Camila Nievas y la fe en la cultura
Se cumple hoy otro aniversario del nacimiento de Camila Nievas, una mujer representativa de la estirpe humanista de Gualeguaychú, para la cual la cultura puede hacer mejores a las personas y a la sociedad.Hija de Ramón Nievas y Crescencia Rodríguez, Camila nació el 15 de julio de 1878. Los años de su infancia transcurrieron en una estancia donde su padre se desempeñó como mayordomo.Fue en ese entorno que aprendió de su madre las primeras letras e hizo prácticamente la educación primaria, la cual pudo completar en la escuela estatal Graduada Mixta, que era muy modesta.Camila quería ser maestra, para lo cual viajó a Paraná, donde pudo alcanzar el tercer año de la carrera de magisterio que se dictaba en la Escuela Normal José María Torres.Imbuida del ideal de la generación del '80 que había hecho de la educación un instrumento de transformación social -siguiendo en este punto el modelo sarmientino- Camila puso su capacidad organizativa y creadora al servicio de la instrucción.Fue directora de la Escuela N° 2, Domingo Matheu, a la que convirtió en escuela modelo para el país. Pero su accionar empezó a ser frenado por burócratas.Entonces renunció y pasó a enseñar en el colegio Luis Clavarino. Junto con su amiga Luisa Bugnone crearon la sociedad "Por la patria y el hogar", en 1898, que va a ser la base del Instituto Magnasco.En 1900 puso el nombre de "Olegario Víctor Andrade" a la primera biblioteca pública fundada por mujeres en todo el país. También hizo honor a su amigo y gran colaborador, el doctor Osvaldo Magnasco, al imponer su nombre al célebre Instituto.A juzgar por el relato de sus biógrafos, Camila fue una de las primeras mujeres que en la patria chica abrieron una brecha en favor de las inclinaciones culturales femeninas.De hecho se la considera pionera de la emancipación intelectual de la mujer en la sociedad nativa. Pero Enrique Piaggio aclara: "No de la emancipación del Yo y los intereses que tanto se pregonan por ahí en ara de propósitos demagógicos y comerciales, sino de la emancipación del espíritu y la inteligencia de la mujer, entonces limitadas en alguna medida por prejuicios y en otras por falta de oportunidades".Maestra de alma, Camila pretendió encarnar el ideal humanista de muchos argentinos que, en aquella época, veían en la cultura el único instrumento de civilización para cambiar a los hombres.En definitiva, puede que ella creyera que quienes alcanzan alguna posición de poder o de influencia tienen el deber inexcusable de trabajar para mejorar la mentalidad humana, y por esta vía de reformar la sociedad.Algunos de sus pensamientos reflejan el valor que le concedía a la cultura para aumentar la calidad de la vida pública del país, sugiriendo que su política y su clase dirigente son un reflejo del nivel de instrucción alcanzado, o del carácter intelectual y moral de sus habitantes."¿No cree usted -le preguntaba a un amigo- que precisamente en los momentos de crisis es cuando más se nota la falta de hombres formados con las aptitudes suficientes para desempeñarse con eficacia?""¿No cree usted -agregaba-, que un pueblo dotado de una cultura superior está en mejores condiciones para comprender y solucionar sus propios problemas? Nosotros, los americanos, y especialmente los argentinos, no debemos temer que el exceso de cultura, si es que ésta puede llegar al exceso, sea la causa de crisis tan aguda, como la que está destruyendo las viejas civilizaciones".
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