Cambio político y sentido común
En este tiempo preelectoral que vive el país abunda el discurso político que augura prometedoras etapas de mejora, de superación de lo existente. ¿Pero de dónde provendría ese hipotético cambio?Para hallar una respuesta a este dilema convendría recurrir al político comunista italiano Antonio Gramsci, quien enseñó que resulta una ilusión creer que conquistar el aparato del Estado garantiza per se que se pueda transformar la sociedad.Al evaluar por qué razón el comunismo (que para él significaba el "cambio" real) no terminaba de cuajar en Italia, concluyó que el principal obstáculo se hallaba en la mentalidad arraigada en el pueblo.Gramsci percibió que el "sentido" que le daba el italiano medio a la vida y a las cosas, básicamente impregnado por la cosmovisión cristiana, era refractario a la propuesta marxista.Entonces tomar el control del Estado, incluso por asalto (como habían hecho los bolcheviques en la Rusia de su época), era temerario. Eso sería no entender que el poder no reside en la fuerza estatal sino en el consentimiento popular.Sobran en la historia los ejemplos, decía el italiano, donde quienes lograron adueñarse del Estado, sin por ello tener el "consenso" ideológico de la sociedad, debieron finalmente resignar su poder efímero.La clave está en el sentido común, que Gramsci definió como "la filosofía de los no filósofos, o sea la concepción del mundo absorbida acríticamente de los varios ambientes culturales en medio de los cuales se desarrolla la individualidad moral del hombre medio".El ensayista y abogado argentino José Nun, que dirigió la Secretaria de Cultura de la Nación entre 2004 y 2009, ha reflotado la problemática con la publicación de su nuevo libro "El sentido común y la política".Allí reivindica este concepto gramsciano de la ideología de las multitudes, este modo de ver y juzgar el mundo del hombre de la calle, y esto para entender las posibilidades y los límites de la acción política.Recuerda que sentido común no debe entenderse como una facultad cognitiva que se le atribuye a todos los seres humanos, como enseñó el filósofo griego Aristóteles, sino como sistema de interpretación de la realidad, de carácter histórico y social, del pueblo llano.Se diría, por tanto, que el argentino medio porta un "sentido común", una concepción única, con ideas arraigadas (muchas de ellas contradictorias), en base a las cuales orienta su vida práctica.Gramsci diría que en Argentina no se puede hacer política, o querer aspirar a los resortes del aparato estatal, sin descifrar, dialogar o sintonizar con ese sentido común, con "la filosofía de los no filósofos", que en el fondo es la ideología del hombre de la calle.Hay varias hipótesis sobre cuál es el contenido de este sentido común nacional. Nun tiene una: dice que en política los argentinos son "populistas", porque esperan a que un líder mesiánico les resuelva las cosas, con desprecio de la ley.En estas pampas, dice, rige la "oligocracia", un sistema en "donde los menos gobiernan a los más, y las elecciones son simplemente actos de autorización: te autorizo a que me mandes". En este modo de entender la política, sostiene el ex secretario de Cultura, la gente queda relegada a la "posición del coro".En una reciente entrevista, preguntado sobre los cambios políticos que sobrevendrán en la Argentina a partir de las elecciones de octubre, Nun aseguró que no hay que hacerse ilusiones; a menos, eso sí, que cambie el sentido común popular.
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