Celebrar la puesta en valor del teatro local
La restauración del Teatro Gualeguaychú es sin duda una excelente noticia para esta comunidad, que está plenamente identificada con ese mítico edificio, especie de bunker del arte.Se trata, a la vez, de una conquista para la dirigencia política local que, en la actual gestión y en las anteriores, ha venido bregando por la puesta en valor de ese templo de la cultura local.Levantando paredes para la cultura la actividad política se ennoblece, se diría que justifica su misión. Contribuyendo a elevar el espíritu público, creando las condiciones para que se expanda el arte, el oficio de gobernar recupera su dimensión pedagógica.No dudamos de que el remodelado del Teatro -que demandó casi tres años de trabajo- marca un antes y un después. En el sentido de que se abren posibilidades insospechadas para las manifestaciones artísticas de la ciudad.Pero, a la vez, es bueno recalcar que hay un desafío por delante: cuidar la infraestructura de la nueva sala, mantenerla en todos sus aspectos materiales, sabiendo que la cultura de un pueblo se expresa en este celo a favor de la integridad edilicia.La gestión del enclave no sólo deberá administrar con inteligencia el programa de las artes escénicas que allí se desarrollarán. Deberá ser inflexible, además, en la preservación de este patrimonio físico, que tanto esfuerzo ha costado.Estamos frente a una recuperación de profundo significado. Como se sabe, ese edificio ha sido declarado Monumento Histórico Nacional. Y todo lo que lo rodea tiene un alto valor cultural y social para Gualeguaychú.Uno imagina que, adaptado ahora a los modernos tiempos, podrá recuperar el brillo perdido. Porque según los testimonios históricos, el Teatro tuvo una época de esplendor que fue orgullo gualeguaychuense.Fue inaugurado en 1914, la noche del 11 de junio. Cuatro años antes se había conformado una sociedad anónima que soñó el proyecto. Integraron su directorio Gustavo De Deken, Salvador Rossi, José Casaretto, Joaquín Goldaracena, Carmelo Gavazzo, Juan Buschiazzo, Ciriaco Bustamante y Asisclo Méndez.¿Qué pensarían hoy esos pioneros al ver cómo su emprendimiento nunca fue abandonado por la comunidad, que lo hizo suyo al punto de erigirlo como su emblema, y que hoy lo exhibe restaurado?Algunos registros indican que tuvo su auge en la primera mitad del siglo XX. En temporadas de invierno se expusieron zarzuelas y óperas. Por su escenario pasaron compañías como la de Blanca Podestá o la de Revista Tre-lo-lo (francesa), entre otras.Actores de la talla de Luis Sandrini, Berta Singerman, Hugo D'Eviere; cantores y músicos como Horacio Guaraní y Sergio Denis, entro otros tantos, han pisado su escenario.Además la sala y el escenario fueron utilizados, en distintas épocas, para conferencias y convenciones de trascendencia, simposios científicos y políticos, encuentros artísticos varios."En una pequeña o gran ciudad o pueblo, un gran teatro es el signo visible de su cultura", ha dicho el gran actor teatral Sir Laurence Olivier, al dar a entender la significación espiritual de este espacio.La palabra teatro viene del griego y significa "lugar para ver" o "lugar para contemplar". Los orígenes de esta actividad son antiquísimos y muy nobles. El teatro, ha dicho Federico García Lorca, "es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso".Hoy es un día de celebración y de orgullo. Creemos que la ciudad será distinta con el Teatro restaurado. La actividad creadora que allí se desarrolle, está llamada a elevar la condición intelectual de la sociedad nativa.
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