de la gestión. Del otro lado, Bahl cerró la puerta y tiró la llave. Si gana le deberá poco al kirchnerismo y su lealtad será sólo con Bordet. Pero es evidente que será el puntapié para darle forma a su sueño de sucesión provincial. Primero Paraná y después la provincia.
Concordia, Uruguay y Gualeguaychú han dado señales contradictorias durante la campaña. En Gualeguaychú todas las últimas elecciones fueron cerradas, en Uruguay el peronismo está muy dividido y Concordia tiene que seguir siendo un bastión aportando una buena diferencia a la provincia.
Salvo la 'calentura' por el raid de Macri y la polémica sobre de quién es el camino a Puerto Ruiz, nunca abandonó su perfil conciliador y nada altisonante. Contrastando con su antecesor, Bordet busca diferenciarse hasta en eso, siempre dentro de los límites de la puja por ver quién se queda con la manija del peronismo en Entre Ríos. Ha sido un equilibrista todos estos años, lo que le permitió llegar a las elecciones con el barco más o menos ordenado. Busca consolidar, ahora sí, un perfil propio.
En Cambiemos nadie sabe por dónde se va a escapar la tortuga y si van a poder manotearla. Pero tienen esperanzas de poder dar el batacazo. Al cabo, vienen de ganar en el 2017 por una buena diferencia y de quedar por un puñado de votos lejos de la Casa Gris en el 2015. Ninguno de aquellos contextos es comparable al actual pero nunca hay que desestimar el poder de quien tiene el poder. Es el caso de los intendentes de Cambiemos distribuidos por racimos en casi todos los departamentos de la provincia. Varios van por la reelección con chances altas de conseguirle y ese no es un dato desdeñable para lo que pueda ocurrir mañana. El tan promocionado corte de boleta nunca es lo que se anuncia, sobre todo porque el sistema lo desalienta, y es evidente que habrá un choque de intenciones. ¿Qué arrastre podrá más? El de los intendentes o el del gobernador? La duda le hace algo más que cosquillas al peronismo y alimenta, moderadamente, la ilusión de Cambiemos de dar el batacazo.
Hoy, de todas maneras no se decide la elección provincial. Quedará todavía un tramo para recorrer hasta el día definitivo y a partir de ahí la larga transición que le espera a los ganadores. Si gana Bordet no pasa nada, pero si triunfa la oposición, el camino puede ser tortuoso, encima con elecciones nacionales en el medio.
Quizás hoy, teniendo la posibilidad de volver a andar su camino, Bordet no hubiera elegido desdoblar. El contexto nacional no favorece las chances de Cambiemos, pero con el diario del domingo cualquiera es analista. La cancha ya está marcada y hay que jugar.
En la Argentina los tiempos políticos no se miden por días, ni siquiera por horas sino por minutos. Nadie sabe qué va a pasar en agosto y mucho menos en las generales de octubre. El jueves, una cumbre opositora de políticos y empresarios emitió el mensaje. Desde Massa hasta Tinelli, siguiendo por Brito y Eskeñazi del mundo empresario. Hasta Daniel Vila, el dueño del Multimedios América mueve sus fichas. El único gran ausente fue Roberto Lavagna, justo uno de los que más mide en el arco opositor. Pasa que Lavagna no quiere embarrarse en las PASO y hoy, tampoco quiere saber nada con Cristina. Pero el cuello de la botella de a poco se va volviendo más y más angosto. El camino se va despejando y el objetivo de volver al poder es un sol que ilumina a todos los peronistas. No importa el pasado, tampoco el presente. Sólo importa ganar y acabar de una vez por todas con el 'experimento' de Cambiemos.
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