Campaña larga, penurias y dislates
La intensa campaña electoral anticipada pesa sobre la actualidad, arrastrando una nueva ley electoral provincial, cuya constitucionalidad está en discusión. Para aliviar la interna, Urribarri promete ministerios, aunque ya no será gobernador. Mario Alarcón Muñiz Es habitual entre nosotros que los procesos electorales acaparen durante varios meses la atención de funcionarios y dirigentes, postergando el abordaje y la solución de problemas reales. Por un tiempo se archiva casi todo lo que exige dedicación, estudio y trabajo serio. Más adelante veremos. Primero, la campaña.Mientras tanto, la inflación, la pobreza, la inseguridad, la violencia, el narcotráfico, la crisis de las economías regionales, las calamidades de la salud pública, las falencias educativas, las rutas deterioradas, las carencias energéticas y tantos otros asuntos de preocupación cotidiana, quedan en segundo plano. No hace falta aportar mayores datos en este sentido, pues cada uno de nosotros lo comprueba a cada momento y en todos los órdenes. Es lógico, además de necesario, que las campañas tiendan a despertar la atención de la ciudadanía sobre las propuestas de cada sector político. Forman parte de la vida democrática. De elegir a conciencia se trata. Y esto requiere de procesos preelectorales. Lo que incomoda es la exageración, en ciertos casos vecina de la desesperación. Por algo la legislación establece límites. La ley nacional electoral 26571 autoriza las campañas para las elecciones primarias desde 30 días antes del comicio, espacio que se extiende a 35 días para las elecciones generales. Nadie ignora que una enorme mayoría de precandidatos de casi todos los partidos está violando la ley. Los ciudadanos tenemos el derecho de dudar de una clase política que se lleva por delante las disposiciones legales. Obsérvese lo que sucede en Paraná. De pronto el gobierno municipal cayó en la cuenta del avasallamiento del espacio público por una desmedida publicidad electoral que no respeta pelo ni marca. En la capital provincial rige desde 1986 una ordenanza municipal que prohíbe la colocación de carteles en edificios, plazas, monumentos, columnas, refugios peatonales, etc. La prohibición se extiende a los pasacalles cuando son amarrados a columnas de alumbrado y árboles. Está habilitada, en cambio, la publicidad en pantallas instaladas al efecto con carácter permanente.Esta semana se inició un operativo municipal tendiente a hacer cumplir la ordenanza, vale decir a retirar la publicidad en infracción. Es una buena medida. Cabe esperar que tenga efecto y sea pareja.Una ley a medida En medio de tantos trajines, al gobierno se le estaba escapando la sanción de una nueva ley electoral. No a todos los estrategas del oficialismo conformaba la denominada ley Castrillón, proyectada e impulsada en 2006 por el entonces legislador de ese apellido, hoy vocal del Superior Tribunal de Justicia. Desde hace por lo menos un año se conversaba acerca de la posibilidad de modificarla y hasta se llegó a redactar un borrador que circuló en su momento entre los legisladores. Más de una vez se explicó el propósito de adecuar la norma provincial a la ley nacional vigente. La Provincia no obligaba al ciudadano a concurrir a las primarias y además eximía de hacerlo a los partidos que tuvieran una sola lista de candidatos. Entre otros aspectos menores esas eran las diferencias más notorias.El martes 28 de abril el gobernador Urribarri anunció que las elecciones provinciales se realizarán de manera simultánea con las nacionales y confirmó la reforma de la ley electoral. Entre los asuntos salientes, además de los mencionados, incluyó la autorización para que varios precandidatos a gobernador o a intendente compartan una misma lista de precandidatos a diputados o concejales. El esquema parece favorecer al oficialismo, al menos para evitar tironeos internos y posibilitar que haya una sola lista de diputados que probablemente será confeccionada por el gobernador. Ya ocurrió hace cuatro años (son los diputados que están en ejercicio) y sucedió luego con la lista de diputados nacionales. De eso se encarga el jefe. No hay más que hablar.A toda velocidad continuó la historia. El miércoles 29, sin estudio y sobre tablas el Senado votó el proyecto del PE. Al día siguiente lo trató la Cámara de Diputados, introduciéndole algunas modificaciones menores. Volvió al Senado, pero el fin de semana largo impidió el tratamiento del tema, considerado el lunes último. Los senadores sesionaron durante 28 minutos, tiempo suficiente para darle sanción definitiva nada menos que a la ley electoral. Esa misma tarde el gobernador promulgó la norma.Ya es ley, pero omite algunos asuntos de singular trascendencia, entre ellos la representación de las minorías en las listas de precandidatos a diputados o concejales. Lo grave es que hay jurisprudencia acerca del tema, porque en ese aspecto la ley Castrillón tampoco reconocía las minorías partidarias y entonces motivó más de un reclamo.En 2011, el Superior Tribunal de Justicia declaró la inconstitucionalidad de la norma porque "violenta de modo manifiesto la expresa condición constitucional de observar la adecuada y proporcional representación de las minorías", contemplada en el artículo 29 de la Constitución Provincial.Poco antes se había expedido acerca del tema el procurador general Jorge Amílcar García, expresando que la consagración de la lista completa, sin representación de las minorías, "quebranta la Constitución" Su criterio fue avalado por el STJ.Premio ConsueloNo son esos los únicos asuntos a revisar. A nadie comprometido con la democracia se le puede escapar el otro anuncio del gobernador el martes 28. Consideró Urribarri que el FpV en las primarias "no tendrá más de tres o cuatro precandidatos a gobernador". Ahí nomás puso límites a las aspiraciones de unos cuantos compañeros suyos. De hecho dio a entender -en buena hora- que esta vez no regirá el dedo y habrá competencia interna, pero le añadió otro rasgo pintoresco: "Los que no ganen serán ministros", prometió. Alguien debe recordarle a Urribarri que su mandato termina el 10 de diciembre y a partir de entonces habrá otro gobernador. Designarle ministros desde ahora y anticipar compensaciones a los perdedores, no son buenas señales.
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