Cambistas y cueveros, submundo del dinero
Con la aparición de la moneda nació la figura del cambista, experto en sacar diferencias con el tráfico de divisas y ancestro del banquero. En Argentina, se ha popularizado una variante del oficio: el "cuevero".La historia del dinero comienza alrededor del siglo VI al VII antes de Cristo con la primera acuñación de la moneda. Ya desde entonces el simple cambio de esta mercadería generó una práctica rentable.El préstamo con interés fue la actividad relevante del cambista en el mundo antiguo (Grecia y Roma), y al igual que sucede hoy exigía garantías (casas, objetos preciosos o esclavos).Con el tiempo los cambistas tomaron el nombre de banqueros porque trabajaban detrás de unos bancos o mesas. Formaron un sector que prestó servicio (a menudo como acreedores) de papas, monarcas, príncipes y grandes comerciantes.Como sea en la Edad Media la práctica financiera era mal vista, el mero hecho de manejar dinero levantaba sospechas, en un contexto religioso que condenaba la "usura" (o simple práctica de prestar a interés).Con las Cruzadas las cosas empezaron a cambiar. El comercio experimentó un desarrollo de amplio alcance a lo largo de ejes internacionales que iban desde Inglaterra al Mediterráneo, y de España a Rusia y Armenia.Quienes comerciaban con artículos de lujo, como especias, telas, brocados, además de los servicios de los cambistas necesitaban los de diversos agentes que pudieran representar sus negocios y efectuar pagos a distancia.Europa capturó la riqueza de oro y plata con los descubrimientos geográficos (sobre todo de América).Así comenzó el poderío de la clase mercantil, y dentro de ella la de los dueños del dinero.Un contemporáneo, Leonardo da Vinci, percibe el cambio de época. "Oh, miseria humana, a cuántas cosas te sometes por dinero", se quejaba.Y en sus sombrías profecías, agregaba: "Saldrá, de oscuras y profundas cavernas, algo que acarreará a toda la especie humana grandes afanes y peligros y aún la muerte. A sus secuaces, tras muchas fatigas, le procurará contento; pero el que no sea su partidario morirá abatido por la calamidad".En la Argentina contemporánea el frenesí financiero, en su lado más sórdido, se ve reflejado en esas sociedades llamadas "cuevas", que forman parte de un inframundo por el que circula la plata negra de la corrupción pública y privada.Hay causas judiciales donde se ventilan historias en las cuales las cuevas ofrecen sus servicios a funcionarios que quieren percibir sobornos. Los flujos de dinero negro han generado una institucionalidad poco visible y muy atractiva para grupos que se dedican a "lavar" dinero.La estructura de reciclado de activos sospechosos actúa, según el experto Edgardo Buscaglia, como la interface entre la delincuencia organizada a escala internacional y las instituciones formales de la política.Cada tanto la prensa da cuenta, en tanto, de la detección en el centro porteño de lugares clandestinos donde se cambian dinero y cheques. Por estas horas la policía descubrió que la oficina de Mario Benedit, el financista que fue encontrado muerte, funcionaba una "cueva", aunque tenía la fachada de una agencia de turismo.Con la aparición del dólar blue, que agravó la condición bimonetaria de la economía argentina, la especulación financiera se incrementó. Y con ella se multiplicaron los "arbolitos" y también los "cueveros", sujetos que ganan plata vendiendo y comprando divisas.
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